sábado, 18 de febrero de 2017

CHAVISMO: TROMPETERIA VERBAL, SIN PATRIA ESPIRITUAL




Tanto el chavismo como Heidegger pueden ser comparados con un excursionista que quiere tomar por asalto a la cumbre, fija la meta a sus compañeros de excursión y pasa de la cabaña a la excursión, a la realidad del ser. Se topan con caminos errados, niebla y vacío total; se desespera, busca senderos apartados, enredándose en necesidad, angustia y temor. Sus compañeros lo siguen fascinados y se encuentran ante el abismo de la nada; la cumbre, el ser, se desenmascara como una nada, y nosotros los hombres sus vecinos. La niebla invade todo, no permite que el excursionista avance; la cumbre no se ve; se invoca al "no" y "lo que anonada se ilumina como lo anonadante... La visión de un pensador aterido ofrece poco interés". Qué hacer en la densa niebla, sin perspectivas, sin ningún claro; se pierden las ganas de acercarse más...

CHAVISMO: TROMPETERIA VERBAL, SIN PATRIA ESPIRITUAL
-Alberto Rodríguez Barrera- 

"El que piensa en grande tiene que equivocarse en grande."
Heidegger


     Heidegger atribuye la historia a un irracionalismo; ideó las categorías de cuidado (cura), sufrimiento, estado de yecto, limite relativo a la muerte, etcétera; y negó las leyes objetivas de la vida social. La filosofía de la existencia moderna cree que debe rastrear la concretividad humana en situaciones limites para captarla. Aunque el limite también es experiencia, hay más experiencia en el espacio vital del medio; y sucede también que la vida culmina en su mitad; aunque no para Heidegger; "Alcanzar la totalidad del 'ser ahí' en la muerte es al par la pérdida del ser del 'ahí' ". Pero luego dice, en su gran contradicción: "La muerte la concebimos existencialmente como la caracterizada posibilidad de la imposibilidad de la existencia, es decir, como el absoluto 'no ser' del 'ser ahí' ".

     Esta prestidigitación con el concepto de la muerte es un distintivo del hombre actual, que en la mitad de la vida no encontró ninguna meta ni sentido y al final de su existencia se halla ante lo inevitable, a lo cual no puede escapar, a menos que sea por una táctica hacia delante, un dejar pasar la necesidad de la muerte que ya no puede cambiar. Solo que "la totalidad del ser 'ahí' en la muerte" permanece rodeada de misterio, un sustituto de la religión para los que no la tienen, para todos los pobres que no tienen ninguna patria espiritual y no conocen ninguna seguridad en Dios.

     Trompetería heideggeriana: "El plexo de útiles de un mundo ha de estarle dado ya por adelantado al 'ser ahí'. El ser ya en cada caso en un mundo no es menos constitutivo de la posibilidad de la orientación que el sentimiento de la derecha o la izquierda... Debe pensar contra sí mismo, lo cual rara vez logra... El peligro malo y por eso confuso es el filosofar..." Al igual que con el jefe del chavismo, el lenguaje incomprensible no sirve, obvia que la lengua es un medio de entendimiento y debe seguir siéndolo incluso en el caso de que se le llame la casa del ser; muchas cosas esenciales -en la política y en la filosofía- permanecen en la oscuridad; si se es optimista con Heidegger, uno se siente rechazado, porque declina alcanzar la "totalidad del todo estructural, lo cual requeriría un "plano de construcción" que Heidegger no tiene...

Seria de gran utilidad para el chavismo conocer que Heidegger pretende investigar el ser, hablando del olvido del ser; quisiera dar una filosofía del ser que oscurezca a toda otra existente, pero ni siquiera sondeó a fondo la "expresión lingüística del ser"; entonces se habría dado cuenta de que ser es igual a ser verdadero.

     Tanto el chavismo como Heidegger pueden ser comparados con un excursionista que quiere tomar por asalto a la cumbre, fija la meta a sus compañeros de excursión y pasa de la cabaña a la excursión, a la realidad del ser. Se topan con caminos errados, niebla y vacío total; se desespera, busca senderos apartados, enredándose en necesidad, angustia y temor. Sus compañeros lo siguen fascinados y se encuentran ante el abismo de la nada; la cumbre, el ser, se desenmascara como una nada, y nosotros los hombres sus vecinos. La niebla invade todo, no permite que el excursionista avance; la cumbre no se ve; se invoca al "no" y "lo que anonada se ilumina como lo anonadante... La visión de un pensador aterido ofrece poco interés". Qué hacer en la densa niebla, sin perspectivas, sin ningún claro; se pierden las ganas de acercarse más...

     Si la angustia ha de representar el tono anímico fundamental del hombre, el cuidado la base de su actuar, la muerte y los pensamientos sobre ella el sentido y la perfección de la vida, el ser que así guía en la niebla se ha atascado. No esperó a que la niebla se retirara y descubriera la cumbre; se ha extraviado en si mismo haciendo caso omiso por completo de las alegrías y cosas agradables de la existencia, no queriendo ver por puro ofuscamiento la claridad meridiana de muchas realidades, para no hablar de las mil clases de transiciones más o menos luminosas entre la oscuridad y la luz.

     ¿En dónde queda la alegría en Heidegger? Sólo en rigidez, seriedad mortal... ¿En dónde queda el modelo griego, los rasgos socráticos? ¿En dónde ríe el corazón del hombre, en dónde está la realidad plena que se ofrece en toda la existencia de la vida humana? No están en la doctrina de Heidegger, ni en la del chavismo. Con el apartamiento de los entes, no es posible comunicar lo que es el auténtico ser. Todos los entes se encuentran en una "diferencia ontológica" separados del ser. El ser es lo que hace que las cosas sean, pero el mismo no es ningún ser, y el asunto no lleva a nada, nos extravía y nos conduce a la compañía del poeta, concebido por Heidegger como un peligro para el conocimiento: el peligro bueno y "saludable" amenaza al pensar desde la "vecindad del poeta que canta". De todo ello resulta un filosofar confuso, confusionismo similar al chavismo...

lunes, 6 de febrero de 2017

EN TORNO A LA DOBLE CARETA DEL CHAVISMO


Para el relativismo del chavismo nunca se aclaran los hechos, proliferan los errores, nada se puede cambiar, pierden en seguridad, oscilan abstractamente en lo incierto...¿Qué sentido tuvo regalarles cuidadas verdades de juventud que el destino crudo arrebató? Muchos hombres conservan sus verdades de juventud por toda una vida. No experimentan la insatisfacción infinita de Jaspers (o el chavismo); existir no siempre es equívoco para todos; tampoco el “esclarecimiento de la existencia” lleva más adelante, sólo es un intento enigmático que termina (según Jaspers mismo) en fracaso, cosa que el hombre sano no quiere... ¿qué esperan mis opositores, un dogma, un caudillo, un dictador? ¿Se quieren deshacer de la libertad a favor de la obediencia?


EN TORNO A LA DOBLE CARETA DEL CHAVISMO
-Alberto Rodríguez Barrera-

     El hombre es más de lo que se expresa en el existir masivo del aparato tecnológico actual. Está la persistencia de la autoridad de los poderes espirituales, de la tensión entre libertad y autoridad: “Por eso el ser autónomo quiere los poderes conservadores, contra los cuales primero tiene que volver en sí cada vez como individuo” (Jaspers). Como en el ir y venir del chavismo, los valores históricos, tradicionales y objetivos primero son reconocidos –aunque tal formulación no es consistente- y luego son desechados de nuevo en un exceso de frases de abstracción vaga que sólo entregan piedras en vez de pan.

     También en Jaspers estaba el prejuicio contra las iglesias; dijo que a ellas no les importaba nada la libertad; luego dijo que la iglesia es una condición de la existencia y “tradición de la libertad que continuamente surge”. Entre contradicciones sobrevive una magia hueca que se esfuerza por la verdad y la veracidad, que busca soluciones a candentes cuestiones humanas sin ver que preparan únicamente al fracaso; visión desconsoladora en una época desconsoladora. Tras las Guerras Mundiales y la bomba atómica, Jaspers vio el rotundo fracaso político de lo militar; “En lo filosófico me quedaba la tarea de explicarme las precondiciones morales de la política y sus condiciones reales... en el punto de vista anticipado del ciudadano del mundo”.

     Creyendo que sin regreso la vida del hombre está perdida y que el que siga viviendo como hasta ahora no ha entendido lo que amenaza, reflexionó inusitadamente objetivo: recalcó que el relativismo y el escepticismo no sirven para nada y habló del restablecimiento de las categorías eternas de los buenos derechos humanos, solidaridad... Veía dos caminos: la destrucción humana por la bomba atómica o por el totalitarismo; “El totalitarismo puede transformarse y destruirse a sí mismo desde adentro. La existencia humana puede asir nuevamente la libertad y en ella sus posibilidades”. Habla de un regreso imprescindible a partir de la libertad.

     Pero el relativismo de Jaspers enseña que no quiere ligarse a algo absoluto desde el punto de vista del conocimiento, luego moralmente, ni siquiera por la proposición evidente 2 X 2 = 4; halaga la “soberanía” del espíritu subjetivo existencial, dependiente de sí mismo solamente...¿Se puede tener al relativismo como verdadero cuando declara que todo es relativo, hasta su propio dogma? ¿No se basa todo conocimiento en un estado de cosas, en el ser que encontramos y que, por tanto, no todo individuo encuentra de nuevo para sí, como quieren hacer ver relativistas y existencialistas?

     Para el relativismo del chavismo nunca se aclaran los hechos, proliferan los errores, nada se puede cambiar, pierden en seguridad, oscilan abstractamente en lo incierto...¿Qué sentido tuvo regalarles cuidadas verdades de juventud que el destino crudo arrebató? Muchos hombres conservan sus verdades de juventud por toda una vida. No experimentan la insatisfacción infinita de Jaspers (o del chavismo); existir no siempre es equívoco para todos; tampoco el “esclarecimiento de la existencia” lleva más adelante, sólo es un intento enigmático que termina (según Jaspers mismo) en fracaso, cosa que el hombre sano no quiere, porque quiere que se le reconozca en sus realizaciones, cree en su capacidad y fuerza, y no a lo que Jaspers llama “debilidad de la razón”; el hombre sano quiere dominar la vida, no se puede consumir en la aceptación y en la pasividad. A estos reproches Jaspers sólo devolvía preguntas: ¿qué esperan mis opositores, un dogma, un caudillo, un dictador? ¿Se quieren deshacer de la libertad a favor de la obediencia? ¿Quieren tener ante sí a Dios en forma de instancias humanas para poder creer ciegamente en éstas?

     Tanto ayer como hoy la discusión sobre el relativismo ha sido infructuosa; promulga un único dogma: todo fluye, todo está en movimiento, todo oscila. Pero Jaspers mismo no creía en eso; de ahí la inclinación a destruirse a sí mismo y a la filosofía relacional con él. Pero existe algo firme, un apoyo al que podemos aferrarnos; existe una primera verdad, un primer valor que el hombre pensante debe poner en la cumbre de su existencia, sea igualdad, voluntad de Dios o razón humana... Está en la tabla de valores máximos del siglo XX (de A. Brecht); no todos los valores se pueden derivar y comprender a partir de un primer valor, pero sucede que no sólo existe algo amplio, sino algo que une, porque como decía Husserl, ninguna verdad se da de manera aislada, ya que siempre aparece asociada con otras verdades, unida por relaciones de causa y efecto; y todo conocimiento auténtico se basa en la evidencia.

     Jaspers: “La evidencia pertenece a la esencia del entendimiento como función de la captación de la exactitud temporal de lo universalmente válido”. Es una frase que también Aristóteles pudo haber escrito, pero éste no era ningún Platón o Heráclito o Jaspers. Y Aristóteles no estaba ni está solo en su tesis del ser de verdades evidentes. Toda la filosofía clásica, la tradicional, las profesa. Sólo a ciertos sofistas y a sus sucesores les fue reservado hablar de una verdad doble y descubrir las verdades evidentes. Tampoco es una solución de las dificultades señaladas del relativismo desplazar la contrariedad existencial a la divinidad para hacerla responsable por la verdad doble supuestamente existente; ni Jaspers deseaba poner a Dios como un embustero...