jueves, 30 de junio de 2016

FUERA LA LARGA NOCHE OSCURA DE LOS DICTADORES


Hoy concebimos la participación como algo superior a la fallida delegación que se perpetúa debido a la carencia de educación política en las mayorías del pueblo. Buscamos una democracia más avanzada para el presente, que incremente con racionalidad la incorporación a los centros de decisión y a sus proyectos, vigorizando núcleos activos a todo nivel; ganar terreno impregnando al conjunto, descentralizando, horizontalizando el poder, insistiendo en la fuerza creadora de la autonomía, solidarizándonos con la fuerza de la libertad, la igualdad y la fraternidad, en términos sociales y espaciales, renovando el esquema de crecimiento inercial para pasar al desarrollo integral…


FUERA LA LARGA NOCHE OSCURA DE LOS DICTADORES
-Alberto Rodríguez Barrera-   

      Debemos partir siempre de la defensa de la democracia, repasando la evolución habida en lo que se resume como gobierno del pueblo y para el pueblo. Sin llegar a la Grecia de Pericles y a la sistematización de Aristóteles, o a la República romana donde el Senado actuó con una representación bastante eficaz al reconocer intereses de los menos favorecidos, cabe recordar que luego el cesarismo degeneró en golpismo pretoriano, abandonándose las prácticas democráticas. La Edad Media y el feudalismo fue una larga noche oscura para la democracia. Posteriormente hubo brotes positivos pero permaneció el freno y el desmantelamiento por la alianza aristocracia/absolutismo monárquico. Los siglos 16, 17 y mucho del 18 vieron el nacimiento de los Estados nacionales modernos a costa de la pérdida de las libertades y la concentración del poder en un monarca absoluto.

     Con el espíritu de la Ilustración, en el siglo 18 vemos la semilla –efímera y luego frustrada- de la democracia moderna, con atisbos a favor del pueblo. La revolución industrial requirió una nueva envoltura tras el desmoronamiento de los vestigios feudales, del mercantilismo del absolutismo político y de las autolimitaciones del despotismo ilustrado. La democracia burguesa llegó a finales del siglo 18 y principios del 19, con su revolución liberal (libertad de contratación, erradicación de los gremios, división del trabajo y librecambio); la burguesía era la única que disfrutaba de las célebres libertades de credo, pensamiento, reunión y expresión. Pero también surgieron las propuestas para transformar la sociedad de clases, de explotadores y explotados, en una sociedad sin clases, igualitaria: democrática; plenitud que pasaría de la necesidad a la libertad, de la explotación-opresión donde a cada quien se le exigiría según su capacidad y a cada quien se le daría según su necesidad.

     La presión de socialistas y socialdemócratas produjeron cambios importantes, se fortaleció el sindicalismo, la educación, la cultura social, la información; se fue haciendo viable el sufragio universal para la población. Se pudo ahora opinar e influir en la evolución política a través del voto. Pero la verdadera reforma del capitalismo victoriano y de la democracia vinieron con el reconocimiento del sindicalismo y del derecho de huelga, y para los años treinta del siglo 20 comenzó una auténtica reforma del sistema capitalista; y el sufragio universal dejó de ser una vestidura de oligarquía y casiquismo. Aunque hubo otros cambios, que obviaremos en aras de la síntesis, la desigualdad subsistió y subsiste; permanecen barreras para la participación efectiva; en la Unión Soviética sucumbió la democracia política por el monopartidismo, barrida la democracia social por la omnipresencia del Estado centralista, autoritario y burocratizado, se trastocó la sociedad de iguales en una de semiclases y semicastas, donde lo importante no era la consecución de la felicidad sino situarse en la Nomencklatura, pretendiendo defender los intereses del pueblo; un neodespotismo no ya ilustrado, sino dirigista, contrautopía frustrante del sueño de democracia social.

     Hoy concebimos la participación como algo superior a la fallida delegación que se perpetúa debido a la carencia de educación política en las mayorías del pueblo. Buscamos una democracia más avanzada para el presente, que incremente con racionalidad la incorporación a los centros de decisión y a sus proyectos, vigorizando núcleos activos a todo nivel; ganar terreno impregnando al conjunto, descentralizando, horizontalizando el poder, insistiendo en la fuerza creadora de la autonomía, solidarizándonos con la fuerza de la libertad, la igualdad y la fraternidad, en términos sociales y espaciales, renovando el esquema de crecimiento inercial para pasar al desarrollo integral…

     Es la sociedad la que tiene derecho a evitar rupturas irreversibles en los equilibrios, la que tiene el derecho de actuar para evitar el derroche necio de los recursos, la que debe exigir que se garantice la vida, que se potencie la Naturaleza y que se luche contra la burocracia que está al servicio de oligarquías de todo tipo; caos organizado como la seguridad social y apéndices de la ineficacia como la justicia, remedo degradante de una injusticia institucionalizada. Más democracia implica la socialización del Estado y no la estatificación de la sociedad, tampoco implica Estado pseudosocialista o frente neocapitalista.

     Más democracia –como concepción política renovadora- es lo único que puede transformar al hombre en ciudadano, revigorizando los sentimientos de libertad y justicia, no sólo en materia electoral y partidos no oligarquizados, también planteándose la trascendencia del hombre como individuo y comunitariamente, creativa y pacíficamente en busca de la felicidad, donde el Estado se socializa y nacionaliza haciéndose de todos. Y teniendo siempre a mano una exclamación: ¡Es la democracia, estúpido!


miércoles, 29 de junio de 2016

EL CHAVISMO Y SU DISCURSO SIN METODO



Descartes estaba convencido de que era absurdo que un individuo asumiera la reforma del Estado cambiando sus cimientos y trastornándolos para volverlos a levantar, y pensaba igual si se buscaba reformar el cuerpo de las ciencias o el orden de instrucción establecido en las escuelas. Descartes prefirió deshacerse de todas las opiniones que aceptaba por fe para reemplazarlas por mejores o devolverlas a su lugar anterior.
Como si frente al chavismo estuviera, Descartes no aprobaba de ninguna manera a esos “nebulosos e inquietos espíritus” que, no estando capacitados para el manejo de los asuntos públicos, “están por siempre reformando al Estado en la imaginación”.


EL CHAVISMO Y SU DISCURSO SIN METODO
-Alberto Rodríguez Barrera-



     En el camino para la definición de su Método, Descartes manifestó la sinrazón de quienes derrumban las casas de un pueblo simplemente con el propósito de reconstruirlas y hacer que las calles fueran más “bonitas”. Habló de que sí se veía a muchos individuos (como en el caso del chavismo, decimos nosotros) comprometidos en la tarea de “demolición y reconstrucción”, constreñidos a veces por el peligro de las casas cayéndose y los cimientos inseguros.

     Con este ejemplo en mente, Descartes estaba convencido de que era absurdo que un individuo asumiera la reforma del Estado cambiando sus cimientos y trastornándolos para volverlos a levantar, y pensaba igual si se buscaba reformar el cuerpo de las ciencias o el orden de instrucción establecido en las escuelas. Descartes prefirió deshacerse de todas las opiniones que aceptaba por fe para reemplazarlas por mejores o devolverlas a su lugar anterior.

     De tal manera pensaba tener mucho más éxito ordenando su vida que simplemente construyendo sobre los viejos cimientos. Ajeno a los deseos de improvisación, Descartes adoptó y se fijó principios sin considerar si eran verdaderos; veía las dificultades de esta tensión pero no las consideraba sin remedio, ni comparables con la reforma de la menor cosa concerniente al Estado: “Estos grandes cuerpos son demasiado desproporcionados para volverlos a levantar, una vez que se han traído abajo, o hasta de sostenerlos una vez que se han sacudido, y su caída será escabrosa y pesada”.


     Descartes estaba consciente de que las diversas imperfecciones del Estado se reblandecían con el uso, “estas deficiencias son casi siempre más tolerables que el cambio; es en este caso como con las viejas carreteras serpenteando a los lados de las montañas que se vuelven suaves y convenientes a través del uso constante, que es mucho mejor seguir que intentar enderezarlas escalando rocas y encaramándose sobre los precipicios”.

    Como si frente al chavismo estuviera, Descartes no aprobaba de ninguna manera a esos “nebulosos e inquietos espíritus” que, no estando capacitados para el manejo de los asuntos públicos, “están por siempre reformando al Estado en la imaginación”.


     Idóneamente, Descartes acentuó más la reforma de sus propios pensamientos y la reconstrucción de los cimientos que le pertenecían sólo a él. Fue el modelo que desplegó, con la humildad suficiente para afirmar que no pretendía aconsejarle a nadie seguirlo, ya que podía ser muy “audaz para muchos. La mera resolución de desechar las creencias anteriores de uno no es un ejemplo a seguir por todos”.

     Para Descartes había dos tipos de mentes: aquellas que se creen “más listas de lo que son”, sin poder evitar “la precipitación de sus juicios” y carentes de paciencia “para conducir sus pensamientos con el orden debido, con el resultado de que, habiéndose tomado la libertad de dudar de los principios aceptados, y desviándose del camino común, nunca son capaces de mantenerse en el camino que lleva rectamente hacia adelante, y permanecen errantes toda sus vidas”; y luego estaban aquellas con suficiente buen sentido o modestia para saber que son “menos capaces de distinguir entre lo verdadero y lo falso” y que se conforman con “seguir las opiniones de otros en vez de buscar mejores por sí mismos”. Descartes se consideraba de estos últimos.

     “Como un hombre que camina solo en la oscuridad”, Descartes decidió no hablar sin juicio sobre lo que no sabía y adquirir conocimiento. Reconoció que aunque la lógica contiene excelentes y verdaderos preceptos, éstos están confundidos entre otros tantos hasta ser “dañinos y superfluos”, tan difíciles de distinguir como sería conjurar “la estatua de Diana o Minerva de un intocado bloque de mármol”.


     Descartes se propuso buscar un método que combinaría las ventajas de las disciplinas de lógica filosófica y geometría y álgebra matemáticas, sin sus defectos, porque “una multiplicidad de leyes a menudo proveen excusas para el vicio” y un Estado es “mucho mejor gobernado cuando sus pocas leyes son estrictamente observadas. De tal manera, en lugar de los muchos preceptos que componen a la lógica, pensé que yo debería tener suficiente con las cuatro reglas siguientes, siempre que tomara una firme y constante resolución de no dejar de observarlas ni una vez”.

     He aquí las cuatro reglas –muy útiles igualmente para las líneas políticas- sobre las cuales Descartes fundamentó toda su filosofía:

     “La primera regla es no aceptar como verdad nada que yo no conozca como evidentemente así: eso es, evitar cuidadosamente la precipitación y el prejuicio, y aplicar mis juicios a nada sino a aquello que se mostró a sí mismo tan claramente y precisamente a mi mente que nunca debería tener ocasión de dudarlo.

      La segunda era dirigir a cada dificultad que debía examinar en tantas partes como fuera posible, y como se requiriera para mejor resolverla.

     La tercera era conducir mis pensamientos de manera ordenada, comenzando con lo que era más simple y más fácil de saber, y subiendo poco a poco al conocimiento de lo más complejo, hasta suponiendo un orden donde no hay precedencia natural entre los objetos de conocimiento.

     La última regla era hacer una enumeración tan completa de los nexos en un argumento, y pasar todos tan completamente bajo revisión, que yo pudiera estar seguro de no haber errado en nada.”

LA EDUCACION EN TIEMPO DE ROMULO


"El maestro de escuela no puede eludir el reto de formar en las nuevas generaciones de nuestro país un sentido de amor y de responsabilidad hacia Venezuela, de fe en sus instituciones democráticas, de capacidad de servicio a la colectividad. Estoy seguro de que eso lo están haciendo los maestros de Venezuela y por eso son cada día menos quienes están escuchando el llamado delirante que les viene de una isla del Caribe, pretendiendo sustituir nuestra autonomía histórica por la sujeción a una potencia totalitaria… Estoy viviendo buenos días de mi vida. Creí en Venezuela, tuve fe en sus instituciones, confianza en su pueblo, seguridad en la lealtad de sus Fuerzas Armadas, y todo eso tuvo dramática demostración, que ha causado un pálpito de emoción en el mundo..." 
Rómulo Betancourt

 
LA EDUCACIÓN EN TIEMPO DE RÓMULO
-Alberto Rodríguez Barrera-

 

      El 15 de enero de 1964, Día del Maestro, el Presidente Rómulo Betancourt manifestó lo siguiente: “Estos cinco años de gobierno constitucional han significado un avance agresivo que, con orgullo venezolano, podemos decir que no ha sido superado en el mismo lapso en ningún país de América Latina, en ninguna época, en lo que a educación se refiere… Y paralelamente, sin roces y sin fricciones, cumpliendo su función educadora, ha crecido también en todos los niveles la educación privada, al amparo de la libertad de enseñanza que garantiza la Constitución de nuestro país”.

     Traducidos a cifras estos impresionantes avances en la educación nacional, se pueden apreciar mejor. En educación primaria, base de todo sistema educativo, cimiento de nuestra estructura pedagógica bien orientada, la matrícula se elevó en casi 600.000 alumnos, en más de un 68% con respecto a las cifras de 1957-58. Las escuelas aumentaron en 4.324 para un 65%; y los maestros en 17.170, o sea un 82%.


     Se necesitó formar con urgencia maestros para dotar a las escuelas que comenzamos a sembrar de un extremo a otro de nuestra dilatada geografía. Y así la matrícula en las escuelas normales creció verticalmente, en un 248%. La escuelas normales aumentaron en 67, o sea un 98%; y los profesores de ellas en más de 1.000, o sea un 133%. Y se ubicaban millares de graduados en las nuevas escuelas.

     En educación secundaria la matrícula aumentó en casi 85.000 alumnos, o sea un crecimiento de 153%. Se aumentaron los liceos en 175, o sea un 58%; y los profesores en casi 3,000, un aumento del 83%.


     Al inicio del gobierno, si algún área de la educación estaba desasistida de preocupación estatal, era el área de la educación técnica. No existían sino escasísimas escuelas artesanales y muy pocas escuelas técnico-industriales. Entonces no encontraban dónde adquirir destrezas, dónde formarse como obreros calificados, muchos de los 85.000 a 100.000 jóvenes que anualmente se incorporaban al mercado de trabajo. Sin saber nada, no había empleo. La matrícula en las escuelas técnicas aumentó en 202%. Se crearon 102 escuelas más y el profesorado se incrementó en 149%.

     Coetáneamente con esta acción desarrollada en las escuelas artesanales y técnicas, en las escuelas de comercio y en otras escuelas vocacionales, se realizaba la excelente labor de formación de mano de obra calificada en el Instituto Nacional de Capacitación Educativa (INCE), donde cada año salía una nueva fragua de venezolanos preparados en áreas específicas.

     En los institutos pedagógicos, donde se forma personal de profesores para la educación secundaria, la matrícula creció también en una forma impresionante. Aumentó en 673%. Se creó además el Instituto Pedagógico de Barquisimeto y se aumentó el número de profesores en un 212%.

     En cuanto a la educación superior, a la que se imparte en las universidades para dotar al país de los equipos científicos que necesita, para aportarle al país médicos, ingenieros, odontólogos, economistas, químicos, psicólogos, la matrícula creció en 210%. Los alumnos en 21.000 y los profesores incrementaron en un 139%.

     Nunca en la historia de Venezuela se había construido mayor número de edificaciones escolares que en estos cinco años corridos de 1959 a 1964. Se hizo más en estos cinco años de los que se hizo en los transcurridos entre 1904 y 1958, ambos inclusive. Hasta 1958 se habían construido en el país 5.600 aulas para 284.000 alumnos. De 1959 a 1963 se construyeron 6.300 aulas para alojar a 315.000 alumnos, o sea, que durante este período constitucional se construyó más que en los cincuenta años que precedieron a este quinquenio.

     Esfuerzos continuados y serios se hicieron para terminar con la vergüenza venezolana del extraordinario volumen de población adulta que no sabía leer ni escribir. En cinco años se disminuyó en un 30% el número de analfabetos adultos.

     Pero no sólo de la escuela y del niño se preocupó el Estado. También lo hizo en cuanto al mejoramiento profesional del magisterio y del mejoramiento de sus condiciones de vida. Para 1958, el 68% de los maestros de primaria no eran titulados. Esto motivó a la reforma del Reglamento del Instituto de Mejoramiento Profesional, para atender en forma más eficaz las necesidades de la profesionalización del magisterio. Esto permitió para 1961 y 1962 una matrícula de 12.000 maestros alumnos, en los cursos regulares de profesionalización del instituto.

     En cuanto a previsión y asistencia social del magisterio, de 20.000 afiliados que tenía el IPAS, se pasó a 40.000. Para 1959 el IPAS no contemplaba entre sus prestaciones las correspondientes a los créditos hipotecarios para el magisterio. El magisterio, como la clase media y la clase obrera y campesina del país, sufría una de las situaciones más negativas en Venezuela, nación tan extraordinariamente rica en petróleo y en hierro, pero con una renta nacional injustamente distribuida: el problema de la vivienda ajena, alquilada, o de la vivienda propia en condiciones inhabitables. Hasta 1963 el IPAS concedió 853 créditos para la adquisición de viviendas y casi 1.500 créditos especiales para mejoramiento, construcción de vivienda y cancelación de hipotecas. Y en cooperación con el Banco Obrero y con el Instituto de la Vivienda Popular, entidad no lucrativa, se hicieron los planes a largo plazo para ayudar en la solución de este problema. También se constituyó la Caja de Ahorro y Préstamos del Magisterio, dentro del Sistema Nacional de Ahorro y Préstamo.


     En lo cuantitativo los éxitos alcanzados en esta gestión de gobierno, con la decidida cooperación del magisterio en las escuelas públicas y privadas en todos los niveles, fue impresionante. De ahí que estuviera más despejado el camino para agregar a lo cuantitativo lo cualitativo: estudiar las metas trazadas y mejorarlas, estudiar las normas que se seguían en las escuelas normales; si los métodos pedagógicos eran los más adecuados; si se lograba la suficiente atención del alumnado a la enseñanza que se les impartía. En síntesis, hacer un examen de conciencia sobre lo negativo y lo positivo en cuanto a la calidad de la educación que se estaba dando en Venezuela. En esa tarea, función de primer rango le correspondía a los educadores, porque eran ellos quienes habían acumulado, en su diaria actividad docente, experiencias aprovechables por el Ministerio de Educación.


      Dijo Rómulo: “El maestro debe también cumplir una tarea de colaboración en este empeño ya iniciado, con éxito evidente, para comprometer a la comunidad en la solución de sus propios problemas. Terminar con esa concepción paternalista del gobierno y del Estado que tenía el pueblo de Venezuela, que todo lo esperaba de la acción pública. Se ha comprobado que sólo estaba esperando el venezolano que se apelara a su sentido cívico y a su preocupación comunal, para cumplir tareas. En innumerables sitios de Venezuela basta con que el INOS envíe las tuberías para que sean los mismos vecinos quienes construyen el acueducto rural; o que el Ministerio de Obras Públicas envíe los materiales, para que se edifique por los propios vecinos la escuela rural. En mis recorridos por Venezuela he encontrado en algunos sitios que son los maestros los líderes de la comunidad; en otras partes es el cura del pueblo, o el barbero, o el director de orquesta. En todo caso, hombres y mujeres que ejercen un liderato saludable, por encima de las discordias partidistas, uniendo a todos los grupos en el empeño de la autosolución de sus problemas. Ahora existe una Fundación para el Desarrollo de la Comunidad y el Avance Municipal, dotada de fondos suficientes, capaz de asistir con aportes materiales de construcción y económicos a aquellas colectividades donde los ciudadanos se empeñen en solucionar ellos mismos los problemas pequeños de cada localidad, que no pueden ser resueltos por los ministerios nacionales… El maestro de escuela no puede eludir el reto de formar en las nuevas generaciones de nuestro país un sentido de amor y de responsabilidad hacia Venezuela, de fe en sus instituciones democráticas, de capacidad de servicio a la colectividad. Estoy seguro de que eso lo están haciendo los maestros de Venezuela y por eso son cada día menos quienes están escuchando el llamado delirante que les viene de una isla del Caribe, pretendiendo sustituir nuestra autonomía histórica por la sujeción a una potencia totalitaria… Estoy viviendo buenos días de mi vida. Creí en Venezuela, tuve fe en sus instituciones, confianza en su pueblo, seguridad en la lealtad de sus Fuerzas Armadas, y todo eso tuvo dramática demostración, que ha causado un pálpito de emoción en el mundo, en las históricas elecciones del pasado 1º de diciembre…”

martes, 28 de junio de 2016

DISIPANDO LAS DIFICULTADES



DISIPANDO LAS DIFICULTADES
-Alberto Rodríguez Barrera-

     “No es suficiente, antes de comenzar a reconstruir la casa en que uno vive, simplemente derrumbarla, proveer materiales de construcción y arquitectos, o convertirse uno mismo en el propio arquitecto, y, además de todo esto, tener un cuidadoso plan previsto para la nueva construcción, sino que uno debe tener algún otro lugar conveniente en el cual residir mientras el trabajo de construir se adelanta; y, de la misma manera, para poder permanecer irresoluto en mis acciones mientras la razón me obligaba a suspender mi juicio, para continuar viviendo tan feliz como pudiera, yo tracé una moralidad provisional para mi mismo, compuesta de sólo tres o cuatro máximas...” Descartes estaba contento con su método, ya que sus cuatro reglas le aseguraban el uso de su razón, si no perfectamente al menos en lo que tenía al alcance de su poder. No era el atropello y la improvisación con que proceden ciertos gobernantes, obviamente, ya que Descartes tenía la honradez de reconocer su ignorancia y de prepararse para obtener mejor conocimiento.

     Figuraba primero entre sus máximas la obediencia “a las leyes y costumbres” de su país y –pese a que llegaría a ser el “gran innovador”- quería gobernarse a si mismo “en todo de acuerdo a las opiniones más moderadas”, aquellas menos dadas al exceso y comúnmente aceptadas en la práctica “por los más sensatos de aquellos con quienes tendría que vivir”, seguro de que no había nada mejor que eso. Por ello es que para conocer sus sentimientos reales observó “sus acciones en vez de sus palabras”, no sólo por la corrupción de maneras y costumbres, también porque la gente no declaraba aquello en que creían y “porque muchos no lo saben ellos mismos”.

     Creyendo en las opiniones más moderadas, Descartes veía que era más fácil ponerlas en práctica y que tenían así más posibilidades de ser mejores, “ya que todo exceso es generalmente malo”, y se extraviaría menos del “camino correcto”. Descartes incluía entre las formas del exceso “todas aquellas promesas mediante las cuales nos privamos de algo de libertad”. No veía en el mundo nada que permaneciera igual, y se esmeraba constantemente en incrementar sus poderes de juicio, no empeorarlos.

     Así, su segunda máxima era ser firme y resoluto en sus acciones, “imitando a los viajeros perdidos en el bosque” que no deberían deambular de uno a otro lado ni quedarse estancados en un solo lugar, sino ir derecho hacia adelante en la misma dirección, ya que de otra manera, aún cuando no llegara a su destino, llegaría a algún lado mejor que el medio del bosque.

     Cuando no se está en capacidad de distinguir las más ciertas opiniones, debemos elegir las más probables, y si no hay posibilidades entre ellas, debemos elegir las que sean más verdaderas, las más ciertas, y de tal manera evitamos los ataques de arrepentimiento y remordimiento que comúnmente agitan a los espíritus débiles mal balanceados, que practican inconsecuentemente como bueno lo que después juzgan como malo. (Constituye esto último una de las características del chavismo en su proceder absolutista e improvisador, incapaz del proceder coherente.)

     La tercera máxima cartesiana era intentar siempre el dominio sobre si mismo en vez de depender de la fortuna, intentar alterar los deseos en vez del curso del mundo, acostumbrarse a la creencia de que no hay nada que esté totalmente bajo nuestro poder excepto nuestros pensamientos, para que –habiendo hecho el mejor esfuerzo con lo que nos es externo- consideremos lo que fallamos en lograr como absolutamente imposible. La idea aquí era que si vemos los bienes externos fuera de nuestro poder, no lamentaríamos pérdidas como “estar en posesión de los reinos de China y México”; haciendo una virtud de la necesidad, no desearíamos estar bien cuando enfermos ni libres cuando en prisión, ni desear “cuerpos tan incorruptibles como diamantes, o anhelar alas para volar como un pájaro”.

     Para ello se requiere de una constante meditación, la capacidad de los filósofos de la antigüedad para sustraerse del imperio del “chance”, tristeza y pobreza, para reclamar la felicidad de los dioses, con pensamientos que los hacían más ricos, más poderosos, más libres y felices. Perseverar en la razón y el conocimiento de la verdad requiere de un método con las tres máximas que para Descartes eran “toda la riqueza que por siempre estarían a mi alcance”; porque la voluntad siempre busca (o evita) lo que el entendimiento califica como bueno o malo, y “es suficiente juzgar bien para hacer el bien, y juzgar tan bien como uno pueda para hacer lo mejor que uno pueda, para adquirir... todas las virtudes junto con todos los demás bienes que seamos capaces de adquirir. Y cuando uno tenga la certeza de que todo esto es verdad, uno no puede fallar en ser feliz”.

     “Pero todo este entendimiento es arduo, y una cierta indolencia me lleva imperceptiblemente de vuelta a mi ordinario estilo de vida. Al igual que un esclavo, felizmente soñando que es libre, teme ser despertado en cuanto sospeche que su libertad no es más que sueño, y conspira con su deliciosa ilusión para prolongar el engaño, y así me recuesto sin saber de mis viejas opiniones, y temo ser despertado de mi sopor a no ser que las laboriosas vigilias que deben seguir a este tranquilo descanso, tan lejos de traer luz a mi mente en su búsqueda de la verdad, probaran ser inadecuadas para disipar toda la oscuridad causada por las dificultades que acaban de ser planteadas”.

     A veces nos sentimos como en las luchas interiores de Descartes, pero a la vez conscientes de que sin pensar y dilucidar los dilemas no podríamos salir adelante...

EXPEDIENTE CUBANO, SUPERIORIDAD VENEZOLANA


El 3 de diciembre de 1963, tres días después de las elecciones que dieron como triunfador a Raúl Leoni, el Consejo Supremo Electoral informaba que más de tres millones de votantes -95% de los ciudadanos inscritos- habían concurrido pacíficamente a las urnas electorales. Los intoxicados por una literatura habanera habían transmitido al exterior que “una organización clandestina” había decretado el toque de queda desde las seis de la mañana del día de las elecciones hasta las seis de la tarde del otro día. Pero la masiva participación electoral de la ciudadanía dejaba claro que el país afrontaba el problema de unas minorías terroristas, y que contra esas minorías estaba no solamente el gobierno sino que también el pueblo de Venezuela. 

EXPEDIENTE CUBANO, SUPERIORIDAD VENEZOLANA 

-Alberto Rodríguez Barrera-




     Cuba, en su deseo de establecer otras cabeceras comunistas en América Latina con los recursos que le suministraba la Unión Soviética, envió a Venezuela un equipo bélico de cierta magnitud, quedando perfectamente comprobado que esas armas venían de Cuba (lanzacohetes, cañones de tiro sin retroceso, fusiles automáticos, ametralladoras punto 50, etc.); eran tres toneladas de armas de guerra con el sello de las Fuerzas Armadas de Cuba, habiéndose constatado con la fábrica de armas en Bélgica que los seriales se correspondían con armas vendidas al gobierno de Cuba.

     Antes que caer en la provocación guerrera de Fidel Castro, el Gobierno de Coalición presentó a la Organización de Estados Americanos (OEA) una acusación contra el régimen de Cuba basada en el Tratado de Asistencia Recíproca de Río de Janeiro de 1947, convención multilateral que obliga a todos los países de América. En los artículos 2º y 3º de ese tratado estaban tipificados los actos de agresión y en el artículo 8º se establecían las sanciones posibles que podían comenzar por la ruptura colectiva de relaciones, el aislamiento económico y aun la acción colectiva armada contra el país agresor. No se trataba, en este caso concreto, de agresiones verbales; ya esas agresiones verbales lanzadas por el grupo de gobernantes de La Habana no producían ni frío ni calor a los gobernantes de la América Latina. Eran exabruptos que se lanzaban a diario desde las emisoras habaneras y ya sin ninguna importancia ni significación, y que sólo encontraban en los pueblos ecos de repudio. Nuestro país actuó dentro del sistema interamericano y mediante la acción colectiva, y no la acción unilateral.


     En Venezuela estaban detenidos un número que fluctuaba entre 200 y 400 activistas de los partidos Comunista y Movimiento de Izquierda Revolucionaria, detenidos de acuerdo con el artículo 244 de la Constitución Nacional, el cual autorizaba al Presidente de la República para ordenar la detención o confinamiento de las personas que estuviesen alterando el orden público. Y había un número de entre 80 y 100 individuos, calificados como delincuentes, que habían sido condenados por los tribunales a largas penas de presidio, o a penas medias de presidio, según el grado de su culpa. Eran quienes habían participado en los alzamientos militares de Puerto Cabello y Carúpano, influidos por los comunistas; terroristas y seudoguerrilleros que habían sido capturados con bombas y armas en las manos; individuos convictos y confesos de haber asesinado a policías, a guardias nacionales y a civiles. En Venezuela no se podía hablar de presos políticos, como tampoco se hacía en Francia, donde muchos ni siquiera estaban presos sino en el cementerio, porque allá –de acuerdo con la leyes- se les aplicaba la pena de muerte (como era el caso con los terroristas de la OAS, condenados por los tribunales).

     Venezuela estaba consciente de la nueva estrategia cubana después de quedar perfectamente determinado que en Cuba se habían instalado armas atómicas, medias e intermedias, cuando la OEA, con el voto unánime de sus veinte integrantes, acordó la adopción de todas las medidas, inclusiva la acción armada, para impedir que continuaran esas armas nucleares en suelo cubano. En esa oportunidad se había determinado el bloqueo aéreo-naval de Cuba. Venezuela concurrió, modestamente, a ese bloqueo porque éste no era un país superarmado, con dos destructores y con un submarino, y porque conceptuaba el gobierno que así se estaba cumpliendo con los compromisos internacionales del país. En ese momento hubiera podido estallar un conflicto general y nosotros sabíamos que en un conflicto general Venezuela corría muchos riesgos, ya que nuestro país no producía bananos sino petróleo, producto estratégico de primera clase.

     Con la captación de incautos y la exportación de armas se hacía evidente que el régimen comunista de Cuba trataba de derrocar al régimen de Venezuela y de hacer de Venezuela otra sucursal de Pekín o de Moscú, ya no sólo enviando y adiestrando activistas para el uso de TNT y de plástico en acciones criminales, también enviando morteros, bazukas y otras armas bélicas.

     Venezuela no iba al escenario internacional con un desiderátum ni con una posición última, inmodificable e inflexible; iba en busca de acuerdos y compromisos, como en toda reunión internacional. Había una serie de medidas posibles: la ruptura total de relaciones, el bloqueo aéreo-naval de Cuba para impedir que de allí se siguieran exportando armas, un bloqueo que dejara claro que aquí no estaba en juego un gobierno, sino la seguridad misma del continente. En Venezuela operaban unas Fuerzas Armadas institucionalistas y no corrompidas, no desintegradas moralmente como eran las Fuerzas Armadas de Cuba. Aquí había unas Fuerzas Armadas sólidamente organizadas y estructuradas y un pueblo a quien no le llegó la independencia por correo, sino que le costó medio millón de muertos. Si los comunistas hubieran cogido las armas que se descubrieron en el litoral de Falcón, se les hubiera liquidado en 24 horas, como sucedió en Carúpano y Puerto Cabello.

     Venezuela tampoco tenía la dependencia de Cuba, ya que aquí habíamos incrementado fuertemente el ingreso de divisas ($1.500 millones) y un presupuesto coherentemente administrado (7.000 millones de bolívares), con reservas adecuadas ($700 millones), y una política de cambio social que asentaba a las familias campesinas, duplicaba la población escolar, multiplicaba carreteras, acueductos, cloacas, y un conjunto de mejoras sociales que para nada llevaban al pueblo a envidiar lo que sucedía en Cuba.


     Para este momento histórico las cifras eran tercas: Venezuela tenía un crecimiento territorial bruto del 6% (2% era normal y satisfactorio para América Latina; el crecimiento promedio era de 1%); el sector industrial tenía un crecimiento acumulativo anual del 10%; el sector agropecuario tuvo un crecimiento del 6% acumulativo anual durante el período; había autoabastecimiento de una serie de productos básicos antes importados; la energía ascendió de 2.500 millones de kilovatios en 1050 hasta 5.800 millones en 1962.

     Este gran salto en la producción agropecuaria e industrial –y el desarrollo económico en general, que no se acelera solo con las inversiones de capital- no se podía acelerar más sin la planificación y los hombres que la ejecuten. Poca importancia se le da normalmente a la preparación del material humano, no solamente de la mano de obra, también del sector gerencial; esto también formó parte esencial de la labor realizada durante el Gobierno de Coalición. Ejemplo de esto fue la gestión petrolera.


     Para este momento, era absurdo plantearse la nacionalización del petróleo. Venezuela obtenía una participación más alta que la que obtenía de su petróleo nacionalizado algún otro país de América Latina: 41% en 1962 sobre el producido total de la industria. Venezuela producía 3 millones y medio de barriles de petróleo; era imposible que Venezuela pudiese comercializar, mediante la nacionalización, todo ese petróleo. Y lo que se hizo fue impulsar una Corporación Venezolana del Petróleo, que comenzó a explorar, explotar, refinar y comercializar una parte del petróleo, orientada fundamentalmente al mercado interno. Sin esta formación o preparación previa –sumamente requerida por el país- no hubiésemos creado nunca PDVSA.

     Por otra parte, el Gobierno de Coalición había cumplido con la revisión de la política petrolera, prometida en la campaña electoral de 1958, cuyos lineamientos básicos fueron los siguientes: aumento de la participación de Venezuela en el producido de la industria; se dictó un decreto-ley que aumentaba el impuesto sobre la renta y llevaba la participación de Venezuela a un límite razonable y competitivo con el de los petróleos de otras zonas del mundo. Se prometió que se iba a crear una empresa nacional del petróleo y esa empresa, la Corporación Venezolana del Petróleo, tenía para 1963 dos años funcionando. Se prometió luchar por la creación de un compacto mundial de países productores de petróleo para defender los precios, y estaba funcionando la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), habiéndose logrado un acuerdo y entendimiento mundial entre los países productores.

     Pero de las realizaciones del Gobierno de Coalición, quizás nada era más satisfactorio que el poner en funcionamiento el régimen democrático y representativo, y el que haya funcionado en un país azotado por tantas dictaduras. Que funcionara no solamente en el sentido de respeto de las libertades públicas, sino con un ritmo dinámico de cambio en lo social, de la mejor distribución de la renta y de la riqueza y de orientación del gasto público con dos objetivos fundamentales: los del desarrollo económico y los del mejoramiento en el aspecto cultural y en la defensa de la salud de las mayorías empobrecidas de Venezuela.

AVANCE MILITAR HACIA ATRÁS


Y es ahora, desde 1999, cuando un sector de la Fuerza Armada controla otra vez el poder en Venezuela, impulsada por una egolatría descocada que desea pintar su absolutismo de comunista, buscando cerrarle todas las puertas al poder civil (la mayoría de los venezolanos) y buscando hacer imposible otra alternativa que no sea dictada por un militar de escasa formación. Es aquí donde cierta cúpula militar es tentada para el gran salto al pasado dictatorial, aquellos 125 años donde el país se congeló en el atraso para que los militares (hoy totalmente olvidados por su escasez de valor histórico-social) pudiesen disponer a sus anchas de los frutos de la corrupción más descarada. 

AVANCE MILITAR HACIA ATRÁS
-Alberto Rodríguez Barrera-

     Cuando muchos se preguntan por qué el gobierno chavista no da pie con bola para resolver aunque sea con mediana eficiencia las muy diversas problemáticas que acogotan la vida de los venezolanos, pocos prestan suficiente atención al hecho de que un muy alto volumen de militares han sido puestos al frente de las responsabilidades y las tareas pertinentes al espectro de la sociedad civil. La cifra de ingresos militares, sumando familiars y relacionados, es una gangrena que parte del dedo presidencial.

     No se trata de que los militares no sirvan para nada; se trata del Principio de Peter, donde se ubica a la gente en posiciones en las que no saben qué hacer. Los militares se forman para otras cosas igualmente importantes, constituyendo un sector sumamente pequeño (¿50, 100, 150 mil personas?) dentro de la sociedad. Pocas personas con cuatro dedos de frente dudan de que tan alto promedio de integrantes gubernamentales (¿3, 5 mil militares?) esté mejor capacitado que los cientos de miles de profesionales civiles, cuya preparación multidisciplinaria le ha costado a la nación mucho tiempo, dinero y dedicación; gracias a la “democracia civilista”, imbatible –entre otras cosas- en los cientos de miles de universitarios habilitados que dejaron atrás la triste realidad legada por el militarismo que ha mandó en Venezuela desde 1830, por más de 125 años; siendo evidencia del fracaso la escasa matrícula de 4 mil estudiantes universitarios que teníamos para 1945.
     Los militares estudian y se preparan para otras cosas. Y es un regreso al pasado dañino que hoy sean puestos en áreas tan sensibles como ministerios y niveles especializadas, como Interiores, Minfra, Salud, Ambiente, Defensa Civil, Cadafe, Ferrocarriles, Administración, Tecnología e Información, Corporaciones Regionales, PDVSA, Gobernaciones, Inavi, Fondur, Embajadas, Alcaldías y pare de contar.

     En el pasado hubo militares valiosos que hicieron labor de patria en cargos públicos variados, excepcionalmente. Hoy su despliegue gubernamental nos retrocede al desastre que fueron tantos años de militarismo, que plagaron nuestra historia hasta bien entrado el siglo 20, hasta que la democracia despertó en Venezuela y pudimos finalmente comenzar a salir de tan descomunal atraso, el cual puede constatarse sin el menor atisbo de dudas en cualquier recorrido que se quiera hacer por las estadísticas registradas (y multidisciplinarias) que delatan la evolución de Venezuela mejor que cualquier catarata de palabras huecas (a las cuales, por cierto, son tan aficionados una abundancia de “politólogos de botiquín” que tanto honor hacen a la costumbrista “habladera de paja”. Saludos, robolucionarios).

     La historia seca, sin adornos pajizos, nos indica lo siguiente: el civil José Vargas llegó a gobernar apenas durante un año (del 9 de febrero de 1835 al 8 de julio de ese mismo año; retomó el poder y llegó hasta el 24 de abril de 1836). Juan Pablo Rojas Paúl (mandó de 1888 a 1890, prohijado por el general Antonio Guzmán Blanco), siendo sustituido por otro civil, Raimundo Andueza Palacios (1890-1892). Lo demás fueron los generales Joaquín Crespo, Ignacio Andrade, Juan Vicente Gómez, Eleazar López Contreras e Isaías Medina Angarita. Entre 1830 y 1945, sólo tres civiles ocuparon la presidencia, y por 5 años en total. Ninguno de ellos fue electo por el voto popular.

     De 1945 a 1948, gobernaron los civiles Rómulo Betancourt y Rómulo Gallegos, despertando el muy postergado sentido de la democracia. 

     Luego volvieron los militares otra vez por 10 años, otra vez con la barbarie dictatorial, ladrona y asesina, que tan bien representó Marcos Pérez Jiménez hasta 1958. De 1959 a 1999, gobernaron civiles elegidos por el voto popular, y Venezuela –con una velocidad histórica impresionante, increíble ante cualquier comparativa universal- se incorporó al siglo 20. (Baste o resumamos un detalle: en 1958 no había una empresa venezolana que extrajese un litro de petróleo.)

     Y es ahora, desde 1999, cuando un sector de la Fuerza Armada controla otra vez el poder en Venezuela, impulsada por una egolatría descocada que desea pintar su absolutismo de comunista, buscando cerrarle todas las puertas al poder civil (la mayoría de los venezolanos) y buscando hacer imposible otra alternativa que no sea dictada por un militar de escasa formación. Es aquí donde cierta cúpula militar es tentada para el gran salto al pasado dictatorial, aquellos 125 años donde el país se congeló en el atraso para que los militares (hoy totalmente olvidados por su escasez de valor histórico-social) pudiesen disponer a sus anchas de los frutos de la corrupción más descarada.

     En la actualidad, junto a los civiles que pululan haciendo bulto con soviética sumisión comunistoide, el “mapa estratégico” de esta minoría militarista y forajida está aquí: “Profundizar y acelerar la conformación de la nueva estrategia militar nacional”, definir los fundamentos y objetivos del “nuevo pensamiento militar venezolano”, para lo cual es preciso “borrar todo vestigio de la inyección que nos hicieron o nos aplicaron de la doctrina imperialista”. La compra de militares en marcha pasa también por vender la palabrita imperialismo, táctica tan característica como la eterna lloriqueante cantaleta del chavismo según la cual “alguien” está siempre queriendo aguarles la fiesta, echarles vainitas y postulándose graciosamente para ser inculpado como traidor a la patria.

     Así como el gobierno se llena la boca a cada rato hablando de sus labores de “inteligencia”, siempre escueta, siempre sin pruebas y siempre incapaz de capturar hasta el más insignificante ladrón de pantaletas, la inspiración del Jefe y de esta cúpula de militares atípicos los lleva siempre a importar sus grandes ideas de otros lares. En este caso, la “Doctrina Militar de la Revolución Bolivariana” proviene del mexicano Heinz Dieterich, quien dijo: “Muchos aspectos de la nueva concepción son secretos, como es lógico, pero es posible trazar una idea general del nuevo paradigma que sustituye el de la posguerra y del pensamiento estadounidense”; Dieterich alerta sobre “la amenaza militar de Estados Unidos contra Venezuela”, siendo su idea central: “La adopción en Venezuela de la sabiduría militar milenaria de lo que el libertador vietnamita Vo Gnuyen Giap, arquitecto militar del triunfo sobre el imperialismo francés y estadounidense, llamaba ‘Guerra del Pueblo, ejército del Pueblo’, es un extraordinario paso en la reconquista de las soberanías de la Patria Grande. Porque, al privarle al agresor del centro de gravedad de su ataque –la destrucción física del ejército convencional- se le quita la posibilidad de la batalla decisiva y de la victoria rápida y se le obliga a la guerra popular prolongada, en la cual no podrá prevalecer”. ¡Guácala, pupú!

     Esta gente –ese patuque chavista- nos está manejando a la patria en secreto, sin consultar siquiera con un referéndo (aunque fuera tracaleadito y peorrito) sobre si los venezolanos aprobamos un sistema socialista (que el jefe inventa realengamente), sin tomar en cuenta si los venezolanos queremos meternos en un hueco ensangrentado como fue Vietnam, sin pararle media perinola psíquica a la intención de convertir el sistema judicial venezolano en una Seguridad Nacional y, en síntesis, sin tener el más leve recuerdo de que todas sus acusatorias virulentas en contra de los males democráticos se han quintuplicado hoy horrorosamente, para decir lo mínimo. tanto así que al resto de los mortales venezolanos pareciera no quedarnos otra que aceptar un futuro de aguaceros sangrientos y charcos de supuración, donde sólo brillarán jueces desnaturalizados con imputaciones y decisiones rechifladas, tramposos de reconocida trayectoria manipulando elecciones y cedulaciones a conveniencia malandra, y todo junto a una dosis de presos y la muy presente y continuada metástasis dialéctica que a pasos agigantados avanza frenéticamente hacia etapas trogloditas.

     Y en cuanto a los militares… uno se pregunta si la capacidad de inteligencia ha llegado realmente a tocar fondo, ahí donde unos cuantos loquitos de la rapiña colocan bloquecitos lego construyendo una muy propia y díscola Muralla de Berlín o Cable de La Habana. Siendo así, camaradas: ¡olvídense de Bolívar!

lunes, 27 de junio de 2016

GOBERNAR PARA EL BIENESTAR DEL PUEBLO


La movilización de voluntades e inversiones, públicas y privadas, en obras que se no consideraban reproductivas, buscaban respaldar la política de medicaturas, acueductos y cloacas y el saneamiento ambiental –de salud y bienestar- que no podían ser asumidas en su totalidad por el Estado. 
Había conciencia de que, paralelo al desarrollo urbano que avanzaba aceleradamente en las ciudades, no podía dejarse por fuera a millares de familias venezolanas que estaban al margen de la higiene y huérfanas de comodidad, sin casas confortables. Pero habían prioridades como el agua, su disposición, salud, educación. Porque el desarrollo es un problema de tiempo, especialmente en un país pobre que vivía la ilusión de ser rico.



GOBERNAR PARA EL BIENESTAR DEL PUEBLO 
-Alberto Rodríguez Barrera

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     Se puede afirmar, con todo énfasis, que en ningún país de la América Latina, en cualquier época de esta región del mundo, se ha dado un impulso más acelerado a la educación integral del pueblo como el recibido en Venezuela en los tres años del Gobierno de Coalición transcurridos entre 1959 y 1961.

     De 69%, se llevó al 86% a la población escolar inscrita en las escuelas, alcanzando las plazas disponibles en educación el 97%. Partiendo de la tremenda batida dada a la ignorancia, la reducción del analfabetismo llegó a la cifra récord del 30% (la tasa de analfabetismo en 1958 estaba en 56,6% y se llevó al 26% en 1961), en educación media se duplicó (de 11.000 concurrentes en 1958 se pasó a 202.000, un incremento del 85%). En resumen, más de millón y medio de niños, adolescentes y jóvenes estaban inscritos en todos los planteles del país. Y en cuanto a educación superior, se creó la Universidad de Oriente con sus escuelas ubicadas en los Estados Sucre, Anzoátegui, Monagas, Nueva Esparta y Bolívar. Se elevó a 25 mil alumnos inscritos en las universidades nacionales.


     La labor educativa se desarrollaba pese a la excesiva politización que promulgaban los partidos obnubilados por la violencia de Cuba, con brigadas de choque declarando guerra a muerte contra las instituciones democráticas, fabricando artefactos explosivos y manipulando armas de fuego en liceos y universidades. La lucha del Gobierno de Coalición era también para que el esfuerzo hecho por llevar la educación a todas las capas sociales del país no se desfigurara o frustrara por la obstinada y antivenezolana conducta de pequeños cenáculos de organizaciones políticas que se iban asimilando a grupos terroristas.


     Por otra parte, se continuó ejecutando el plan de vialidad formulado en 1947, incrementándose con la inversión de 932 millones, con lo cual en tres años se habían pavimentado 1.743 kilómetros de carreteras (Guatire-Caucagua, El Guapo –Barcelona, Bejuma-Nirgua-Chivacoa, Carora-Lagunillas, Dos caminos-El Pao), construyéndose en el mismo período 885 kilómetros, mejorándose 2.924 kilómetros y repavimentándose 511 kilómetros, además de adelantarse la construcción de otras, como Barinas-Pedraza y Temblador-Los Barrancos. 

     De la misma manera, se concluyó el puente sobre el río Apure, se intensificaban los trabajos del puente sobre el Lago de Maracaibo (a concluirse en 1962), comenzaba la construcción del puente sobre el Caroní, se licitaba el puente sobre el Orinoco, garantizando la comunicación permanente entre Ciudad Bolívar, el complejo industrial de Santo Tomé y el resto del país. La autopista Coche-Valles del Tuy-Tejerías y la de Valencia a Puerto Cabello se pondrían en servicio en 1963.


     Las telecomunicaciones eran igualmente aceleradas: se aumentó en 341 canales telefónicos y telegráficos, la construcción de 3.421 kilómetros de líneas físicas, nuevos circuitos con el exterior, la nueva central semiautomática de Caracas, el aumento y mejora de la calidad entre la capital, los Andes y el oriente del país, previéndose la red troncal de microondas en el oriente y el cable submarino que nos uniría con Estados Unidos. La red radioeléctrica de costas y ríos fue aumentada en 14 unidades de ayuda y salvamento marítimo.





     Adecuándonos a la era del jet, la política de aeropuertos implicaba las ampliaciones de las pistas de Maiquetía, Barquisimeto, La Fría; se construía y ampliaba el aeropuerto e Barcelona, se comenzó el de Maracaibo, se ponía en servicio el auxiliar de Trujillo; se instalaron radares en 4 aeropuertos, se actualizaron 5 torres de control. El servicio postal fue combinado con la empresa privada y se redujo en 50% la demora en entregas (habiéndose suprimido la lectura de correspondencia que rigió durante la dictadura).

     Fue creada la Venezolana Internacional de Aviación S. A. (VIASA), la Compañía Venezolana de Navegación dejó de tener pérdidas y se le agregó el transporte del mineral de hierro de Guayana y el de productos que ya había comenzado a fabricar la Siderúrgica de Matanzas.


     La salud mejoró considerablemente, gracias a campañas de medicina preventiva, saneamiento ambiental, vacunación, la intensificación del programa de construcción de letrinas, acueductos rurales, la habilitación de camas hospitalarias (19.000 en 1958, y 23.575 en 1961, 20% de incremento en 3 años), incremento de 500 camas en el Hospital Militar para asegurados, dotación del servicio de traumatología del Seguro Social, y se preveía la integración de los servicios de salud en un comando único, en concordancia con la capacitación puesta en marcha para remediar el problema de escasez de personal técnico, especialmente de médicos y enfermeras.

     En 1959 había 334 comedores escolares, para 56.495 plazas. La cifra se elevó a 442, se aumentó el cupo a 70.565 plazas, atendiéndose en los 776 comedores a 127.000 niños diariamente. Más de 120 menores fueron atendidos por el Consejo Venezolano del Niño, que extendió los campos de recreación dirigida hacia buena parte del país.

     En acueductos, cloacas y otras obras de saneamiento ambiental se cubrió el servicio en 59 ciudades, construyéndose más de 200 acueductos en la zona rural, se continuó la construcción del dique Lagartijo (ocho veces mayor que La Mariposa) cubriendo la necesidad de agua de Caracas para los próximos 8 años. Se aumentó en 44% la población servida; se realizaron cuantiosas inversiones en los acueductos de Margarita y Cabimas, se trabajaba para cubrir 99 ciudades de más de 5.000 habitantes, además de 300 poblados rurales); 300 años después de construida la ciudad de Mérida, finalmente llegó el servicio de agua potable.

     Además de satisfacer necesidades humanas, los acueductos y cloacas eran la base del saneamiento ambiental, con menos enfermos en la medida en que todo el país dispusiera de servicios públicos de agua potable y eliminación de aguas negras. El Gobierno de Coalición no pagaba dividendos de publicidad. Enterrar tubos para distribuir agua y recoger excretas no es de las empresas que seducen a los gobernantes embelesados por la idea de construir sobre la superficie para que se viera (como lo había demostrado nuestra historia de carencias), pero los pueblos sí sienten y agradecen una obra encaminada a satisfacer sus necesidades primarias. Una nación moderna se construye en sus cimientos, no en abalorios ornamentales. La nación moderna se estaba forjando en Venezuela al dotar a sus ciudades, pueblos y caseríos de adecuados servicios de acueductos y de cloacas.


     El agudo y crítico problema de la vivienda se atacó con construcción propia y con una recio programa de créditos y asistencia técnica hacia los privados. Durante los primeros tres años se construyeron –por parte del gobierno constitucional- 18.400 viviendas y se otorgaron créditos para la construcción de 11.000 otras viviendas. En 1961 se creó, además, la Comisión de Ahorro y Préstamo, se lograron préstamos internacionales para la construcción de 12.500 viviendas en 1962 para las clases de más bajos recursos y otras 4.500 unidades en Guayana, Coche y Morón. Se previó la creación del Instituto Nacional de la Vivienda (INAVI), además de habilitarse el programa de remodelación de barrios por vía de la Fundación para el Desarrollo de la Comunidad y el Fomento Muncipal (FUNDACOMUN).


     La creación paralela de la Fundación de la Vivienda Popular, organización no lucrativa y de servicio social, movió la habilitación de recursos privados y financiamiento externo para un problema que se afrontaba con franqueza, ya que también tomaba en cuenta los 700.000 ranchos de techo de paja en el ámbito rural, plagados del chipo o chupón, vector del terrible mal de chagas, que después de haber sido erradicado el paludismo constituía el nuevo reto endémico planteado a la nación.

     La movilización de voluntades e inversiones, públicas y privadas, en obras que se no consideraban reproductivas, buscaban respaldar la política de medicaturas, acueductos y cloacas y el saneamiento ambiental –de salud y bienestar- que no podían ser asumidas en su totalidad por el Estado.

     Había conciencia de que, paralelo al desarrollo urbano que avanzaba aceleradamente en las ciudades, no podía dejarse por fuera a millares de familias venezolanas que estaban al margen de la higiene y huérfanas de comodidad, sin casas confortables. Pero habían prioridades como el agua, su disposición, salud, educación. Porque el desarrollo es un problema de tiempo, especialmente en un país pobre que vivía la ilusión de ser rico.

UN FUTURO DE AMOR INTELIGENTE


Esta es una fuerza que está al alcance de la mano de manera inmediata y que el chavismo ha espantado de sus predios. Porque “sin ánimo de lucro” significa cambiar al ser humano, o sea: llegar a los pobres con efectividad, principios, habilidades y respeto. A diferencia del chavismo que trabaja por la dependencia gubernamental, centralizada y vaga, nuestro desarrollo humano debe abrirse y llevarse a cabo por vía de una comunidad integrada, con el empuje de las organizaciones autónomas que ya están a mano. El amor inteligente va más allá de las palabras huecas.


UN FUTURO DE AMOR INTELIGENTE
-Alberto Rodríguez Barrera- 

 “Cuando las personas son omitidas, los hombres juzgan erróneamente.
La razón es que están pasando juicio sobre ellos mismos,
y la mayoría de la gente son malos jueces de sus propios casos.”Aristóteles


     Así como antiguamente los campesinos, agricultores y criadores de ganado eran la civilización, y así como en tiempos de Marx y Engels se profetizaba,antes que diagnosticar, que el grupo social más numeroso –los obreros- tendría su “auge y caída” para dar paso al comunismo, la evolución real ha demostrado que las cosas cambian, y no como las predijeron. Para 1950, en realidad, los obreros y sus sindicatos llegaron a ser la fuerza política dominante en todos los países desarrollados no comunistas; y para los años 70 (y hasta la actualidad) el obrerismo y el trabajador industrial ya estaban en el camino de ser sólo el 10 por ciento de la fuerza laboral. Hoy, hasta el papel de los sindicatos anda en busca de nuevos caminos.

     “Culpable” de esta reversión de los pronósticos politizados ha sido el camino de conocimientos que la humanidad adoptó. No era trabajando más duro y por más horas que los obreros saldrían adelante. Era/es trabajando en forma más inteligente, aplicando la educación y los conocimientos. Lo que derrotó a Marx y al marxismo fue el enorme aumento de la producción, que incrementó los jornales de los obreros rebajando al mismo tiempo los precios de los productos, aumentándose su demanda, triplicándose los ingresos; descartándose la teoría marxista de “proletarios explotados” se abrió así el camino para pasar a la clase media, cosa ajena también al concepto prevaleciente entonces de “burgueses”. Es decir, de los trabajadores manuales se pasa a los trabajadores ilustrados, porque no fueron los “robots” sino los trabajadores con conocimientos y sus procesos de producción más organizados lo que incrementó los empleos de clase media que está creando este proceso; y son muchos más los empleos de obreros que se están perdiendo. Marx pareció no contar con la educación de abajo para arriba, desvío similar a la educación “por un solo tubo” que pretende el chavismo.

     La “educación” que el chavismo pretende uniformar con tintes rojos es “política”, cosa que es igual a “insuficiente escolaridad”, que no genera “ilustración” y que –por el contrario- tiene una marcada preferencia por los fracasados, los desertores escolares, los deficientes de segunda y los problemáticos, que se acomodan al facilismo del dinero sin estudiar, atropellando su dignidad. Lo que realmente camina por América Latina y el mundo no es una espada, es la necesidad ineludible de “moral y luces”, tanto en técnicas superiores como universitarias, una ampliación del trabajo basado en conocimientos, para todas las áreas del acontecer social.

     Porque tampoco se trata de dejar atrás (o encumbrar) a quienes no han aprendido a aprender. La tarea que sigue siendo impostergable realizar en Venezuela es la aplicación de conocimientos y la dotación de productividad, dignidad y oportunidad a los oficios manuales realizados por trabajadores no calificados, a todo nivel. La meta aquí –como es la tendencia a nivel mundial- es avanzar y crecer para hacer del trabajador no calificado la mayor de las minorías. Nuestro desarrollo debe fundamentarse en la adquisición de conocimientos, porque el capital humano es el verdadero capital.

     Ahí donde el chavismo aun cree que el capitalista es el hijo pródigo y preferido del capitalismo, ignoran que el capitalista es muy anterior al capitalismo. La economía industrial tuvo sus primeros hijos en los obreros, principales beneficiarios de la economía moderna, que los encaminó a la clase media en ingresos, posición social y poder político, sin que necesitaran mejores habilidades o conocimientos, trabajando mucho menos duro y durante menos horas que los obreros de cualquier época anterior. Hoy y hacia el futuro, no podemos permitir que quienes carecen de conocimientos sean convertidos en hijastros, como pretende el chavismo en su “paternalismo misericordioso” y su versión invertida del “amor”.

     Los trabajadores y sus organizaciones deben revisar su función y reinventarse como órgano que vela por el potencial, la realización y la optimización de los recursos humanos en general; los sindicatos deben representar a sus empleados contra la estupidez, la arbitrariedad y los abusos del poder administrativo; como un “ombudsman” pro-productividad y calidad, para mantener a las empresas competitivas, conservar empleos y equilibrar ingresos; como agencias de cambio humano, sus caminos idóneos no son de negocios ni gubernamentales. Aquí el potencial no tiene ánimo de lucro, esa gangrena del chavismo particularizado.

     La pobreza debe combatirse urgentemente, con el incremento de conocimientos en torno a lo que no contiene ánimo de lucro, con iniciativas y organizaciones no gubernamentales cayéndole “en cayapa” para su alivio y erradicación. Priorizando, por ejemplo, las problemáticas de alimentación, empleos, salud y seguridad, estas luchas deben compactarse como una fuerza especial, integrando escuelas, colegios, universidades, instituciones filantrópicas locales, nacionales, internacionales, grupos comunitarios de servicios, iglesias, empresas, voluntariados, gremios, misioneros… Tales acciones, además, llevan implícitas plataformas generadoras de empleos, remunerados y no remunerados.

     Esta es una fuerza que está al alcance de la mano de manera inmediata y que el chavismo ha espantado de sus predios. Porque “sin ánimo de lucro” significa cambiar al ser humano, o sea: llegar a los pobres con efectividad, principios, habilidades y respeto. A diferencia del chavismo que trabaja por la dependencia gubernamental, centralizada y vaga, nuestro desarrollo humano debe abrirse y llevarse a cabo por vía de una comunidad integrada, con el empuje de las organizaciones autónomas que ya están a mano. El amor inteligente va más allá de las palabras huecas.

viernes, 24 de junio de 2016

EL CHAVISMO, BALA FRIA SIN FILOSOFÍA



¿Qué tipo de estupidez es la creencia del chavismo de que son una especie de perfección superior a la contundencia con que la realidad refuta? La ceguera hecha en casa hace de la imperfección una invisibilidad; de ahí que el debate que se da es sobre ser más perfectos que ellos mismos, o sea: la idea de la nada. Dios parece ser un detalle de la perfección que colocaron en la mente del chavismo para que creyera el mundo que sólo ellos existen, ajenos a la carencia de perfecciones y absolutamente entregados a la creencia de que no hay nada más perfecto que una mente con boina roja, existiendo solos y totalmente independientes de cualquier otro ser humano, cual poseedores de las pocas cualidades requeridas para ser perfectos. No de otra manera puede entenderse el derecho exclusivo sobre lo infinito, eterno, soberano, inconmovible y todopoderoso con que adornan su escualidez. La duda, la inconsistencia, la melancolía y demás, que fueron excluidas de la naturaleza de Dios, para ellos fueron también materias eximidas. ¿Qué se hace con algo así compuesto, que ha concluido que no hay otra inteligencia tan pura u otros seres humanos tan totalmente perfectos? ¿Entregarnos porque sin eso no podemos vivir ni un minuto?

EL CHAVISMO, BALA FRIA SIN FILOSOFÍA
-Alberto Rodríguez Barrera-

     Hemos deambulado por años como espectadores –más que como actores- del mundo que nos rodea, entre dudas y aprehensión, como escépticos ante la secuela de errores, dudando por el gusto de dudar, indecisos ante la certeza de las evidencias, como hurgando sobre la arena movediza en busca de una solidez subterránea. Parecieran a veces esfuerzos sin recompensa en torno al descubrimiento de la falsedad. Flacas conjeturas pese a la solidez de todos los razonamientos. Y justo cuando la vieja casa es demolida, destruyendo hasta lo que estaba bien cimentado, seguimos buscando establecer certidumbres más allá de lo evidente, continuamos ejercitando métodos para las dificultades, olvidándonos a veces de los precipicios consolidados, como si no tuviéramos otro empleo que el desgaste, el dolor de distinguir entre el placer y el vicio, ocio sin tedio, honesta diversión, cuando lo que se requiere es una perseverancia de acción machacando las verdades evidentes.

     Lo que ha sido suficiente es la confrontación de las dificultades con cartuchos de salva, con balas frías sin acento social, cuando hasta los rumores han llegado a conclusiones de certeza y canonización. La ignorancia e indolencia del chavismo está confesa y su ingenua mediocridad ya es un hábito de anestesia, que se despliega con jactancia irracional, no requiriendo siquiera ser digno de su reputación, esa capacidad de distanciamiento y retiro de la realidad social fundamental, cual enriquecido ejército en fuga de los más elementales sentidos de la paz, con unos pocos miles de “habilidosos” ocupados en sus extraños negocios, sin perder oportunidad para el trastorno del medio ambiente del grueso de la colectividad, acampando en “carpas” remotas de una soledad que no debe ser molestada. (Muchos espacios citadinos son símbolos del país actual, impregnados de pobres calle-durmientes, de un sobrevivir escaso entre atracadores desaforados, cloaca pública y desfachatez de indolencia.)

     La soledad del chavismo es ocupada por un discurso sin meditaciones que no va más allá de una cháchara que gusta a pocos y un sentido de la moralidad altamente opuesto a la verdad, impregnado de errores lógicos cuyas razones fracasan hasta en las más simples materias geométricas, falibles y rechazadas por su concluyente falsedad. “Finalmente, en vista del hecho de que esas mismas ideas, que nos llegan cuando estamos despiertos, nos llegan también cuando estamos dormidos sin que ninguna de ellas sea verdad...” Descartes calificaba de “ficciones de mis sueños” lo que entraba como falso a su mente; para nosotros ya es un tráfico de pesadillas.

     Los azotes en el cuerpo social van más allá del “pienso, luego existo”: estamos existiendo con el pensamiento enroscado bajo un cuerpo adolorido. Está claro y precisamente confirmable que nuestra existencia no depende de una verdad única únicamente con vida en la imaginación del chavismo, y no es posible concluir en la tesis cartesiana de que somos “una sustancia cuya sola esencia o naturaleza consiste en pensar. Y cuya existencia no depende de su locación en el espacio ni en ninguna cosa material”. Nuestra existencia o realidad física no es así, aunque valga la necesidad de asegurarnos la verdad y la certeza mental y social ante el hundimiento a que nos arrastra el chavismo.

    ¿Qué tipo de estupidez es la creencia del chavismo de que son una especie de perfección superior a la contundencia con que la realidad refuta? La ceguera hecha en casa hace de la imperfección una invisibilidad; de ahí que el debate que se da es sobre ser más perfectos que ellos mismos, o sea: la idea de la nada. Dios parece ser un detalle de la perfección que colocaron en la mente del chavismo para que creyera el mundo que sólo ellos existen, ajenos a la carencia de perfecciones y absolutamente entregados a la creencia de que no hay nada más perfecto que una mente con boina roja, existiendo solos y totalmente independientes de cualquier otro ser humano, cual poseedores de las pocas cualidades requeridas para ser perfectos. No de otra manera puede entenderse el derecho exclusivo sobre lo infinito, eterno, soberano, inconmovible y todopoderoso con que adornan su escualidez. La duda, la inconsistencia, la melancolía y demás, que fueron excluidas de la naturaleza de Dios, para ellos fueron también materias eximidas. ¿Qué se hace con algo así compuesto, que ha concluido que no hay otra inteligencia tan pura u otros seres humanos tan totalmente perfectos? ¿Entregarnos porque sin eso no podemos vivir ni un minuto?

     Los pensadores armados con algo más que balas frías consideran que la gran dificultad de la gente es elevar sus mentes por encima de sus sentidos, ya que están acostumbrados a pensar con la ayuda de sus imaginaciones, y que lo que no pueden imaginarse parece ininteligible. Es como decir que nada hay en el entendimiento que no pase primero por los sentidos. El chavismo ataca a todos los sentidos, como lo pueden entender todos los que hacen uso de la imaginación, y el sonido es malo, el olor es malo y lo que vemos es un detritus que nos hace sentir tan triturados, que no hay otro camino, para el entendimiento y la acción, que el desbordamiento dinámico de la imaginación. Sobre lo que tenemos certeza moral no hay dudas y tenemos suficientes causas sociales y filosóficas para una confrontación más realista, que no sueña con ser poseída por la pesadilla de un cuerpo extraño como el chavismo.

     Pero más que de sentidos e imaginación, hablamos de la razón.








DESARROLLO, LEJOS DE LA INUTILIDAD COMUNISTA


Decía Rómulo: “Y vendrán por ahí seguramente los agentes de gobiernos extranjeros, los comunistas y sus satélites, a decirles que mejor se está haciendo en Cuba. En Cuba no se está haciendo mejor; en Cuba lo que se está haciendo es convertir a los obreros y campesinos en esclavos de un Estado totalitario y comunista al servicio de los intereses de Rusia. Y como he dicho tantas veces, y aquí quiero repetirlo, nosotros los venezolanos hemos sudado, nosotros mismos, nuestras calenturas. Cuando tuvimos un despotismo lo combatimos los venezolanos, lo derrocamos los venezolanos; hicimos los venezolanos nuestras elecciones, hicimos los venezolanos nuestra Constitución y nuestra ley agraria. Estamos procediendo venezolanamente y no tenemos por qué aceptar las consignas que vengan de Rusia a través de La Habana”.


DESARROLLO,
LEJOS DE LA INUTILIDAD COMUNISTA
-Alberto Rodríguez Barrera-


     Rómulo Betancourt prometió y cumplió la idea de no gobernar desde un oficina de Miraflores, “donde no se dispone de radares para detectar las inquietudes de las colectividades”, y en sus constantes giras administrativas recorría las entidades federales poniéndose en contacto directo con los problemas, necesidades y aspiraciones de cada lugar, costumbre en la cual introdujo la innovación de hacerse acompañar por Ministros que ejecutaban obras e integrantes del cuerpo diplomático internacional. Y así sucedía a finales de abril de 1962 en el Estado Guárico, hogar de la laboriosa y esforzada colectividad llanera. En las giras administrativas, que no se confundían con la bullaranga característica de las campañas electorales, viajaba por tierra, para supervisar, iniciar e inaugurar obras.


    Parte importante de la gestión del Gobierno de Coalición era la construcción del gran tejido que iba uniendo a Venezuela por vías carreteras. La Carretera de la Costa ya había conectado a Guatire con Barcelona, y se trabajaba para conectarla con Altagracia de Orituco, que ahora se ponía a 145 kilómetros de Caracas. Este ambicioso plan de vías de comunicación era agresivo y ambicioso: en el Guárico ya se habían construido 31 kilómetros de carreteras, mejorándose 770 kilómetros, pavimentándose y repavimentándose 302 kilómetros y –para el momento de la gira- se estaban trabajando sobre 463 kilómetros adicionales.


     Esto incluía vías como: Valle de la Pacua-Pariaguán; El Sombrero-Las Mercedes-Chaguaramas; Calabozo-Camaguán-Puerto Miranda; San Juan de los Morros-El Sombrero; Chaguaramas-El 33; El Sombrero-La Encrucijada-Calabozo; Dos Caminos-ElPao; San Juan-San Sebastián-Altagracia de Orituco; ramal de San Casimiro-Cogollal-Camatagua, Valle de la Pascua-Tucupido-Zaraza…Y para 1963 estaban previstas las carreteras Las Mercedes-Cabruta; La Unión-Troncal 2; Dos Caminos-Calabozo; y en carreteras y caminos de penetración se contabilizaban otros cientos de kilómetros. El Guárico “dejó el polvero atrás”.

     También se había construido el aeropuerto de Valle de la Pascua, y estaba en marcha la ampliación y pavimentación de las pistas del aeropuerto de Calabozo, además de la construcción del aeropuerto de Zaraza.


     En Altagracia de Orituco se construía la represa de Guanapito (prevista desde 1946 y archivada por la dictadura), que se había comenzado en 1958 y estaría terminada en 1963. Uno de los problemas básicos de Venezuela era la falta de irrigación de extensas zonas aptas para el cultivo y la cría. En Guárico se hicieron estudios y proyectos que generaron el sistema de riego del río Guárico (para 1959 estaban bajo riego apenas 900 hectáreas y para abril de 1962 ya estaban irrigadas 22.000 hectáreas), y para 1964 estarían 40.000 hectáreas (de 2.000 toneladas de arroz que se producían en 1958, se ascendió a 48.000 toneladas en 1962). Los planes de riego en marcha incluían: San Antonio del Tamanaco y Quebrada Las Raíces (para 12.000 hectáreas), la represa del río Tiznados (para 15.000 hectáreas), Camatagua (para 25.000 hectáreas) y los Canales para la Estación Experimental de los Llanos y el sistema de riego para San Juan de los Morros (700 mil hectáreas, y que además suministraría agua abundante al acueducto de esta población).


     Junto a ello, la Reforma Agraria. Rómulo recordó que fue en los Llanos donde Simón Bolívar ofreció una Ley de Reforma Agraria por decreto-ley de 1817 (torcida y deformada posteriormente por la casta de latifundistas) y ahora, en 1962, más de un siglo después, en Valle de la Pascua solamente se entregaron 13.788 hectáreas a 779 familias (fundo Las Lomas, distrito Infante; la colonia Ortiz 2, distrito Roscio; Caño del Diablo, distrito Miranda; San Andrés, Los Samanitos, Tuira, Piloncito, La Trujillana, La Morrocoya, distrito Monagas). Hasta el momento se habían asentado en Guárico 2.700 familias en un total de 138.000 hectáreas.


     Junto a estas tierras venían créditos oportunos y suficientes, créditos no regalados sino para ser pagados, “porque éste no es un gobierno demagógico que está utilizando los fondos públicos para hacer regalos”, dijo Rómulo. Más de 100 lagunas, beneficiando a igual número de comunidades, se habían puesto en funcionamiento, además de 83 pozos perforados con sus respectivas instalaciones de molinos y pequeñas represas. Ya se habían instalado también 4 de una serie de escuelas granjas previstas (Calabozo, Valle de la Pascua, Sosa y San José de Guaribe), donde más allá de enseñarse las destrezas de trabajo y cultivo de la tierra, se cursaba Primaria.


     En materia educativa (las cifras demuestran que jamás en ningún otro país de América Latina, en cualquier momento de la historia, se había hecho más en menor tiempo en favor de la cultura del pueblo de lo que se había hecho en Venezuela de 1959 a 1962), destacaba el Liceo de San Juan de Los Morros, la ampliación de la Escuela Normal de Zaraza, la ampliación de la Normal y Grupo Escolar en San Juan de Los Morros, 14 grupos escolares en El Socorro, Guayabal, Cabruta, San Francisco de Macaira, Zaraza, San Juan de los Morros, Chaguaramas, El Sombrero, San José de Guaribe, Calabozo, Las Mercedes, Sabana Grande de Orituco, y más 120 escuelas. Junto a ello, 15 comedores escolares, con lo cual se combatía la infraalimentación, una de las causas indiscutibles del ausentismo escolar.


     En materia sanitario-asistencial, continuó la siembra que se hacía por todo el país de hospitales, puestos de salud rural y puestos ambulatorios. Se mejoró y ensanchó el Hospital de San Juan de los Morros y el Centro Materno Infantil de Valle de la Pascua, y estaban por construirse el Hospital Zonal de Valle de la Pascua, el Hospital Zonal de Calabozo y el Hospital Zonal de San Juan de los Morros. Un total de 25 edificaciones sanitario-asistenciales se habían construido en Guárico entre 1959 y 1962.


     Impresionaba también la construcción de acueductos y cloacas. Los acueductos de San Juan de los Morros, Valle de la Pascua, El Sombrero, Altagracia de Orituco, Tucupido y Zaraza cumplieron con una población servida de 21.000 personas; las cloacas de San Juan de los Morros, Calabozo y Valle de la Pascua sirvieron a 30.000 personas. En 1962 se ejecutaban nuevos acueductos en Las Mercedes, El Sombrero, Tucupido, Zaraza, Calabozo, El Socorro, Altagracia de Orituco; para 1963 estaban programadas también las nuevas cloacas para Las Mercedes, El Sombrero, Zaraza, Altagracia de Orituco, Tucupido, Valla de la Pascua y San Juan de los Morros, además del incremento pertinente en materia de acueductos rurales, donde ya se habían realizados los de San Francisco de Macaira, San José de Guarina, Espino, y estaban previstos para la construcción los de El Rastro, Camaguán, El Calvario, Sosa, Las Lajitas, El Socorro, Uveral, Las Cocuizas, Chaguaramas y Santa María de Ipire.


     El Banco Obrero había construido 566 viviendas, el Ministerio de Sanidad y Asistencia Social otras 388 y estaban en marcha 600 más. Se habían otorgado 101 créditos artesanales y para la pequeña industria y –para concluir este breve recorrido- había diversas obras de electrificación, de construcción, de plantas eléctricas, de mataderos y otra serie de materias que dejaremos en el tintero.


     Venezuela estaba solucionado sus problemas fundamentales y recuperando el tiempo perdido por más de un siglo de olvido social, evidenciando con hechos concretos el camino que seguiría recorriendo la democracia venezolana por muchos años, todo mientras confrontaba a la gente obnubilada que seguía los caminos de la violencia, del terrorismo, de la explosión dinamitera y de la acción armada de quienes se habían enamorado de la tiranía cubana y que buscaban hacer una guerrilla sin campesinos ni obreros, como quien hace mazamorra sin masa. En el Guárico había evidencia cierta de que los campesinos y los demás venezolanos nos estábamos arraigando profundamente en un sentimiento de nacionalidad, ajeno a la querencia de ser simples peones en el tablero de ajedrez comunista que manipulaba Fidel Castro, buscando sustituir la tricolor nacional con banderitas rojas soviéticas, cultivando el quintacolumnismo extranjerizante en nuestra patria, como un quiste que los venezolanos extirpaban por profilaxia y sin métodos de paredón.


     Decía Rómulo: “Y vendrán por ahí seguramente los agentes de gobiernos extranjeros, los comunistas y sus satélites, a decirles que mejor se está haciendo en Cuba. En Cuba no se está haciendo mejor; en Cuba lo que se está haciendo es convertir a los obreros y campesinos en esclavos de un Estado totalitario y comunista al servicio de los intereses de Rusia. Y como he dicho tantas veces, y aquí quiero repetirlo, nosotros los venezolanos hemos sudado, nosotros mismos, nuestras calenturas. Cuando tuvimos un despotismo lo combatimos los venezolanos, lo derrocamos los venezolanos; hicimos los venezolanos nuestras elecciones, hicimos los venezolanos nuestra Constitución y nuestra ley agraria. Estamos procediendo venezolanamente y no tenemos por qué aceptar las consignas que vengan de Rusia a través de La Habana”.


     Unos días después de la gira al Guárico, el Primero de Mayo (1962), histórica fecha de los trabajadores del mundo, hubo el desfile multitudinario y caudaloso de la Confederación de Trabajadores de Venezuela, donde se vocearon consignas y agitaron reivindicaciones, no como apéndice del Gobierno ni de partidos sino como movimiento obrero autónomo, venezolano y venezolanista, que nunca ha recibido consignas foráneas, que defiende el orden de cosas democrático del país porque es un orden que sienten como hombres y mujeres libres, y que como trabajadores persisten en apreciar sus beneficios. Porque en Venezuela iban obteniendo extraordinarias ventajas a través de contratos colectivos y otras conquistas, en la ciudad y en el campo, como jamás se había visto en su tierra.