jueves, 16 de junio de 2016

DEL SUBDESARROLLO AL ANTIDESARROLLO (O EL EFECTO MARIPOSA NO ES MARIPOSEO)


En los tiempos de estancamiento que le ha impuesto el chavismo a Venezuela desde su llegada al poder, caracterizado por un fracaso total que omite la palabra desarrollo, se exalta más una verdad que muchos parecen ignorar: entre 1958 y 1998, los famosos cuarenta años de Democracia, obtuvimos un desarrollo social y económico –en tan grande escala y extensión- como jamás se había logrado en todo el tiempo anterior de nuestra historia. La exacerbación crítica hacia ese período contiene una sola verdad: no se logró todo lo que debía haber realizado, pero se logró un desarrollo integral que nadie esperaba y que realmente ocurrió.

DEL SUBDESARROLLO AL
ANTIDESARROLLO
(O EL EFECTO MARIPOSA NO ES MARIPOSEO)
-Alberto Rodríguez Barrera-


“Y todos vemos que los hombres se agarran de la vida aun al costo de soportar grandes infortunios, 
porque encuentran en la vida dulzura y felicidad naturales.” 
Aristóteles


     Tras el saqueo de los 10 años de militarismo del dictador Marcos Pérez Jiménez, tan parecido a la actual voracidad del chavismo, Venezuela llegaba más allá de la primera mitad del siglo 20 sin industrias, sin gente entrenada e instruida, sin siquiera capaz de producir un litro de petróleo porque no había una sola empresa petrolera nacional, ni hablar de refinerías, petroquímicas, infraestructuras de salud, comunicaciones, etc.; algo sumamente diferente a lo que encontró el chavismo cuando arribó al poder, cuando ya PDVSA figuraba entre las empresas petroleras más efectivas del mundo, como no lo es hoy.

     En aquellos años y hasta el presente, lo que no se desarrolló en todas partes del planeta fue el comunismo, ya que ahí se dio el “antidesarrollo”; ahí el tiempo se detuvo en un estancamiento, a la espera de su caída. Pero Venezuela surgía de la nada heredada en más de un siglo de ineficiencia militarista, aunque no se llegó a la derrota de la pobreza, ya que esto sólo es posible cuando se conquista el desarrollo económico. Y a Venezuela había que integrarla con herramientas básicas ausentes: sistemas de comunicación, salud, educación...

     Es lo que llamamos la “alfombra roja” sobre la cual se posó el chavismo, cuya única obra anterior fue el golpismo y sus muertos. Con las manos vacías, las alforjas sin talento y una lengua larga, el grupito rústico y escaso de conocimientos, conformado por los últimos de la clase y las ambiciones de la frustración, inició la aplicación de su “plan sovietizante”. La planeación soviética era el estilo que –desde 1990- demostró al mundo que su crecimiento no eran más que ficciones de la fantasía y de la imaginación burocrática. Ejemplos: la URSS, después de 70 años de comunismo, estaba por debajo de la mayoría de los países del Tercer Mundo en todas las categorías de salud; Cuba, después de casi 50 años, hoy produce menos que antes de Castro; Checoslovaquia, antes de ser sometida al plan soviético, igualaba a Alemania Occidental en productividad y tecnología, por encima de Francia, pero luego de décadas de comunismo –y sin haber sufrido sus industrias daños tras la Segunda Guerra Mundial- la producción checa por obrero bajó a menos de la cuarta para de Alemania Occidental o Francia, que sí sufrieron daños debido a la guerra... Con la planeación soviética, la productividad se va al demonio porque asigna los recursos equivocadamente, y tampoco los coordinan. Al ocuparse más de la politización burocrática y militar, destruyen, impregnándose de corrupción y precipitando la inflación.

     Porque la mecánica del chavismo, heredada de fracasos comunistas para ellos invisibles, yerra en lo que es “estadísticamente significativo”; es ahí donde lo que es macro se vuelve micro, y el resultado es una evidencia de su incapacidad para lidiar con las complejidades de la Venezuela que requiere del desarrollo. La teoría de la complejidad, que es la que más rápido crece en las matemáticas modernas, no entra en la fanatización cerebral del chavismo. La teoría de la complejidad ha demostrado con rigurosas pruebas, que los sistemas complejos no admiten predicción, y que son controlados por factores que no son estadísticamente significativos, y es lo que se conoce como el “efecto mariposa”: un teorema caprichoso pero matemáticamente riguroso y probado demuestra que el aleteo de una mariposa en el la selva amazónica puede determinar y determina el tiempo que va a hacer en Chicago algunas semanas o meses después. Esto implica que en los sistemas complejos, el “clima” es predecible y tiene gran estabilidad; pero el “estado del tiempo” es impredecible y es totalmente inestable.

     Aunque a veces se crea que el “mariposeo” es una exclusiva del chavismo, la realidad del chavismo es que excluye todo lo “externo” y su carencia de sistema los lleva al caos. Por eso los intentos de controlar, dirigir y regular la economía no les dan resultados. No han entendido el “efecto mariposa”. Y por contraste, las maripositas son teñidas de rojo sangre hasta en Amazonas. 

     Cabe recordar aquí a Albert Camus, el ensayista y artista rebelde que también superó y se alejó del comunismo, cuando afirmaba que la rebelión debe estar basada en la aceptación de límites, el rechazo a la injusticia y tener una medida para lo que consiente. Primero, Camus creía necesario reconocer la imperfección del hombre, más cuando fundamenta su ideología sobre culpas absolutas, sin comprender su irracionalidad y aspirando a dirigir el curso de la historia. La segunda fuente de medida es conseguir un balance entre la naturaleza y la historia, entre el mundo que el hombre consiente y sus intentos por cambiarlo. Para Camus, la acción política eficaz comienza con la realidad, no con la ideología; la verdadera rebelión no busca una justicia absoluta ni una libertad imposible; y que se aproximará a sus metas sin conflictos con la solidaridad humana; y el rebelde, reconociendo la relatividad de sus conocimientos, no sacrificará a los hombres vivos por una promesa de ideal futuro.

     El chavismo promete un futuro que no puede alcanzar y sacrifica la vida presente de los venezolanos llevándonos del subdesarrollo al antidesarrollo, y contoneándose con la coquetería de un mariposeo que no tiene ningún efecto...

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