martes, 31 de mayo de 2016

EN LA TIERRA POR LA DEMOCRACIA AMADA

¨La realidad venezolana aconseja una labor de capacitación y de orientación previas como punto de partida para las realizaciones efectivas. La improvisación como método destruye las posibilidades de concretar en hechos las justas reivindicaciones a que aspiramos. Los militantes de una tendencia –izquierda o derecha- deben tener una orientación precisa y asumir una táctica justa y uniforme si aspiran al triunfo. La anarquía no edifica jamás. Sólo integrando y dirigiendo concienzudamente las fuerzas políticas pueden ser estas instrumentos eficaces para la lucha.¨

Valmore Rodríguez Editorial en Panorama, 1936



EN LA TIERRA POR LA DEMOCRACIA AMADA 
Alberto Rodríguez Barrera




     A tres años y medio del Gobierno de Coalición (agosto de 1962), también en el Zulia era bastante positivo el balance de la obra descomunal que iniciaba la Revolución Democrática. Los zulianos distinguían entre la vocería y la realidad innegable de los hechos. Y es interesante recordar que en la inauguración del Puente Urdaneta, cuyas bajas tarifas de peaje permitirían que la obra se pagase en 100 años, el Presidente Betancourt hizo un discurso bastante largo: 35 minutos. 


     A tres años y medio del Gobierno de Coalición (agosto de 1962), también en el Zulia era bastante positivo el balance de la obra descomunal que iniciaba la Revolución Democrática. Los zulianos distinguían entre la vocería y la realidad innegable de los hechos. Y es interesante recordar que en la inauguración del Puente Urdaneta, cuyas bajas tarifas de peaje permitirían que la obra se pagase en 100 años, el Presidente Betancourt hizo un discurso bastante largo: 35 minutos. 


     En Venezuela, el Puente Urdaneta formaba parte de un vasto plan de vialidad bien coordinado y seriamente estructurado. Y en el Zulia, para este momento, en tres años y medio, se habían construido 828 kilómetros de carreteras por parte del Ejecutivo Nacional, más 515 kilómetros por parte del gobierno regional. Hablamos de carreteras como: Carora-Lagunillas, Palmarejo-Coro, Coro-Lagunilla, Maracaibo-Machiques, El Vigía-Santa Bárbara-Encontrados, Maracaibo-Machiques y Palmarejo-La Plata, entre otras. Para 1963-64 estaba prevista la terminación de Machiques-Casigua, Lagunillas-Agua Viva, Machiques-Colón-Encontrados, la autopista Lagunillas-Cabimas (con aporte de la Creole), entre otras. De la misma manera se procedía en materia de aeropuertos, y en el caso de otro ejemplo de importancia fundamental: la profundización y ensanche del Canal de la Barra de Maracaibo, que convirtió en mar interior su Lago, con todas las consecuencias favorables que ello representó para la economía del Estado Zulia, donde anteriormente se permitía el paso de buques de hasta 16 mil toneladas y ahora permitía el paso de tanqueros de 45 mil toneladas, con una capacidad de 320 mil barriles de petróleo. 


     En cuanto a educación, el gobierno estaba convencido de que una batida a fondo a la ignorancia era tarea primordial para una tierra de gentes inteligentes, ágiles mentalmente, receptivas, pero que no habían tenido acceso a la cultura. En todos sus niveles, desde la educación primaria hasta la educación superior, el Gobierno de Coalición ya había realizado una labor que no admite paralelo ni comparación con la realizada en cualquier época de su historia por cualquier gobierno de América Latina. En el Zulia se habían realizado 18 grupos escolares, la Escuela Normal de Maracaibo, los Liceos Udón Pérez, Baralt, Chávez; estaban en construcción otras 59 escuelas piramidales, 18 barracas de alfabetización, Escuelas Industriales con el sector privado, Escuelas Comerciales, Comedores Escolares; la Universidad del Zulia (cerrada en 1904 y reabierta en 1946, y que pasó de 600 alumnos en 1958 a 4.000 alumnos en 1962, aumento en 640%), recibía ahora la colocación de la primera piedra para la construcción de la Ciudad Universitaria del Zulia, con el claro propósito de acentuar el contenido y formar ahí, finalmente, nuestros propios especialistas en ingeniería petrolera, medicina, ingeniería civil, agrónomos y otros profesionales zulianos. 


     La construcción de viviendas recibió también un impulso jamás visto, con créditos de apoyo para la construcción privada, como se hacía en toda Venezuela con estímulos a la construcción para bajar el desempleo, cumpliéndose dos finalidades: aumentar las posibilidades de acceso de los sectores de las clases medias y populares a viviendas suyas y al propio tiempo la de darle trabajo a los obreros, incitando a la constitución de Bancos Hipotecarios con préstamos del Banco Obrero, de los bancos hipotecarios de Caracas y de la Junta de Crédito Urbano; de la misma manera el Banco Obrero facilitaba con la Universidad del Zulia el otorgamiento de créditos para viviendas de profesores. En la tarea de construir viviendas también se invirtieron préstamos provenientes del Banco Interamericano de Desarrollo. 



     Oculto como los acueductos y las cañerías, el poderoso desarrollo urbano de las principales ciudades de Venezuela no fue un acto de magia y obedeció en mucho a la política de trabajo concertado entre el sector público y el sector privado, iniciado con energía por este Gobierno de Coalición. Mientras esta política avanzaba, se tenía consciencia de los 700 mil ranchos que para 1962 tenía Venezuela, y que tampoco serían sustituidos por arte de magia. Uno de los problemas serios de Venezuela, como de todos los países de América Latina, es el de la emigración de la periferia hacia el centro, de los campos a las ciudades. Decía Rómulo: “Si no hacemos digna y deseable la vida del campesino; si no llevamos al campesino el acueducto rural, la escuela rural, la electrificación rural, la reforma agraria, permanece la circunstancia de que el campesino es un desadaptado en el medio urbano y de que el campesino no termina de incorporarse definitivamente a la vida de las ciudades. Y constituye en Maracaibo, como constituye en Caracas, como constituye en Barquisimeto, una periferia de gentes sin empleo o desocupadas, un peligroso fermento de descontento y de descomposición social. De tal manera que hay una sola forma de evitar las migraciones de la periferia al centro: hacer vivible y habitable la periferia rural”.



     A conciencia de que en la era tecnológica la energía eléctrica es la palanca insustituible de los pueblos para su avance y desarrollo, como también lo afirmaba Rómulo Betancourt, en el Zulia estaba por concluirse la planta termoléctrica Las Morochas, para abastecer al Zulia y a toda la región, pero también se atendía la electrificación rural para los centros campesinos y poblaciones que recibían la luz eléctrica por primera vez (Bobures, San José, Sinamaica, Paraguaipoa, los distritos Sucre, Páez, Mara, Bolívar; Carrasquero, San Carlos, Santa Rita, San Ignacio). Todo ello iba de la mano con la reforma agraria que en el Zulia había distribuido para este momento 181.000 hectáreas, beneficiando a más de 5 mil familias, con préstamos que entre otras cosas lograría que (con 17 mil campesinos y el esfuerzo de los empresarios) que Venezuela dejara de depender de maíz extranjero. 


     En cuanto a salud, además de regar de dispensarios al Zulia, se puso a funcionar el Hospital Universitario de Maracaibo, se transformó el Hospital Quirúrgico de Maracaibo en Maternidad, se ampliaron el Hospital Siquiátrico de Maracaibo, el Sanatorio Antituberculoso y el Hospital General de Maracaibo, se establecieron centros de rehidratación con atención médica para la población infantil, se inició la construcción del Hospital de Cabimas… 


     La sed del estado se combatió con la instalación de 30 acueductos rurales (Caña Larga, Tipire, Concepción, San Pedro, isla de Toas, Caja Seca, Playa Grande, Gibraltar, Sinamaica, Palmarejo, San Felipe, Boca Caimana, Las Quemadas, Los Obispos, El Consejo, Barranquitas, El Tigre, Machango, Santa Cruz de Mara, Santa Rita, Puertos de Altagracia, Ciudad Ojeda, entre otras, y la ampliación extensa en Cabimas y Maracaibo, donde anteriormente se atendía al 30% de la población y ahora se superaba al 54%, las tres cuartas partes de la población). Junto a ello iba la siembra de tubos para cloacas. Y en cuanto a sistemas de riego, en el Zulia se planificaban y ejecutaban los más importantes, como eran los de la cuenca del Lago de Maracaibo, entre los ríos Zulia, Catatumbo y Chama. A esto se agregaban los sistemas de riego de Llanos de El Cenizo, El Palmar, Río Limón, así como una serie de diques y represas que incidirían profundamente en el bienestar de la gente, de la ganadería y de la agricultura. 
  

     De la misma manera y en colaboración con la iniciativa privada, la Corporación Venezolana de Fomento regaba al Zulia con créditos industriales, favoreciéndose las industrias láctea, textil, pesquera, entre otras, asumiéndose el reto de industrializar al Zulia más allá del petróleo. Y en esta materia, el Zulia en 1962 producía el 64% del petróleo venezolano y estaba en en Zulia el 84% de los 17.000 millones de barriles que constituían nuestras reservas contabilizadas o probadas. Con la creación por parte del Gobierno de Coalición de la Corporación Venezolana del Petróleo, germen de PDVSA, dejábamos de ser espectadores pasivos de la producción, manipulación y comercialización de nuestro principal producto natural, habiéndose perforado ya 6 pozos petroleros, e invertido también en el gasducto Casigua-La Fría. 



      La posición abiertamente democrática y antidictatorial del Gobierno de Coalición se manifestaba igualmente con una firme actitud ante los golpes de Estado, como el que derrocó en el Perú al Presidente Manuel Prado, diez días antes de entregar el poder y que desconoció un proceso de comicios. El gobierno de Venezuela inmediatamente retiró su embajada del Perú y solicitó una reunión de consulta de cancilleres para estudiar el problema de los golpes del Estado en le América Latina. Esta actitud del gobierno respondía a una orientación pedagógica consecuente y absolutamente democrática, tanto del gobierno como de Acción Democrática. Cuando en 1960 fue derrocado el coronel Lemus en El Salvador, quien había sido electo en comicios, el Gobierno de Venezuela rompió relaciones con la Junta que sucedió a Lemus y no restableció relaciones con el gobierno salvadoreño sino después de haber sido electo, en comicios, el coronel Rivero. Cuando fue derrocado el Presidente Frondizi, en la Argentina, el Gobierno de Venezuela retiró su embajada de la Argentina y dejó de mantener relaciones con el gobierno de facto que para esos años existía en ese país.



     Al sostener tal posición, Venezuela no estaba sólo dentro de la filosofía que informa la Organización de Estados Americanos, sino dentro de sus propios textos legales. De esta manera se era consecuente con principios y normas jurídicas estampadas en pactos multilaterales que tienen carácter de compromiso cumplible. Y al propio tiempo el Gobierno de Venezuela procedía así porque un país que ha vivido y soportado dictaduras no puede cruzarse de brazos, con actitud socarrona y displicente, cuando dictaduras se establecen en otros países de nuestra misma raza y de nuestra misma lengua. 


miércoles, 25 de mayo de 2016

CICLO DE VIDA, TRANSFORMACIÓN Y ESTILO DE VIDA

APUNTES SOBRE CICLO DE VIDA, 
TRANSFORMACION Y ESTILO DE VIDA
-Alberto Rodríguez Barrera-



     Ciclo de vida es uno u otro de los procesos regenerativos en la biosfera; ejemplos son el ciclo de nitrógeno, el ciclo de carbono y el ciclo del oxigeno. Los constituyentes elementales de la biosfera –carbono, hidrógeno, oxigeno, nitrógeno, fósforo, sulfuro- entran en compuestos que lejos de ser estáticos pasan por ciclos continuos de uso y re-uso, síntesis y degradación. 

     Los compuestos de nitrógeno son esenciales para los organismos vivientes y son probablemente el más importante factor limitante en la regulación de su abundancia. Sin embargo, a pesar de su enorme abundancia (alrededor del 80% de la atmósfera), muy pocos organismos tienen el poder de hacer uso del nitrógeno directamente. Por esta razón la fijación artificial del nitrógeno gaseoso es la más importante y biológicamente influyente innovación tecnológica desde la Revolución Industrial.

    Las cantidades de nitrógeno fijadas en los procesos industriales para la manufactura de fertilizantes están en el orden de las decenas de millones de toneladas por año y están probablemente en la misma escala de la fijación natural de nitrógeno atmosférico de los micro-organismos marinos y de los micro-organismos que viven en simbiosis con las plantas leguminosas. La fijación de nitrógeno tiene que competir con los procesos de denitrificación que en las últimas etapas de la descomposición orgánica regresan el nitrógeno a la atmósfera, y con el desperdicio producido por la disipación o maluso de la basura, que normalmente es rica en compuestos de nitrógeno.

     El ciclo de carbono, cercanamente inter-relacionado con el ciclo de oxigeno, comienza y termina con el dióxido de carbono atmosférico. Aunque los organismos vivientes son compuestos de carbono, mucho más carbono está encerrado en forma de carbón y otros combustibles fósiles que en los organismos vivientes mismos. La crucial transformación tanto en el ciclo de carbono como en el ciclo de oxigeno es fotosíntesis. Los agentes principales que fijan el carbono atmosférico son los bosques terrestres y el fitoplankton marino. El dióxido de carbono es regresado al aire por la respiración, por la combustión de combustibles fósiles, y como fase terminal del proceso de descomposición de la materia orgánica. En los ciclos de carbono y oxigeno se sobre-impone un ritmo anual en ritmo circadiano.

    Transformación (1): en matemáticas y física, los objetos estudiados son a menudo referidos utilizando etiquetas (generalmente numéricas). Ejemplos: (A) el diagrama en un libro son referidos por número; (B) los puntos en un avión son descritos por sus coordenadas; (C) los vectores son descritos por sus componentes. Un re-etiquetaje sistemático es llamado una “transformación de alias” (o una transformación de coordenadas). Puede ser especificado por, y a menudo es identificado con, una función f dada por (1) a’ = f(a), donde a’ es la nueva etiqueta del objeto cuya vieja etiqueta es a; f es una permutación de las etiquetas. Nótese que en el ejemplo B f consiste de dos funciones de valores reales, una por cada coordenada. El resultado de sucesivas transformaciones es obtenido por composición: si a” = g (a’). entonces a” = g.f(a). La ecuación (1) puede ser interpretada de otra manera: uno considera a a’ como la (vieja) etiqueta de un objeto diferente, en la que el objeto con la etiqueta a ha sido enviado por la transformación f; f es entonces llamada la transformación coartada. Representa un movimiento de los objetos.

     Cualquier relación entre, o función de, los objetos puede ser expresada en términos de sus etiquetas. En general esta expresión cambiará con el re-etiquetaje. Si permanece idénticamente la misma bajo una transformación f o bajo al’ las transformaciones pertenecientes a algún juego S, entonces las relaciones correspondientes o función es tomada como invariante de S. Si f es considerada una transformación coartada, entonces un invariante representa una característica no cambiante de la situación (la distancia entre dos puntos de un cuerpo rígido es invariante bajo cualquier rotación del mismo). Hay dos problemas clásicos: (1) dadas ciertas relaciones y funciones para encontrar el juego (en realidad un grupo) de todas las transformaciones (aquí llamadas automorfismos) bajo las cuales son invariantes; ; (2) dado un grupo G de transformaciones, para encontrar todos (o, mejor, métodos para construir todos) los invariantes de G. Ambos problemas son de gran significación para la física. En la teoría especial de la relatividad se postula que los rayos de luz (como relaciones entre puntos de espacio-tiempo) son invariantes; el grupo correspondiente son las transformaciones Lorentz. Conocimiento de los invariantes de este grupo (y de otros) juega un rol esencial en la teoría de las partículas fundamentales. 

     Estilo de vida (1), en teoría psicoanalítica, es un término adleriano para el método de un niño –modificado continuamente a través de su vida- de copar con sentimientos de insuficiencia y de obtener superioridad y status. En uso popular (2), estilo de vida son todas las características observables de una persona, su manera de vestir, manera de hablar, apariencia personal, hábitos domésticos, y selección de amigos, que sirven para indicar su sistema de valores y actitudes hacia sí mismo y aspectos de su ambiente. Estas características sirven como señal social a otros, que reaccionan consecuentemente con sentimientos de confianza, admiración, etc., o lo opuesto.

CAUSA, EFECTO, DETERMINISMO, EMPIRISMO Y VERIFICACION

APUNTES SOBRE CAUSA, EFECTO, DETERMINISMO, 
EMPIRISMO Y VERIFICACION
-Alberto RodríguezBarrera-


     Causalidad (o causación) nos refiere a la relación entre dos eventos o estados situacionales en que uno hace que el otro se suceda o lo produzca. Hume consideraba complejo el concepto, siendo sus componentes la prioridad en el tiempo de la causa al efecto, con su contigüidad en espacio y tiempo y lo que problemáticamente describió como su “conexión necesaria”. 

     Aunque parezca inconcebible que una causa debe ser seguida por su efecto, pareciera posible que las dos deban ser simultáneas. El fenómeno de la gravitación es una aparente excepción para el requerimiento de la contigüidad; esa de la interacción entre mente y cuerpo, si la mente es considerada como siendo no-espacial, es otra. La “conexión necesaria”, sin embargo, parece indispensable. 

     Los empíricos siguen a Hume en identificarla con conjunción constante: el evento es la causa de ésto si los eventos como esos le suceden regularmente, en circunstancias como éstas, por eventos como éste. De esto sigue que cada proposición causal de aspecto singular es realmente general, y puede ser justificada sólo por inducción, que Hume consideraba injustificable, aunque natural para nosotros. No hay una alternativa standard para este visión. 

     Algunos toman las leyes causales como verdades a priori, que se descubren por razón sin la ayuda de la experiencia; otros sostienen que podemos de alguna manera percibir o aprehender intelectualmente la relación causal entre un par de eventos particulares, más plausiblemente, quizás, en el caso donde la voluntad de uno trae como consecuencia el movimiento del cuerpo de uno. 

     Tenemos un interés práctico en el conocimiento de las causas debido a que podemos aplicarlo para producir o prevenir ocurrencias a través de la producción o prevención de otro, causalmente relacionado, eventos que están dentro de nuestro control directo. También tenemos un interés teórico: el conocimiento de causas nos habilita para explicar lo que ha sucedido y predecir lo que ha de suceder. Muchos verbos (matar, levantar, lanzar) y muchas palabras de otros tipos (víctima, autor, padre) son implícitamente causales. 

     Determinismo es la teoría de que el mundo, o la naturaleza, está en todas partes sujeto a la ley causal, de que todo evento en él tiene una causa. Si es verdad, entonces todo evento que realmente sucede tiene que suceder; debido a que lógicamente sigue de una descripción de las condiciones de su ocurrencia, junto con las relevantes leyes de la naturaleza, para que ocurra. De la misma manera cualquier evento que no sucede no ha podido suceder. 

     A veces el principio del determinismo es tomado (Hume, J.S.Mill) como la más general y comprensiva de todas las leyes de la naturaleza, y se sostiene que es confirmada por la forma en que el conocimiento de las leyes causales es seguida tan a menudo por una investigación especial de un campo en particular. A veces, sin embargo, se le considera una verdad necesaria: por algunos porque la consideran como auto-evidente, por otros (Hobbes y Locke) porque parece fácil de demostrar, y por otros más (particularmente Kant) porque su verdad es considerada como una condición necesaria de la posibilidad de la experiencia organizada y coherente. 

     Su necesidad pareciera ser impugnada por la visión de la escuela dominante de los físicos cuánticos de que las fundamentales leyes de la naturaleza no son causalmente deterministas sino que aseveran sólo la probabilidad estadística de las ocurrencias a niveles sub-atómicos. 

     Si las acciones humanas se incluyen en el sistema determinístico, lo que sigue es que nadie pudo jamás haber actuado de otra manera a como lo hizo, y por lo tanto –aunque Hume y otros han disputado ésto- nadie es moralmente responsable de sus acciones. 

     El empirismo es (1) la teoría de que todos los conceptos son derivados de la experiencia (de que una expresión lingüística puede ser significante sólo si está asociada por regla con algo que puede ser experimentado) y (2) de que todas las afirmaciones que reclaman expresar conocimiento dependen para su justificación en la experiencia. Los dos aspectos de la teoría no son inseparables. 

     Muchos empíricos permiten algunas excepciones bajo los dos cabezales. Los conceptos formales de la lógica (aquellos expresados por las palabras “no”, “y” y “todo”) son ampliamente considerados como puramente sintácticos y sin conexión con la experiencia. En cuanto a conocimiento, los empíricos están de acuerdo generalmente en que hay una clase de proposiciones puramente conceptuales o analíticas que son necesariamente verdades en virtud de los significados de las palabras que las expresan, aunque estigmaticen estas proposiciones como “insignificantes” (Locke) o “meramente verbales” (J. S. Mill). 

     Lo opuesto al empirismo es racionalismo o, más precisamente, apriorismo. El principio de la verificación es la moderna formulación del empirismo. Cualquier afirmación de la teoría empírica, para ser consistente consigo misma, debe ser empírica o, si no, analítica. Una base empírica para la teoría es provista por hechos elementales sobre la forma en que se aprende el significado de las palabras. 

     Verificación es el establecimiento de una creencia o proposición como verdad. El uso filosófico principal de la noción está en el principio de verificación de los lógicos positivistas que requiere de una proposición, si ha de ser significativo, para ser verificable por la experiencia de los sentidos, o por atención al significado de las palabras que lo expresan, o –indirectamente- por inferencia de proposiciones que son directamente verificables en cualquiera de estas dos maneras (por inducción o demostración). 

     La formulación del principio trajo mucha dificultad. ¿La experiencia de quién es relevante? Si, como parece razonable, es la de quien hable, ¿son las proposiciones sobre el pasado u otras mentes por lo tanto sin sentido? ¿Son las proposiciones con sentido concluyentemente verificables? ¿Puede el principio de verificación mismo ser verificable?

LA JUSTICIA NO VENDIDA AL ROJO VIVO



Mientras tanto, Rómulo esperaba poner la primera piedra del Palacio de Justicia de Venezuela, inauguró el Internado Judicial de Mujeres en Los Teques, las cárceles de Maturín y de Valencia e iniciaba la construcción del Centro Penitenciario Nacional. Y decía: “…lo importante es que el Gobierno Nacional y todos los venezolanos rodeemos de respeto y acatamiento al poder judicial de la República... No podemos defraudar al pueblo venezolano en la lucha por alcanzar las metas económicas y sociales que nos hemos fijado objetivamente. No habremos de permitir que el pueblo venezolano vaya a perder la ventaja que está ahora logrando después de haber perdido tanto tiempo en la época de la dictadura…”

LA JUSTICIA NO VENDIDA AL ROJO VIVO 
(BALANCE DE LA JUSTICIA SOCIAL)
-Alberto Rodríguez Barrera-


     En estas Raíces nos hemos venido reteniendo de forma particular en los sucesos correspondientes al Gobierno de Coalición presidido por Rómulo Betancourt, ya que durante este período (1959-1964) se fue instaurando y consolidando en Venezuela el sistema democrático, conjuntamente con un desarrollo social jamás visto en nuestro país, cuya siembra de logros y avances llegaría a superar con creces –con la sucesión de gobiernos democráticos- todo lo anteriormente realizado en nuestra historia.


     A tres años y medio de este gobierno, el 12 de septiembre de 1962, cuando se reunía la sexta Convención de Gobernadores, se exaltaba el logro que representaban estas reuniones como mecanismo de consulta entre el Ejecutivo Nacional y los gobiernos regionales, donde se examinaba la gestión cumplida dentro de un ambiente de franca autocrítica, porque había la intención coherente de asegurar el desarrollo integral bajo la coordinación de los planes nacionales con los de los Estados. Aquí se consideraba también la doble conspiración que acechaba al régimen: la conspiración de quienes pretendían restablecer en Venezuela la clásica dictadura autocrática y la conspiración de quienes pretendían establecer en Venezuela un régimen similar al que Fidel Castro le iba imponiendo a Cuba. La lucha gubernamental estaba clara: garantizar la estabilidad democrática.


   Las fuerzas contrarias contaban con periódicos y elementos que pretendían presentar a Venezuela como un país al borde de la desintegración. Pero tal objetivo se frustraba por la existencia de gobernantes comprometidos con Venezuela y con la historia para estabilizar -dentro de la Constitución y las leyes de Venezuela- un régimen venezolanista y democrático, un régimen de derecho. Era una posición que tenía el aval de los dos poderosos partidos de la coalición, Acción Democrática y Copei, y también un poderoso sector constituido por las corrientes políticas independientes, no ubicadas en ninguna corriente partidaria, además del apoyo y soporte de las Fuerzas Armadas de la República, fuerzas apolíticas, no deliberantes, subordinadas al poder civil.



     Pese a los conflictos que se enfrentaron con energía, el gobierno activó y continuó los planes de desarrollo económico y social, consciente de que la realización de éstos, conforme a los compromisos contraídos con la nación, vigorizarían y consolidarían las instituciones democráticas del país. Ya para 1962, Venezuela estaba dejando atrás el proceso de recesión económica, y se vislumbraban signos inequívocos de recuperación. Esta fue una lucha difícil que enfrentó el pesimismo y el derrotismo de muchos. Pero se contó con la fe de las grandes mayorías nacionales en la capacidad de superación de nuestro país.

     En la provincia, descuidada y sacrificada por largos años, fue cobrando ímpetu un movimiento de proyecciones nacionales que cristalizó en una multiplicidad de obras con los recursos provenientes de la nación y de los estados. La zona metropolitana, afectada por una distribución de estos recursos más equitativa dentro del ámbito del país y por la actitud evasiva del capital privado, hubo de ser objeto de un esfuerzo especial para reanimar la actividad económica. Pero las inversiones se realizaron con miras a facilitar el adecuado equilibrio regional para utilizar, en la forma más conveniente para los intereses del país, los recursos humanos y naturales. Sólo así se le podría dar al país una solución verdadera al problema del desempleo, que en sus aspectos económicos, sociales y esencialmente humanos no le cedía a ningún otro en importancia vital para Venezuela. Lo que sigue son indicaciones que permiten apreciar las previsiones que el gobierno tenía en cuanto a los recursos con que contaba y su determinación de movilizarlos de forma efectiva.


   La producción de petróleo aumentó en 1962 en más del 10% (sólo 3% en el año anterior). Con la gran inyección de dinero y créditos para la construcción de viviendas, se aumentaron considerablemente las posibilidades de la clase media y trabajadora para acceder a casas decentes (lo cual continuó creciendo de manera impresionante en las décadas siguientes), y se movilizó a la industria de la construcción, donde está centrado un sector importante de la capitalización nacional. El crecimiento de la industria manufacturera (12% ese año) sintió el impacto del comienzo de la producción de la Siderúrgica del Orinoco y de la Petroquímica.


     Así se cumplía otro objetivo gubernamental: el de la industrialización del país; el terminar con esa situación semicolonial del país que invertía las divisas de su industria petrolera en comprar en el exterior lo que podríamos producir con espíritu empresarial, con capital y con mano de obra venezolanos. Proceso acelerado gracias también a las inversiones privadas, la política de protección aduanera, la de préstamos en condiciones liberales y a largo plazo de la Corporación Venezolana de Fomento. 

     En la agricultura, la iniciación de planes nacionales en el sector campesino, como el del maíz (que se dejó de importar), aunada a la creciente actividad de los empresarios del agro, aseguró aumentos sustanciales en la producción, autoabasteciéndonos en una serie de renglones. La producción agrícola estaba directamente vinculada a la reforma agraria (59% de los peticionarios atendidos, 1.660.000 hectáreas distribuidas, con beneficio para 56.000 familias).


     Pero no bastaba con aumentar la producción y el crecimiento territorial bruto. Es importante destacar cómo se distribuía la renta nacional, si se hacía con injusticia o con justicia social. Las cifras demuestran cómo el ingreso nacional se distribuyó cada vez más entre mayor número de venezolanos. En 1957 la distribución del ingreso nacional fue del 47% para el capital y 52,4% para el trabajo. Y en 1961 ya se había llegado a 37% para el capital y 63% para el trabajo. Esto redujo el impacto que la recesión podía producir en las clases menos favorecidas, y es un fenómeno positivo por cuanto representa el alcance progresivo de una mayor justicia social.


     Dentro de una mayor productividad del trabajo, concertada con las administraciones regionales, se contrataron préstamos ($ 10 millones) para la construcción de 300 acueductos rurales adicionales, con el financiamiento de los materiales (además de los proyectos y la dirección técnica) a cargo del gobierno nacional y correspondiéndole a los gobiernos regionales el financiamiento de la mano de obra; para 1962 se habían construido otros 75 acueductos y se construían 100 más en Los Andes con la cooperación de la UNICEF. Otro préstamo ($30 millones) se invirtió en la remodelación de barrios, distribuidos coherentemente a nivel nacional.


     Se activó el Programa de Desarrollo de la Comunidad (con la creación que llegaría a ser Fundacomún), para que la construcción (de acueductos, carreteras de penetración, viviendas) contara con el aporte de los propios interesados (invirtiéndose en ello otro préstamo de $50 millones); para ello se incrementó en 20% el situado constitucional, en concordancia con el artículo 229 de la Constitución Nacional y al aumento de los recursos ordinarios del fisco nacional.


     Al igual que en el gobierno nacional, los gobiernos regionales persistían en una labor de saneamiento de sus finanzas, atendiendo los compromisos acumulados de manera anterior a su administración y procurando un mayor rendimiento de los dineros que les confiaba la nación. La insistencia permanente acentuaba la prédica de que no se podían repetir las prácticas viciosas de desbordar los límites impuestos a la gestión administrativa por las disponibilidades presupuestarias y generar irregularmente una deuda flotante cuya atención requiriese la postergación de obras y servicios esenciales. El Presidente Betancourt exigía la sanción inmediata de quienes incurriesen en tales prácticas: “Estamos identificados en el concepto de que nuestra gestión está sometida al veredicto del pueblo, quien tiene derecho a reclamar que sus resultados se correspondan con los recursos de que ha dispuesto. A mayores medios de acción mayor responsabilidad… en beneficio de las colectividades, por cuyos intereses estamos llamados a velar…Estas fórmulas deben abarcar tanto la ejecución de obras como el funcionamiento de los servicios, con arreglo a rigurosos criterios de economía. Una coordinación de este tipo nos permitirá programar el desarrollo del país no sólo en escala nacional, sino también dentro del ámbito de cada una de las regiones que lo integran. Y todo esto realizado según otra de las normas que constituyen el objetivo central de esta administración: la honradez administrativa. Esa honradez administrativa es un hecho real”.


     Por el país circulaban gentes enlodadas que pretendían enlodar a los demás, y también algunos para quienes con el descrédito del sistema democrático pretendían alzar el banderín de enganche electoral, con la tesis de que había proliferado en Venezuela la inmoralidad administrativa. Es bien sabido en Venezuela, y en todos los países, que quienes se enriquecen al arrimo de la cosa pública exhiben esa riqueza. Sólo enfermos, paranoicos, pueden amontonar monedas y esconderlas. Quienes roban construyen casas espléndidas, compran automóviles lujosos, disfrutan abierta y provocadoramente del dinero mal habido. Y Rómulo afirmaba con dureza: “En Venezuela ni el Presidente de la república, ni los ministros, ni los presidentes y directores de institutos autónomos, ni los gobernadores de estado, ni los que forman el tren ejecutivo fundamental de la República, se han enriquecido ilícitamente. Ha habido y continuará habiéndolo, quién sabe por cuánto tiempo, tráfico de influencias, cobro de comisiones, delitos contra la cosa pública en escalones subalternos de la administración, pero frente a esos atentados contra los dineros del común está alerta y vigilante el gobierno”.

     No eran sólo palabras. El Contralor General de la Nación, electo por unanimidad en el Congreso Nacional y no un funcionarios del Ejecutivo, tenía substanciados 268 expedientes: 86 en los tribunales de justicia, 49 en la Policía Técnica Judicial, 4 en la Fiscalía General de la República y 3 en la Comisión Investigadora contra el Enriquecimiento Ilícito de Funcionarios y Empleados Públicos; y se instruían 46 nuevos expedientes. Rómulo exigía a los jueces desde la tribuna pública que “no debía haber lenidad, sino la máxima sanción, contra quienes cometieran el feo y deshonroso delito de desfalcar, o intentar desfalcar, los dineros fiscales”, además de que se investigaran “todas las presuntas irregularidades denunciadas recientemente por la prensa”.



     En este sentido, Betancourt había dicho al comenzar su mandato que “era necesario jerarquizar al poder judicial”, y agregaba en 1962 : “En Venezuela, país que ha soportado a lo largo de su historia republicana la influencia del ejecutivismo autocrático, ha habido dos poderes marginados, menospreciados, menorvalidos: el poder legislativo y el poder judicial. Y ha sido un empeño de este régimen constitucional el de darles su sitio y su posición como poderes del Estado al legislativo y al judicial”. 

     Y desde 1959 el poder judicial actuaba al margen de presiones e interferencias ejecutivas, y se alentaba a los jueces para que sus decisiones, como intérpretes de las leyes, fueran suyas, porque “el poder ejecutivo no está indicando en qué forma deben ser sentenciados los juicios… Y ese deber de servicio a la República tiene que ser muy exigente. No basta con sólo los empeños que se hagan para jerarquizar el poder judicial si no hay una vigilancia permanente para que aquellos remanentes de jueces sin ética no continúen desacreditando a la judicatura… El consejo judicial no puede congelar juicios para jueces deshonestos. Tiene que agilizarlos y así como los hombres que formamos el poder ejecutivo no tenemos ningún inconveniente en que se sancione a quien incumpla con las normas de ética que deben regir en toda la administración pública, así el consejo judicial tiene que agilizar los trámites para que los jueces de dudosa ética no continúen deshonrando la judicatura…Los jueces en Venezuela tienen que adaptarse a realidades nuevas. En Venezuela antes no era un delito robar los dineros públicos… Dentro de esta nueva moral administrativa, que es por otra parte la moral administrativa en todas las sociedades democráticas bien organizadas, no hay delito más vituperable, ni merecedor de mayor atención, que el delito de peculado… Tienen que adaptarse también los jueces de Venezuela a otras modalidades que no se presentaban en la sociedad, regida por las normas dictatoriales de antes. Son los delitos políticos que ahora se complican con atentados contra las personas y las propiedades. Hay reacción en la opinión pública cuando algunos jueces conceden el beneficio de habeas corpus a individuos que han asaltado instituciones del Estado para robarse armas. O que han asaltado casas comerciales o bancarias con el propósito de adquirir fondos para actividades seudorrevolucionarias. Y entonces, en las mentes de algunos jueces, se crea un conflicto. Si ésos son delitos políticos o delitos comunes. Para la inmensa mayoría de los venezolanos son delitos comunes. Simples atracos… Son situaciones nuevas que se les presentan a los jueces de la República, que podría resolverlas el gobierno con métodos expeditivos y dictatoriales, pero que no procede en esa forma haciendo presos a todos los líderes de esos partidos, inclusive a los diputados y a los senadores, porque quiere respetar la Constitución y las leyes de la República. Y porque tiene fe en los jueces de Venezuela. Los jueces de Venezuela tendrán que decidir si esos partidos (el Partido Comunista y el MIR) pueden tener derecho a representación parlamentaria, cuando son partidos que están atentando contra la vida, contra la propiedad, contra la seguridad, contra la paz y la tranquilidad de los venezolanos”


     Mientras tanto, Rómulo esperaba poner la primera piedra del Palacio de Justicia de Venezuela, inauguró el Internado Judicial de Mujeres en Los Teques, las cárceles de Maturín y de Valencia e iniciaba la construcción del Centro Penitenciario Nacional. Y decía: “…lo importante es que el Gobierno Nacional y todos los venezolanos rodeemos de respeto y acatamiento al poder judicial de la República... No podemos defraudar al pueblo venezolano en la lucha por alcanzar las metas económicas y sociales que nos hemos fijado objetivamente. No habremos de permitir que el pueblo venezolano vaya a perder la ventaja que está ahora logrando después de haber perdido tanto tiempo en la época de la dictadura…”



miércoles, 18 de mayo de 2016

LA IMPUNIDAD Y EL HAMPODUCTO

“… no estaré en Miraflores ni un día más, pero tampoco ni un día menos, del lapso fijado por la Constitución para el mandato que ejerzo; y entregaré a mi sucesor el poder, dejando escritos con hechos, para la historia, que en Venezuela sí se puede gobernar sin robar”.  Rómulo Betancourt sembraba la confianza y la fe en la democracia, y decía: “Vivimos en el azaroso tiempo de la guerra fría y dentro de sociedades que aún no han encontrado su centro de equilibrio. Pero lo importante es que en ningún momento falle nuestra fe –la de los gobernantes y la de los gobernados- en que sólo dentro de los cauces y de las fórmulas de la democracia representativa podremos encontrar solución a los problemas presentados a nosotros, en términos de desafío”.



LA IMPUNIDAD Y
EL HAMPODUCTO 
-Alberto Rodríguez Barrera-

     El 15 de octubre de 1962, el Gobierno de Coalición solicitó ante la Corte Suprema de Justicia la ilegalización de los partidos Comunista y Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR).

     La unanimidad habida en el Consejo de Ministros para la solicitud de esa medida de carácter político-judicial vino a desvanecer las especulaciones hechas en esos días de una supuesta crisis de gobierno con motivo de la medida en cuestión. El Consejo de Ministros reflejaba cabalmente la composición del gobierno y su unidad revelaba cómo, para bien de la República, se mantenía una armonía de criterio entre quienes ejercían por mandato popular la jefatura del Estado y sus inmediatos colaboradores, cuestión que a nadie producía sorpresa. Divergencias de principios, fundamentales, no podían surgir entre un Presidente de la República que había demostrado a lo largo de su dilatada vida pública apasionada y militante adhesión a las normas democráticas y los dirigentes de partidos políticos o ciudadanos políticamente independientes que ocupaban los más destacados puestos de comando de la administración pública.


     Tentación de arrebatos dictatoriales no esperaba el país de Rómulo Betancourt, quien no los había tenido en tres años y medio de gobierno de una muy difícil etapa nacional. Hubiera sido sospechoso de tales arrebatos quien hubiese dado indicios de querer prolongarse en el gobierno más allá de la finalización de su mandato, que en el caso de Betancourt sería a comienzos de 1964; o de quien tuviera especialísimo interés en saltarse a la torera la Constitución, como forma de garantizarse bienes mal habidos. Ni una ni otra situación eran las de Rómulo, quien no creía de hecho ni hacía nada excepcional, sino cumplir con los imperativos propios de su consciencia, con las leyes de la República y con un elemental deber de lealtad a la buena fe del pueblo que lo eligió Presidente, y decía: “… no estaré en Miraflores ni un día más, pero tampoco ni un día menos, del lapso fijado por la Constitución para el mandato que ejerzo; y entregaré a mi sucesor el poder, dejando escritos con hechos, para la historia, que en Venezuela sí se puede gobernar sin robar”.


     En el escrito presentado por el Ejecutivo federal a la Corte Suprema de Justicia, en su sala político-administrativa, se pedía que se declarara, con respecto a los partidos Comunista y MIR, “la invalidación de sus respectivas inscripciones o autorizaciones como organizaciones políticas”. Y más adelante se agregaba ese mismo pedimento: “Con todas las consecuencias legales que de ello deriven”. 

     Entre esas “consecuencias legales” cabía señalar, como una de las exigidas en forma clamorosa por la opinión democrática del país, la de que no continuaran utilizando los congresantes de esos partidos, cuya ilegalización se pedía, su inmunidad parlamentaria como patente de corso para ser dirigentes impunes de actos de terrorismo y de violaciones flagrantes de la Constitución y las leyes de Venezuela.



     Un millón trescientos mil obreros y campesinos del país, estructurados en la poderosa y combativa Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV), expresaron el querer y sentir de Venezuela en un documento que entregaron al Presidente Betancourt en Miraflores, donde –después de ratificar que estaban en pie de lucha, sin retaceos ni calculismos- se manifestaban en defensa del régimen constitucional: “Causa asombro y malestar en la opinión pública democrática que un grupo de dirigentes de los partidos extremistas, responsables de esos actos de vandalismo político, se encuentren atrincherados bajo el manto de la inmunidad o impunidad, en el Parlamento nacional, desde cuya sede dirigen las acciones terroristas contra los demás poderes de la nación, lo que significa que dichos parlamentarios se encuentran en franca rebeldía contra la propia Constitución nacional. Al llamar la atención sobre esta anormal situación, es con el bien definido propósito de que se le ponga cese, de una vez por todas, a esta acción criminal que se libra desde los escaños del Parlamento nacional”.


     Y en el empeño, perfectamente justificable, de acorralar a los empresarios de la subversión y de hacer caer sobre ellos todo el peso de la ley, el Ejecutivo federal intentó ante los tribunales penales una acción coincidente con el pedimento hecho ante la Corte Suprema de Justicia. La acusación introducida ante los tribunales ordinarios estaba respaldada con pruebas abrumadoras e irrecusables contra los partidos de la extrema izquierda. “Por rebelión civil serán acusados ante el tribunal competente los dirigentes nacionales de la subversión”, había prometido el Ministro de Relaciones Interiores al clausurar la Convención de Gobernadores. Se había substanciado un amplísimo expediente, donde se demostraba, con hechos y testimonios irrecusables, que los agentes en Venezuela del señor Kruschev y del señor Fidel Castro eran responsables del asesinato por la espalda de policías uniformados y de miembros de las Fuerzas Armadas; de atracos a bancos y a empresas comerciales e industriales; del fomento y estímulo de las guerrillas nonatas; de cooperación inductora y activa rebelión armada en las bases navales de Carúpano y Puerto Cabello; en fin, de atentados contra las personas y las propiedades, con el confeso y definido propósito de crear un caos en el país y de conducirlo a la guerra civil.



     Gentes impacientes, unos sinceramente y otros de mala fe, criticaron la vía escogida por el gobierno, que era la vía que se ajustaba a los requerimientos legales y al estilo del Gobierno de Coalición, que se anticipó a esas críticas de buena fe, sin sentirse obligado a hacerlo a los enemigos inmodificables del sistema democrático de gobierno, quienes –biológica y orgánicamente- no creían sino en la autocracia, y no por filosofía personal, que acaso hubiera sido respetable, sino porque cuando ha habido dictadura en este país se aprovechan de ella para el negocio fácil y el enriquecimiento rápido.

     El procedimiento de ir ante los jueces para que ellos decidieran sobre la ilegalización de los partidos extremistas no significaba diferir hasta las calendas griegas la solución del problema. Los lapsos establecidos en las leyes de procedimiento para los procesos ordinarios no se aplicaban a situaciones como la planteada por el Gobierno nacional a la Corte Suprema de Justicia. No se avizoraba riesgo de que los expedientes se archivaran y fueran víctimas de la polilla en los escritorios de los magistrados. En una forma u otra, porque el Ejecutivo no estaba ejerciendo presión sobre sus consciencias. Y mientras tanto, el gobierno estaba desmontando, enérgica y decididamente, el aparato conspirativo e insurreccional de los dos partidos extremistas.


     Los activistas de esos partidos estaban detenidos, en toda la República, lo cual se había facilitado por la suspensión de algunas garantías constitucionales, medida adoptada después de realizarse una serie de actividades terroristas de típico cuño comunista-mirista, que habían culminado a principios de octubre de 1962 con la ocupación, en Caracas, de la Maternidad Concepción Palacios por una brigada de terroristas militantes de esos partidos, quienes realizaron una acción de comando en esa institución de asistencia pública, sin importarles un bledo que en ella estuvieran más de 600 mujeres del pueblo en trance de dar a luz. 737 maestros y profesores comunistas y miristas habían sido erradicados de la educación pública, en proceso profiláctico que buscaba impedir que la cátedra fuese utilizada para realizar un proselitismo contrario a la Constitución, las leyes y la nación, y en favor de la Rusia y de la Cuba comunistas. Estos partidos habían perdido su contextura de organizaciones políticas y se habían transformado en sectas paramilitares, sometidas a órdenes que se impartían verticalmente para asesinar, robar, incendiar, dinamitar, para adquirir méritos, como ejecutores dóciles de órdenes emanadas del extranjero, ante los sínodos de Moscú y de La Habana.



     Pero no era sólo contra la delincuencia política que se utilizó la suspensión parcial de garantías. El hamponato sin filiación política, o en algunos casos vinculado a través de vasos comunicantes con el de filiación extremista, estaba beneficiándose de la honorable institución del habeas corpus para mantener en inocultable zozobra al país. Se aplicó lo que Rómulo llamó “un hampoducto”, trabajando a tiempo completo entre La Carlota y El Dorado. Esa misma actividad febril para aislar, encarcelar y reducir a los elementos antisociales se estaba desarrollando a escala nacional. Así, la restricción de garantías, que en nada perjudicaba a la inmensa, determinante mayoría de los venezolanos honorables, desde el punto de vista político o privado, se estaba utilizando y siguió siendo utilizada para combatir el hamponato, ya fuera el puro y simple de los amigos de lo ajeno, como el más sofisticado e igualmente repudiable de los enemigos de la tranquilidad y de la paz de los venezolanos.

     El decreto de suspensión de algunas garantías, que en forma responsable y eficaz utilizó el Ejecutivo para combatir la delincuencia política y hamponil, estaba por ser aprobado o impugnado por el soberano Congreso Nacional. No iba dirigido a quienes pensaban, actuaban y procedían en venezolano. Los militantes de la oposición democrática, a pesar de la restricción de garantías, estaban recorriendo el país en giras preelectorales, combatiendo al gobierno y en lícito ejercicio de su derecho a disentir de la forma como se orientaba la cosa pública en Venezuela. Absurdo hubiera sido que ligaran su suerte, no siendo apéndices de partidos internacionales, a quienes actuaban en Venezuela como quintacolumna de Moscú y de La Habana.


     En todo esto, no había presión alguna de los militares sobre el Gobierno de Coalición para que actuara como lo estaba haciendo. Rómulo no era insincero ni cobarde, y el pueblo le creía cuando afirmaba que las Fuerzas Armadas no habían pretendido presionarlo en ningún momento para que adoptara determinadas posiciones políticas o administrativas. Rómulo asumía que “los errores y aciertos de mi gestión de Presidente son míos propios, y no de personas o institución alguna. Y quiero dejar constancia explícita de que la institución castrense ha actuado con fidelidad y respeto a la norma constitucional, que hace de ella un organismo obediente, apolítico y no deliberante. Esto lo digo, reiterando lo afirmado en el mismo sentido muchas veces antes, cuando estoy, para hablar en criollo, ‘con el pie en el estribo’, apenas a dieciocho meses de entregar el poder a quien me suceda en Miraflores, y por eso mismo a cubierto de la suspicacia de que me exprese así con fin distinto del muy simple y muy obligante de hacerles justicia a quienes merecen, por su conducta institucionalista y honorable”.


     Otra observación es la de que habían resultado totalmente fallidos los propósitos de los empresarios del caos de paralizar con sus actos terroristas y con sus campañas de rumores, ya que el indetenible y enérgico proceso de recuperación económica y de acción administrativa fecunda era una realidad incuestionable. Los inversionistas seguían invirtiendo en nuevas industrias, y en ganadería y agricultura. El gobierno seguía adelante en su acción de saneamiento fiscal, de impulso al desarrollo económico. De defensa y valorización del capital humano del país. Se había presentado al Congreso un presupuesto de 6.225 millones de bolívares, cabalmente balanceado entre ingresos y egresos, y con un porcentaje determinante de inversiones con fines reproductivos. Se sacó a licitación la línea de transmisión de Macagua, en el Caroní, que habría de permitir traer hasta el centro de la República la electricidad barata allí producida; y para el próximo año estaba prevista la colocación de la primera piedra de la represa del Guri, que para 1969 dotaría a Venezuela de un índice per capita de electricidad igual al de Inglaterra; igualmente se pondría la primera piedra del puente sobre el Orinoco y se inaugurarían espléndidas edificaciones hospitalarias en Ciudad Bolívar y Barcelona. La industria de la construcción estaba en acelerado proceso de recuperación por las altas inversiones en obras públicas, y en materia de préstamos del Banco Obrero para casas y apartamentos de las clases media y trabajadora…


     Rómulo Betancourt sembraba la confianza y la fe en la democracia, y decía: “Vivimos en el azaroso tiempo de la guerra fría y dentro de sociedades que aún no han encontrado su centro de equilibrio. Pero lo importante es que en ningún momento falle nuestra fe –la de los gobernantes y la de los gobernados- en que sólo dentro de los cauces y de las fórmulas de la democracia representativa podremos encontrar solución a los problemas presentados a nosotros, en términos de desafío”.




EL COMUNISMO ORIGINAL (BOLSHEVISMO)


APUNTES SOBRE EL COMUNISMO ORIGINAL

-Alberto Rodríguez Barrera-



     Se llama bolshevismo a la ideología del Partido Bolshevique que, bajo el liderazgo de Lenín, llevó a efecto la Revolución Rusa de Octubre de 1917 y estableció la Unión Soviética. Los bolsheviques se originaron como facción dirigida por Lenín en el congreso de Bruselas de 1903 del ilegal Todo Ruso Partido Democrático Soviético de los Trabajadores. El congreso se dividió sobre la cuestión de membresía del Partido que reflejó diferencias irreconciliables sobre el carácter y objetivos del Partido. 

     La facción de Lenín tomó el nombre de bolsheviques (sustantivo que en ruso quiere decir mayoría) a raíz de su victoria sobre sus oponentes dirigidos por Martov que se llamaron mensheviques (minoría). En 1912 los bolsheviques se constituyeron como partido aparte. Se cambiaron el nombre a Todo Ruso Partido Comunista (Bolsheviques) en 1918, a Todo Unión Partido Comunista (Bolsheviques) en 1925, y a Partido Comunista de la Unión Soviética en 1952. 

     El bolshevismo es una ideología revolucionaria derivada de la adaptación del marxismo occidental adoptado a la tradición populista rusa. Después de capturar el poder en 1917 se impregnó con la tradición de autocracia rusa. Su teoría y práctica se han codificado en el canon de leninismo. Su originalidad histórica consiste en el hecho de que mientras retiene su apegamiento con el marxismo, abandona la idea marxista de que “la emancipación de la clase trabajadora se logrará por vía de los trabajadores mismos”, cosa que sustituyen por la idea derivada de Peter Tkachev según la cual la revolución social sólo puede ser lograda trayendo la conciencia de clase política a los trabajadores desde fuera de su clase, desde la inteligentsia socialista.

     Los trabajadores por sí mismos no podían, de acuerdo con Lenín, lograr más que “conciencia de unión”, concentrar temáticas de mejorar sus condiciones económicas, en vez de ascender al nivel histórico que prescribe para ellos la teoría marxista. La idea concomitante de una fuertemente tejida y disciplinada organización dirigida por tales revolucionarios profesionales, fue propuesta por Lenín para superar el “atraso de las masas” y les fue imbuida con “conciencia revolucionaria” derivada de los conceptos de Ogarev, el amigo de Bakunin y Herzen, y de la práctica organizacional de los narodniks rusos. Pero Lenín mantuvo (hasta abril de 1917) el punto vista clásico marxista de que una revolución socialista no puede ser lograda sola en un país tan atrasado como era Rusia, donde las pre-condiciones económicas y sociales para “construir el socialismo” no existían.

     Las “Tesis de Abril” de Lenín (1917) marcaron el próximo paso en la modificación del marxismo original sobre este problema: propusieron la toma del poder en “la atrasada Rusia” por el Partido Bolshevique. En efecto esto quiso decir la tácita aceptación de la teoría de Trotsky de Revolución Permanente, que preveía la revolución en Rusia como precursora de revoluciones socialistas en los más avanzados países de Europa. 

     El coup bolshevique en octubre de 1917 fue el resultado de la transformación de marxismo en leninismo, y al mismo tiempo marcó la llegada del bolshevismo en la escena histórica mundial. El fracaso de la esperada revolución socialista en Europa hizo inevitable una mayor evolución del bolshevismo. El partido de Lenin, ejerciendo el poder como una dictadura de una minoría, ahora tenía que construir el socialismo en un país donde, sobre sus propias suposiciones, estaban ausentes las condiciones marxistas para tal transformación. 

     Los bolsheviques se pusieron a trabajar para crear estas condiciones, y en el proceso el leninismo se convirtió en marxismo-leninismo, una formula ideológica para la práctica política de Stalin y sus sucesores, continuando las tradiciones bolsheviques y adaptándolas a nuevas circunstancias, algunas inesperadas y algunas de su propia creación.

     El marxismo-leninismo es un término acuñado durante los debates ideológicos posteriores a la muerte de Lenín y utilizado contra los oponentes de Stalin en la lucha por la sucesión. Redefiniría el marxismo en términos de la teoría y práctica leninistas de acuerdo a la interpretación de Stalin. De la misma manera que se hizo con el recién creado culto a Lenín, sirvió para legitimar las políticas de Stalin y para establecer su propia autoridad política e ideológica. 

     En la era post-Stalin el concepto de marxismo-leninismo sirvió para legitimar a los sucesivos liderazgos soviéticos. También suministró base ideológica para la condenación de nuevas herejías y el establecimiento de nuevas ortodoxias en las policéntricas rivalidades comunistas. En el conflicto chino-soviético, el lado soviético castigó la desviación china de la verdad ideológica del marxismo-leninismo, mientras que los comunistas chinos justificaron su posición como basada en el pensamiento “marxista-leninista-mao-tse-tung”.

     Así como el leninismo modificó algunos de los planteamientos del marxismo, el marxismo-leninismo fue siendo modificado por su continua adaptación a varias condiciones y tradiciones locales, mientras que su “universal verdad” es proclamada por todos los involucrados en eso. 

     Entre las políticas y métodos del stalinismo estaban el terrorismo burocrático y la propagación de aceptación obligatoria, tanto en Rusia como en Europa oriental, de las ficciones que eran aceptadas como dogmas en el movimiento comunista mientras estuvo vivo Stalin.

     El stalinismo surgió cuando Stalin comenzó a consolidar su poder durante y después de su lucha para suceder a Lenín. Su política de “socialismo en un país” quería decir la colectivización de la agricultura y la industrialización forzada en la Unión Soviética. Para ello, Stalin expandió los controles policiales sobre la población, usando métodos despiadados: purgas, campos de trabajo forzado, policía secreta y otros métodos totalitarios combinados con culto de la personalidad de Stalin para obligar a la conformidad y presentar un cuadro de un mandatario benévolo y protector, con infinita sabiduría para un pueblo feliz y próspero, libre del “hostil capitalismo circundante”. 

     Todos los recursos de la propaganda del Estado, el monopolio de la información, el realismo socialista en la literatura, el re-escribir de la historia, etc., fueron utilizados para inculcar internamente esta visión de la realidad y propagarla externamente. El proceso de “de-stalinización” que comenzó con el “discurso secreto” de Kruschev en el 20 Congreso del Partido en 1956 y el repudio de “los horrores del culto a la personalidad” debilitaron la autoridad de la Unión Soviética a nivel del comunismo internacional. Lo intentos por desasociar el stalinismo del marxismo-leninismo como base de legitimidad ideológica, tanto interna como externa, durante el período de de-stalinización, fueron minimizados después de la caída de Kruschev. La caída de la Unión Soviética y del comunismo ruso dejaron atrás toda esta parafernalia.

domingo, 15 de mayo de 2016

CONTRA LA ESCUELA DE SUMISIÓN CUBANA



     Afirmaba Rómulo Betancourt en en los días de la crisis misilística en Cuba: “No decimos que esta política realizada en tres años y medio de gobierno haya solucionado los problemas básicos del pueblo venezolano… Verán cómo al lado de los asentamientos campesinos hay todavía millares de familias viviendo en condiciones infrahumanas, en ranchos destartalados. Encontrarán que al lado de la magnífica Siderúrgica del Orinoco, eslabón recio para la conquista de nuestra independencia económica, hay todavía 300.000 personas viviendo o mal viviendo en el cinturón de pobreza que rodea a esta ciudad vitrina (Caracas), una de las mejor alumbradas del continente, una de las que tienen edificios más altos y avenidas más hermosas. Pero, ciudad en la cual coexisten la riqueza arrogante y la pobreza desesperante… Pero lo importante, y ese mensaje es el que ha escuchado el pueblo, es que se está en la buena vía y el pueblo venezolano sabe que no basta un solo período, ni dos, ni tres de gobierno democrático para solucionar sus problemas, pero sabe que las tierras se están repartiendo en el campo, que se están creando oportunidades permanentes de trabajo mediante un audaz impulso a la industrialización…Y sobre todo, y fundamentalmente, el pueblo de Venezuela pisa ahora sobre su tierra con orgullo, porque pisa como hombre libre, y eso explica por qué han resultado fallidos todos los esfuerzos de los extremistas para promover guerrillas en el campo y en las ciudades. Son grupos de comando rechazados por el pueblo”.



CONTRA LA ESCUELA DE SUMISIÓN CUBANA 
Alberto Rodríguez Barrera




     En octubre de 1962 se constató que Cuba, con la complicidad y sumisión de su gobierno comunista, se había convertido en una base soviética de proyectiles medios e intermedios, y de otras armas ofensivas de similar peligrosidad, creándose una situación internacional de alta tensión. El Gobierno de Coalición reunió en Miraflores el Consejo Supremo de la Defensa Nacional para hacer uso de la disposición constitucional (atribución 7a del articulo 190): “Adoptar las medidas necesarias para la defensa de la República, la integridad de su territorio y de su soberanía, en caso de emergencia internacional”. Cuando se tuvo evidencia incontrastable de esa situación, en que Cuba se hacía alcahuete y cortesana del totalitarismo soviético, el Gobierno de Venezuela comenzó a cumplir sus obligaciones internacionales, sin esguince y con claro sentido de responsabilidad.




     En el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, nuestro delegado hizo un vehemente llamado a la paz mundial y a la búsqueda de soluciones pacíficas para zanjar los diferendos internacionales, siendo enfático al afirmar que no podría discutirse con la Unión Soviética fórmula alguna sin el previo desmantelamiento, vigilado por observadores internacionales, de las bases para proyectiles atómicos instalados en Cuba y que constituían un riesgo de destrucción masiva de vidas y de riquezas no sólo para Estados Unidos sino para todos los pueblos de América, y de manera muy especial para los ubicados en la hoya del Caribe. Dentro de la Organización de Estados Americanos (OEA) exteriorizamos en forma precisa y concreta que la transformación de Cuba en una base operacional de la Unión Soviética con armas nucleares, era una amenaza que debía enfrentar unido, sin pausas y sin plazos, todo el continente. Resultó así aprobado por unanimidad el acuerdo mediante el cual se invocó el Tratado de Asistencia Recíproca de Río de Janeiro de 1947 que autorizaba la acción individual o colectiva, inclusive de acción armada, frente a cualquier amenaza tangible para la integridad de alguna o de todas las naciones del continente.


     Todo ello venía a dar la razón, en forma dramática, a la muy firme actitud adoptada por el Gobierno de Coalición ante el régimen comunista de Cuba. Aun antes de que hubiera evidencias de que Cuba estaba convertida en un reservorio de bombas de alto poder destructivo, situado por la Unión Soviética en América, ya el gobierno venezolano había señalado la peligrosidad de un régimen que exportaba consignas, dinero y armas con el propósito de minar y de destruir los regímenes de limpio origen democrático y definitivamente resistidos a convertirse en apéndices sumisos de Moscú.

     Venezuela fue uno de los primeros países de América Latina que rompió relaciones diplomáticas con el régimen de La Habana y por ello hubimos de afrontar brotes de violencia promovidos por los comunistas y sus adláteres, quienes hicieron dejación de su consciencia de ciudadanía venezolana para actuar en Venezuela como quintacolumna al servicio de gobiernos y de fuerzas hostiles a nuestra nacionalidad. En la Reunión de Consulta de Cancilleres en Punta del Este, realizada meses después de la ruptura de relaciones de Venezuela con el régimen de La Habana, estuvimos entre los catorce países que formaron la precaria mayoría que expulsó a ese régimen de la OEA. Pero en la medida en que los días pasaban y los hechos se sucedían, resultaba clamorosa la evidencia de que quienes gobernaban en La Habana, con sus brutales métodos represivos, lo hacían por interpuesta mano del eje chino-soviético.




     También había un sentido de supervivencia nacional en el apoyo al unánime compromiso internacional: la significación del petróleo como materia prima básica para movilizar la maquinaria industrial y bélica de los Estados modernos no era de nadie desconocida. La existencia de armas nucleares en Cuba ponía así en peligro no sólo los centros vitales de la industria estadounidense, sino también los campos y ciudades petroleras del Oriente y del Occidente nacional. Por ello había decisión a cooperar para que, de una vez por todas, se le pusiera cese a una situación que constituía un riesgo permanente para nuestra seguridad y para nuestra supervivencia como nación.



     Había consciencia igualmente de que si algo ha caracterizado al pueblo de Venezuela es su valentía para afrontar situaciones difíciles. Y el Presidente Betancourt no ocultaba la difícil y riesgosa situación: “Y por eso debemos afrontarla, con sentido de unidad nacional, todos los venezolanos, con la sola excepción de quienes renunciaron a su gentilicio, a su nacionalidad, para convertirse en grupos serviles al enemigo extranjero, al servicio incondicional de la orden y consigna importadas. Consciente como estoy de que ésta es una hora de limar diferencias y de aunar voluntades y esfuerzos, he mantenido y continuaré manteniendo contacto con todos los sectores políticos, económicos y sociales de la colectividad. Empeñado estoy, como Presidente de todos los venezolanos, en que se integre un apretado y compacto frente único para enfrentar lo que haya de enfrentarse. Dentro de la distribución de tareas y de responsabilidades en esta hora de emergencia nacional, a todos los venezolanos, cualesquiera que sean su rango y posición, les corresponde una parcela de labor por realizar y de acción por cumplir. Estoy seguro, porque tengo una fe profunda y entrañable en el pueblo venezolano, de que todos cooperarán cuando se les señale el sitio y la oportunidad de hacerlo”. 



    De la misma manera se hacía un llamado a no alterar las actividades normales de la producción y del trabajo, para que se produjera más en las fábricas y en los campos, sobria, simple y llanamente, para demostrar que en Venezuela se mantenía intacta la fibra de la generación que con sangre y sacrificios nos legó una patria irrevocablemente soberana y libre.


     Y así era: en Venezuela se vivía en un Estado de derecho que apelaba a los procedimientos pautados en la Constitución y que pedía la ilegalización de los partidos extremistas ante la Corte Suprema de Justicia, y los extremistas de la izquierda, los únicos afectados por la restricción de garantías constitucionales por asumir una modalidad esquizofrénica de bandas terroristas, aún contaban con diputados y senadores disfrutando de inmunidad parlamentaria, continuaban concurriendo al parlamento, hasta que viniese una sentencia de la Corte, cuyo contenido se desconocía porque no se estaba presionando a los señores magistrados, quienes serían –solos con su consciencia e interpretando las leyes de la República- quienes sentenciarían en un sentido o en otro. 



     El de Venezuela era un régimen democrático acechado no sólo por esos sectores minoritarios que actuaban en nuestro país como una quintacolumna que seguía dócilmente las consignas transmitidas de La Habana, sino que también enfrentaba la resistencia de sectores oligárquicos egoístas, quienes hubiesen estado satisfechos con una democracia sin contenido social, con una democracia que no le diera al pueblo acceso a la cultura, que no desmantelara el latifundio en el campo, que no defendiera y tutelara el derecho de los trabajadores a obtener salarios estables y contratos colectivos favorables a sus intereses.


     Afirmaba Rómulo en los días de la crisis misilística: “No decimos que esta política realizada en tres años y medio de gobierno haya solucionado los problemas básicos del pueblo venezolano… Verán cómo al lado de los asentamientos campesinos hay todavía millares de familias viviendo en condiciones infrahumanas, en ranchos destartalados. Encontrarán que al lado de la magnífica Siderúrgica del Orinoco, eslabón recio para la conquista de nuestra independencia económica, hay todavía 300.000 personas viviendo o mal viviendo en el cinturón de pobreza que rodea a esta ciudad vitrina (Caracas), una de las mejor alumbradas del continente, una de las que tienen edificios más altos y avenidas más hermosas. Pero, ciudad en la cual coexisten la riqueza arrogante y la pobreza desesperante… Pero lo importante, y ese mensaje es el que ha escuchado el pueblo, es que se está en la buena vía y el pueblo venezolano sabe que no basta un solo período, ni dos, ni tres de gobierno democrático para solucionar sus problemas, pero sabe que las tierras se están repartiendo en el campo, que se están creando oportunidades permanentes de trabajo mediante un audaz impulso a la industrialización…Y sobre todo, y fundamentalmente, el pueblo de Venezuela pisa ahora sobre su tierra con orgullo, porque pisa como hombre libre, y eso explica por qué han resultado fallidos todos los esfuerzos de los extremistas para promover guerrillas en el campo y en las ciudades. Son grupos de comando rechazados por el pueblo”.




     Rómulo también tuvo palabras en esos días para referirse al problema de los golpes de Estado: “Que la lucha, la cual debe ser enérgica, a fondo y decidida, contra el régimen comunista impuesto en la hermana República de Cuba, no nos haga olvidar otro peligro: el de la recurrencia del mal casi crónico en esta parte del continente de los golpes de Estado para sustituir por juntas autoelectas a los gobiernos legítimamente constituidos. El Gobierno de Venezuela se ha quedado solo, o casi solo, en una actitud indesviable: no mantenemos relaciones diplomáticas de ninguna clase con las juntas pretorianas que han sustituido a gobiernos legítimamente constituidos… En Venezuela se ha hecho una buena experiencia de proyección no sólo local sino americana. La experiencia de que los hombres y mujeres que militan bajo (toldas políticas diferentes) pueden coincidir, y han coincidido, en su acción leal, consecuente y firme de reformas profundas, estructurales, de una verdadera revolución pacífica en la sociedad venezolana…”