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miércoles, 10 de agosto de 2016

LA RUINA DEL YO



Aun cuando no se tiene seguridad de que todo pueda ser conocido, debemos partir de ahí. Es arrogancia partir sólo del yo para conocer todo ser. El ser es en todas las circunstancias el concepto “que abarca todo, y por tanto, también el conocimiento” (Wundt). 
Jaspers –al igual que el chavismo- no reconoció esta simple verdad. De ahí su fracaso, su encallar en la realidad, su fuga hacia las situaciones límites, que integran la plenitud de la realidad humana, pero no lo son todo... “Pensar en un mundo de incredulidad perfecta en el que los hombres-máquinas se han perdido a sí mismos y han perdido su divinidad... esto sólo es posible formalmente sólo un instante. Así como repugna a la dignidad interna e insondable del hombre pensar que muere como si no hubiese sido nada, así también la libertad, la fe, la autonomía caerían en la ruina precisamente como sucedería con un aparato técnico”. 

LA RUINA DEL YO 
-Alberto Rodríguez Barrera- 

     La filosofía de Jaspers oscila en constante angustia e inseguridad, ya que se ocupa de excepciones y situaciones límites surgidas subjetivamente y que siempre surgen de nuevo porque la situación del mundo cambia continuamente y el hombre se ve obligado siempre a examinar de nuevo su existencia para adaptarse a las nuevas circunstancias que exigen una nueva realidad. (Esta angustia e inseguridad en el chavismo lleva a la improvisación constante, enseñando estoicamente la inflexibilidad de su desvío.) Su concepto de la verdad es relativo, basado en una alógica cuya fundamentación tendría que terminar en el nihilismo. Inicialmente intentó llegar a una posición firme del hombre en su existencia incierta, rechazó el nihilismo pensando que el pensamiento filosófico lo traspasa y significa la liberación hacia el ser propiamente dicho.

     “Nosotros los hombres jamás somos bastante para nosotros mismos. Pugnamos para ir más allá, y nos hacemos cada vez más nosotros mismos con la profundidad de nuestra consciencia de Dios, a través de la cual nos volvemos al propio tiempo transparentes para nosotros mismos en nuestro ser nada.” Jaspers formula un concepto de fe filosófica: Dios ayuda a la unidad del ser que se sabe radicalmente dependiente; pero no quiere saber nada de sacerdotes. 

     En épocas decadentes (como la del chavismo presente) se elige como leit-motiv la oscilación de todos los modos de la realidad; y Jaspers considera el carácter de las imágenes del mundo sólo perspectivas relativas, aceptando el carácter del conocimiento como algo de pura interpretación: ningún ser conocido es el ser en sí y en total. Nuevamente es la inseguridad y angustia ante el conocimiento objetivo del ser; porque esta época no ofrece ninguna salida; no se puede crear ninguna gran obra “como en la época de Lao-tse, de los presocráticos...”

     Jaspers: “Hoy día la intención de crear obras acabadas parece vana... En lugar de encontrar vida en el origen y hacerla hablar en la obra, se logran... hechuras de un acabado peculiar, a través de las cuales habla un hallazgo de lo simple, una construcción sin costura, un lenguaje bien formado, pero que se vuelven dudosas por la pretensión de validez autónoma de esa obra tal. La oposición a la falta de forma de las futilidades presentes es buena, por eso también lo que sucede aquí, porque nada recuerda y previene”. 

     El chavismo ha caído en la tentación de confiarse completamente a su propio “yo” (con el perdón de Descartes y otros) sin tomar en consideración la cadencia, tan importante y esencial, de la realidad universal del mundo, el análisis del ser objetivo y tan a menudo completamente estático. En la filosofía Kant antepuso la teoría del conocimiento a la teoría del ser, pero no captó que todo o lo referente al conocimiento presuponen ya cuestiones respecto al ser.

     “La filosofía puede convertirse en la tentación de la evasión”, escribió Jaspers, y sucumbió a esta tentación. Y en el chavismo –como en el filósofo- vemos lo típicamente evasivo, un claro relativismo que ve las dificultades existentes y las rodea con mucho “arte”, “poetizando”, porque tiene miedo de sí mismo y de toda verdad objetiva. 

     “La mayoría de los pensadores modernos, ¿no eran todos tan temerosos? ¿No se podía contar con todos ellos, a la defensiva contra la existencia masiva, injustamente sólo para su propio yo? ¿Por qué juraban sobre su subjetividad angustiosamente convulsa un Kierkegaard, un Nietzsche, un Jaspers? Porque con nuestra época enferma ellos mismos se habían enfermado y no pudieron alcanzar el espíritu de la comunidad con el ‘saber’ fundamental del que Jaspers habla” (F. Friedrich Sauer).

     Kierkegaard acuñó la orgullosa pero unilateralmente enferma frase “Existir significa ante todo ser un individuo” y así puso toda decisión en la subjetividad personal que ya según otros principios modernos (los democráticos) no debería dar ninguna decisión. Jaspers (como el chavismo) no quiere saber nada de verdades eternas. Estas pertenecen, cuando más, a la masa que no puede pensar y que por eso no tiene importancia. ¡Qué gran dificultad de la filosofía de la existencia en llegar a un orden objetivo, universalmente válido, a partir de un concepto subjetivo de la verdad! Así el relativismo, “que permite que todo tenga validez como es, parece ser la inevitable consecuencia (Welzel). 

     Aun cuando no se tiene seguridad de que todo pueda ser conocido, debemos partir de ahí. Es arrogancia partir sólo del yo para conocer todo ser. El ser es en todas las circunstancias el concepto “que abarca todo, y por tanto, también el conocimiento” (Wundt). 

     Jaspers –al igual que el chavismo- no reconoció esta simple verdad. De ahí su fracaso, su encallar en la realidad, su fuga hacia las situaciones límites, que integran la plenitud de la realidad humana, pero no lo son todo. 

     Pero Jaspers dijo palabras magníficas y verdaderas como profundo conocedor de nuestro tiempo; alegó que “la incredulidad del hombre no era posible”: “Pensar en un mundo de incredulidad perfecta en el que los hombres-máquinas se han perdido a sí mismos y han perdido su divinidad... esto sólo es posible formalmente sólo un instante. Así como repugna a la dignidad interna e insondable del hombre pensar que muere como si no hubiese sido nada, así también la libertad, la fe, la autonomía caerían en la ruina precisamente como sucedería con un aparato técnico”.

jueves, 4 de agosto de 2016

LA ESTRECHEZ MENTAL DEL CHAVISMO


La unilateralidad y los errores suceden porque en la voluntad de oscurecimiento se distorsiona la existencia humana; Heidegger constreñía en el papel la angustia y el temor y el cuidado o cura y el sufrimiento y la culpa; de tal manera que, finalmente, él mismo abandonaba su existencia libre para extinguirse en una muerte lúgubre y llena de angustia. Lo que se le reprocha es la pérdida del justo medio, del equilibrio, del buen orden de la vida humana.


LA ESTRECHEZ MENTAL DEL CHAVISMO 
-Alberto Rodríguez Barrera-

     Cuando se trata del ser general y sus partes trascendentes (ontología), que en Heidegger no llega a ningún lado aunque exige un pensamiento enteramente nuevo porque el de hasta ahora ha fracasado por completo, pretender ofrecer una doctrina que incluso supere a los antiguos griegos no puede fundamentarse en un rompimiento entre el ser y el espíritu, en un juego poético para embellecer los problemas sólo con palabras, a menudo incomprensibles. Los sociólogos particularmente no aprecian el "peloteo del ser", ingeniosamente llamando a la historia de la filosofía una sucesión de juegos de palabras sobre la palabra "ser". Es difícil trabajar universalmente el análisis del ser -igual para todos los hombres- sin comprender que el hombre es el mismo en todas partes, una "lengua" en la "iluminación del ser".

   Heidegger, como la ejecución del conocimiento en el chavismo, no pasa de principios deficientes, de la antesala ontológica. Si quiere algo más estricto, hay que conducir a mejores resultados. Un nuevo pensamiento político debe aportar algo; que "el ser es él mismo" es muy poco para la jactancia; que del ser mismo debería provenir "la indicación de aquellas instrucciones que deberían convertirse en ley y regla para el hombre" no quiere decir nada si se trata de un ser indiferente que bordea el nihilismo con despreocupación y distancia interior.
     La unilateralidad y los errores suceden porque en la voluntad de oscurecimiento se distorsiona la existencia humana; Heidegger constreñía en el papel la angustia y el temor y el cuidado o cura y el sufrimiento y la culpa; de tal manera que, finalmente, él mismo abandonaba su existencia libre para extinguirse en una muerte lúgubre y llena de angustia. Lo que se le reprocha es la pérdida del justo medio, del equilibrio, del buen orden de la vida humana.

     El error es una concepción falsa de la vida; negar una realidad sana y vigorosa que desde tiempos antiguos unió el ser y la verdad; permanecer aferrado a una temporalidad infecunda; escepticismo, negación del ser. La fama se fundamenta en una ornamentación del ser, combinaciones y acrobacias al ser comparables con los juegos de palabras de algunos místicos. ¿Cómo -en una época indigente- puede arreglárselas de otro modo quien ha caído de la fe de los padres y en un atrevimiento cree que debe trastornar lo anterior; cómo puede liberarse de la falta de espíritu de este tiempo cuando dice: "Toda valoración es también allí donde valora positivamente, una subjetivacion"? "El que relativiza de esa manera y al mismo tiempo pretende ser un revolucionario del espíritu se enreda primeramente en la autonomía de un Nietzsche y finalmente fracasa por entero, porque malgasta innecesariamente sus esfuerzos para liberarse de su embrollo." (E. Friedrich Bauer.)

     El nihilista no quiere ningún apoyo, ningún soporte de nada, pero el hombre no puede existir sin la afirmación de posibilidades, sin una realidad cualquiera, aunque sea la del pan cotidiano. ¿De qué le sirve, entonces, la orgullosa autoconsciencia y su voluntad de reformar al mundo por medio de categorías propias?

     La filosofía de la existencia expresa una gran desilusión para la cultura y la ciencia modernas, pero la costumbre de traducir palabras e ideas antiguas para penetrar su sentido arcaico resulta trágica al constatar cuán poco sale de ahí: resultados indigentes en un tiempo indigente. "El reverso de los esfuerzos de Heidegger por una reapropiación original del pensamiento y habla iniciales de los griegos es la degradación y supresión de todo el lenguaje y la concepción filosóficos de la Edad Media" (K. Lowith.) La ética, la cultura y la humanidad ya no son "intereses serios" cuando se abandona a la razón; se es entonces "pastor del ser", y aparece la cosificación, consecuencia de la arrogancia llevada al extremo.
     El pensamiento en valores no es blasfemia contra el ser. Pensar correctamente, y no por una desilusión ilimitada, no aísla en un tiempo indigente; sí conecta al pensador sano para arrancarlo del olvido. En este camino, la filosofía es universal, nunca puede ser nacionalista; sin la metafísica no es concebible. De Eckhart a Heidegger encontramos esta línea en forma de movimiento ondulatorio que a veces encuentra signos negativos (Marx, Schopenhauer, Nietzsche); el prominente Hegel también espera la venida del Espíritu Santo al final de los tiempos, que sólo es el espíritu creador secularizado del cristianismo. Schopenhauer lucha con esta problemática y se vuelca contra Hegel, al igual que Kierkegaard. El gran buscador de Dios, Nietzsche, terminó en el fuego fatuo y la demencia. Con Scheler, Jaspers y Heidegger vemos que la liberación no nos hace señales, pero esta triple constelación podría darnos un nuevo comienzo filosófico. Toda esperanza acaecería si abandonáramos conscientemente todos los aislamientos que existen hoy en día y continuaríamos nuestra búsqueda también en otras culturas y tradiciones para superar una cierta mentalidad estrecha que pesa sobre nosotros en el presente.