miércoles, 1 de junio de 2016

En sus 75 años, AD: HIJA LEGITIMA DEL PDN



El estudio del PDN implica penetrar en los orígenes del sistema democrático que hoy ha perdido legitimidad. Ahí están los inicios del modo de organizarse de los partidos y de relacionarse los militantes con los dirigentes. Más aún, encontramos las raíces de muchos de los elementos de la “cultura política” actual de los venezolanos. Su profundización permitiría rescatar las dimensiones humanas que la constituyeron, como la íntima vinculación entre ética y política. También permitiría volver al cauce de la democracia como talante y camino para encontrar el modo de reconstruir la trama de relaciones de la sociedad civil, servida de un Estado socialmente productivo. Bebiendo de ese pozo, tendría mucho que predecir si su comprensión del proceso la lleva a señalar los caminos posibles, con sus virtudes y defectos. Podría, también, indicar el camino probable si los cursos de acción existentes se mantienen o se desvían en una dirección u otra. Toca en este momento histórico no eludir nuestras responsabilidades frente al descalabro trasnochado con que el chavismo destroza el presente.

En sus 75 años 
AD: HIJA LEGITIMA DEL PDN
Alberto Rodríguez Barrera 



     La vida del Partido Democrático Nacional entre el 14 de febrero de 1937 y el 21 de julio de 1941 implica avanzar en el conocimiento sistemático del proceso político venezolano del siglo 20. Sabemos que la vida real, personal y social normalmente desborda los esquemas teóricos y sistemáticos. Ese es el caso del PDN y de las personas que lo encarnan. Su vida tiene raíces y tradición, historia personal y grupal, antes de 1937 y, a su vez, es semilla que germina en otros árboles y frutos después de 1941.

     El legado inmediato es Acción Democrática. El PDN desaparece para que aparezca Acción Democrática. La continuidad entre uno y otro fue subrayada por mucho tiempo dentro de AD, publicando como Tesis y Programa del partido, la aprobada en la Conferencia Nacional del PDN de septiembre de 1939. Acción Democrática siguió utilizando el “Por una Venezuela libre y de los venezolanos”, así como el apellido “El Partido del Pueblo”, declarándose hija legítima del PDN.

     Más aún, Acción Democrática actuando legalmente llevó a cabo lo que fue imposible al PDN. Se extendió por todo el país, generó una inmensa organización campesina, revitalizó la vida sindical, reclutó militantes en todos los sectores sociales y multiplicó su presencia en la vida nacional. La gran aspiración de tener medios de prensa propios, para difundir el proyecto y las consignas del Partido del Pueblo, se realizó a través de El País y del semanario Acción Democrática, bajo la dirección de Valmore Rodríguez. La práctica heredada del talante pedenista, al darse cuenta de que era imposible la aprobación del sufragio universal para las elecciones de 1945, lleva a que la dirigencia de AD entable negociaciones con el Presidente Medina de manera de asegurar un sucesor que, al igual que en 1941, significara la posibilidad de seguir ampliando los márgenes de la democracia. La negociación tuvo éxito y se acordó el apoyo a Diógenes Escalante como candidato a la Presidencia, con el compromiso de que las próximas elecciones se harían mediante el voto popular. La enfermedad que elimina la posibilidad de que Escalante fuese elegido Presidente rompe el equilibrio político que se había logrado y se desemboca en la Revolución de Octubre.


     La decisión de participar en el golpe del 18 de octubre significa un cambio importante en el modo de concebir la política y la estrategia de transformación de las estructuras sociales venezolanas que se inaugura con el PDN. Significa una separación entre el fin y los medios. Entre la voluntad de conquistar el poder, razón de ser tanto del PDN como de AD, y el modo primero de obtenerlo y luego de ejercerlo. La vía de la fuerza estaba aparentemente descartada en el horizonte pedenista y acciondemocratista hasta la coyuntura en la que Escalante desaparece como posibilidad de transición negociada.

     La indagación en fuentes primarias, existentes y sin estudiar, como el archivo de Rómulo Betancourt y otras, posiblemente arroje nuevas luces sobre estos hechos y permita responder las interrogantes que nos hacemos. Lo mismo puede decirse de la evaluación del gobierno de la Junta Revolucionaria, presidida por Rómulo Betancourt entre octubre de 1945 y febrero de 1948. Este gobierno nace del golpe contra Medina con participación de un sector de jóvenes oficiales de las Fuerzas Armadas Nacionales, que se sienten también portadores de un proyecto de modernización para Venezuela y capaces de dirigirlo desde el poder. 

     Sin embargo, es Acción Democrática la que domina el gobierno con la intención de iniciar la realización acelerada de su proyecto. Los resonantes triunfos electorales del Partido del Pueblo en las elecciones de 1946 (Asamblea Constituyente) y 1947 (Presidente de la República) borran definitivamente el traspiés golpista para llegar al poder. A fin de cuentas, el pueblo ratificó con su entusiasta participación electoral y con la enorme mayoría de votos, lo que se afirmaba desde tiempos del PDN, que si se dejaba votar a la población el gobierno del Estado estaría en manos del Partido del Pueblo.


     Los socios militares del 18 de octubre no pensaron así. Aplicaron el mismo método el 24 de noviembre de 1948, esta vez sin aliados políticos y contra Rómulo Gallegos, primer presidente elegido por el voto popular en la historia republicana de Venezuela, pero responsabilizando a AD y su modo de hacer política y ejercer el poder. De esa historia, sonsacaremos también muchas raíces, ya que queda mucha tela por cortar.


     Y no sólo de historia, también de presente. El estudio del PDN implica penetrar en los orígenes del sistema democrático que hoy ha perdido legitimidad. Ahí están los inicios del modo de organizarse de los partidos y de relacionarse los militantes con los dirigentes. Más aún, encontramos las raíces de muchos de los elementos de la “cultura política” actual de los venezolanos. Su profundización permitiría rescatar las dimensiones humanas que la constituyeron, como la íntima vinculación entre ética y política. También permitiría volver al cauce de la democracia como talante y camino para encontrar el modo de reconstruir la trama de relaciones de la sociedad civil, servida de un Estado socialmente productivo. Bebiendo de ese pozo, tendría mucho que predecir si su comprensión del proceso la lleva a señalar los caminos posibles, con sus virtudes y defectos. Podría, también, indicar el camino probable si los cursos de acción existentes se mantienen o se desvían en una dirección u otra. Toca en este momento histórico no eludir nuestras responsabilidades frente al descalabro trasnochado con que el chavismo destroza el presente.


     El surgimiento del PDN, el Partido del Pueblo, fue un proceso complejo que tuvo la valentía de provocar deslindes ideológicos y políticos para así formular una doctrina y un programa, partiendo de un amplio diagnóstico de la realidad venezolana y ofreciendo una idea precisa de la transformación de Venezuela. Todo se hizo con eficacia desde la vida clandestina. La comprensión del siglo XX venezolano comienza por la gestación del Partido Democrático Nacional. Sólo indagando en las raíces del proceso es posible comprender la actual situación del país, condición necesaria para diseñar el futuro y encontrar el camino para hacer realidad ese diseño.

     Lo que hemos resumido hasta el momento no son escenarios estáticos ni artificiales dibujados a la medida. Es la historia confirmada y aún por ahondar de la "biografía" del PDN, donde se presentan los pedenistas ante una situación internacional con dos polos de atención: el New Deal norteamericano y la avasallante presencia del nazismo y el fascismo. El pedenismo entiende, además, la complejidad incrementada con la muerte de Gómez y la situación medioeval en que dejó al país. Diversos movimientos de izquierda latinoamericanos han vuelto sus miradas a las propias raíces culturales y han descubierto la potencialidad de las fuerzas nacionales y populares para marchar hacia la democracia, que era como una teoría impalpable, no existente. 

     El desarrollo económico, social y político era una necesidad perentoria; se requería la creación de un sistema de relaciones interamericanas que impidiera el excesivo beneficio de los capitales privados extranjeros a expensas del estancamiento del pueblo. La vida del PDN empieza confrontando al gobierno de López Contreras, quien el 13 de marzo de 1937 firma el decreto que expulsa del país a los 47 dirigentes principales de la oposición de izquierda, con el objetivo de limitar las posibilidades de la corriente pedenista. La clandestinidad se convierte en la escuela de organización política para el Partido del Pueblo. Desde allí se peleó para abrir espacios cada vez mayores a la democracia y constituirse en alternativa de poder. 

     López Contreras es el "líder" de un Ejército sin cuyo apoyo el gobierno carece de fundamento. Conviven ahí militares tradicionales del gomecismo y jóvenes comprometidos con la modernización de la institución. López tiene clara conciencia del poder de los altos oficiales tradicionales, como se demostró al designar al General Medina Angarita como candidato por encima de la proposición de un civil. En su gobierno alternan figuras conservadoras de tradición gomera con personas progresistas (Alberto Adriani, Héctor Cuenca, José Rafael Pocaterra, Rómulo Gallegos, Arturo Uslar Pietri, entre otros). El PDN percibe esa variedad y define su política hacia el gobierno en el sentido de ahondar las diferencias entre el ala conservadora o reaccionaria y el ala progresista, de manera tal que el Presidente se sienta inclinado a ensanchar los espacios democráticos para mantener un amplio apoyo social hacia su gobierno.


     La situación mundial es un ingrediente que ayuda a esta flexibilización política del PDN dentro de Venezuela. Las consecuencias en los planos económicos y políticos de la guerra europea empujan al gobierno a buscar una mayor unidad nacional. La dirección pedenista decide aceptar una "política de convivencia" con el gobierno y contribuir en torno a medidas de emergencia económica que alivien un mayor desmejoramiento de las condiciones de vida para la mayoría de los venezolanos. La vocación política con que nace el PDN lo hace, además, tener claro desde el comienzo que la clandestinidad es una etapa pasajera y que alcanzar la legalización para actuar públicamente es una condición necesaria para constituir un movimiento social democrático y un partido popular capaz de conquistar y ejercer el gobierno del Estado. Más aún, desde la misma clandestinidad logra seguir actuando públicamente a través de la prensa, las organizaciones legales en que militan pedenistas, las fracciones municipales y parlamentarias, aprovechando toda ocasión que se presente.

     La capacidad de percibir la complejidad de las situaciones y de actuar con flexibilidad política fue el fruto de un costoso proceso de aprendizaje personal y colectivo, como lo evidencian el diálogo entre dirigentes de peso como Rómulo Betancourt, Valmore Rodríguez, Raúl Leoni, Alejandro Oropeza Castillo y otros, quienes lucharon también por hacer entender y aceptar a sus propios militantes la "política de convivencia"; un paciente proceso cuyos frutos son notables. Así como se hizo todo lo posible para impedir que Medina Angarita accediera a la Presidencia, posterior e inmediatamente a su acceso se hizo todo lo posible para establecer relaciones con él y así no suspender el proceso de democratización. La legalización del Partido del Pueblo, ahora con el nombre de Acción Democrática, fue un fruto temprano de esta actitud. 


     El proceso pedenista muestra el proceso humano de personas concretas en plena maduración política, con sus dudas, incertidumbres, alegrías y tristezas, en una trama histórica. El deslinde con los comunistas, en el terreno teórico, implicó romper con la perspectiva anterior y adquirir una nueva visión de la realidad; sentirse parte del pueblo venezolano y de su historia, y desde allí superar los compartimientos estancos aprendidos de otras experiencias. El pueblo venezolano no se limita a los proletarios, sino que está comprendido por una vasta diversidad, mestizaje que requería un instrumento político para representar esa diversidad sin más división que el deseo de transformar a Venezuela en un país moderno, independiente de toda tutela extranjera. El nacionalismo, asociado a los orígenes del país independiente, es un importante vínculo entre la identidad popular y el Partido del Pueblo. Cabe destacar que el deslinde estuvo signado por la consideración con el adversario, incluso cuando se establecen posiciones con extrema claridad y firmeza. 

     De este conjunto de circunstancias, experiencias personales y colectivas nace el pedenismo como una manera de entender el proceso histórico venezolano, una doctrina y un programa para convertir a Venezuela en una sociedad moderna y democrática, y el PDN como el instrumento organizativo para obtener el poder y utilizarlo para hacer posible ese proceso. 

     Fue una gestación progresiva cuya novedad consistió en su identidad doctrinal y programática y en el tipo de organización que conformó, una organización partidista que significó la profesionalización de la política, no como una lucha entre bandos, sino imponiendo la fuerza de vivirla como un debate de ideas, de alternativas programáticas, en el que triunfa quien mayor capacidad tenga de convencer al pueblo, es decir, a la diversidad de personas y sectores que conforman la nación venezolana. La intención no era sustituir el personalismo por una partidocracia ciega y sorda.


     De la misma manera, el PDN representa en el proceso histórico venezolano una novedad organizativa. La base del partido quiere ser representativa del pueblo venezolano. En ese sentido convoca a todos los sectores capaces de identificarse con su programa y su base teórica. Se incorporan a él aquellas personas dispuestas al compromiso cotidiano con las tareas necesarias para conquistar y ejercer el poder. Esas personas se integran a la organización a través de los "grupos de base"; sus representantes en el Congreso o Conferencia del Partido deciden las líneas a seguir y eligen a los organismos encargados de dirigir su realización. Los organismos dirigentes del partido se ubican a tantos niveles como sea necesaria su acción. Coordinados por un organismo central nacional (CEN), con sus diferentes secretarías nacionales, se establecen "comités ejecutivos" regionales, distritales, municipales, parroquiales, de zona y de sector, encargados de proponer y coordinar la acción del partido en cada nivel y mantener el flujo de comunicación entre la base y la dirección partidista. 

     Someterse a la disciplina interna es una condición perteneciente al Partido Democrático Nacional. Sin disciplina no puede haber acción efectiva. Los militantes participan en el proceso de la toma de decisiones directamente en los grupos de base o por medio de sus representantes en los organismos intermedios o nacionales. Pero también se comprometen a realizar las "tareas" que se deduzcan de las decisiones tomadas. A diferencia de las organizaciones comunistas y de su "centralismo democrático", el PDN introduce los Tribunales Disciplinarios como organismos especializados para sancionar a quienes se desvíen de la disciplina partidista. Las condiciones de clandestinidad en las que se desarrolla la vida pedenista hacen que se extremen las exigencias disciplinarias, pues además de la efectividad de la acción política se juegan, día a día, la vida misma de los militantes, de los dirigentes y de la propia organización.

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