martes, 26 de julio de 2016

LA VOLUNTAD, ARMA PARA ACABAR CON MADURO



Al igual que el chavismo/madurismo, que en esencia no “conoce”, la inadmisible extensión del concepto de voluntad en Schopoenhauer (“la ausencia de toda meta, de toda frontera... El grado más bajo de la objetividad... La imposibilidad evidente de una meta final”) llevaron a este filósofo del pesimismo a una conclusión: en el mundo sólo hay por doquiera sufrimiento, dolor, insatisfacción y miseria constantes; cada quien es un cazador, y cada uno es un cazado. El chavismo nos evidencia congestión, carencia, necesidad y temor, gritos y aullidos; como esperando por saecula saeculorum romper la corteza del planeta, en gesta de trivialidad y carencia, sorda e insensiblemente opaca y tormentosa, repitiendo una y otra vez la cantinela de la insignificancia. 


LA VOLUNTAD, ARMA PARA ACABAR CON MADURO
-Alberto Rodríguez Barrera- 

     En el pensar filosófico profundo relativo a la teoría del conocimiento, el sistema de Kant estableció que todos los fenómenos externos -la realidad terrenal completa- existen para cada uno en particular sólo en su imaginación; es solamente su representación. Y Schopenhauer puntualizó: “Aquello que conoce todo y que no es conocido por nadie es el sujeto. Por tanto, él es el portador del mundo, la condición universal, siempre presupuesta, de todo lo que se manifiesta, de todo objeto; porque sólo para el sujeto está lo que siempre existe. Cada uno se encuentra a sí mismo como este sujeto, sin embargo, sólo en tanto que conoce, no en tanto que es objeto del conocimiento. Pero objeto es ya su cuerpo, al cual por eso nosotros, desde este punto de vista, llamamos representación”. 

     El pensamiento original de Schopenhauer fue más allá al afirmar que el rasgo fundamental de su doctrina era “la separación completa de la voluntad y del conocimiento”, cosa que filósofos anteriores consideraban inseparables (“la voluntad condicionada por el conocimiento e, incluso, la mayoría de las veces, como una pura función del mismo, que dicen es la materia fundamental de nuestra esencia espiritual”). “Para mí lo eterno e indestructible está en el hombre, lo cual por eso también integra en él el principio vital, no el alma, sino...lo radical del alma, y esto es la voluntad... La voluntad... es primaria, es lo primero del organismo, y éste está condicionado por ella.”

     Al igual que el chavismo/madurismo-que en esencia no “conoce”- la inadmisible extensión del concepto de voluntad en Schopoenhauer (“la ausencia de toda meta, de toda frontera... El grado más bajo de la objetividad... La imposibilidad evidente de una meta final”) llevaron a este filósofo del pesimismo a una conclusión: en el mundo sólo hay por doquiera sufrimiento, dolor, insatisfacción y miseria constantes; cada quien es un cazador, y cada uno es un cazado. El chavismo/madurismo nos evidencia congestión, carencia, necesidad y temor, gritos y aullidos; como esperando por saecula saeculorum romper la corteza del planeta, en gesta de trivialidad y carencia, sorda e insensiblemente opaca y tormentosa, repitiendo una y otra vez la cantinela de la insignificancia. 

     En términos actuales, la voluntad, como la moral, contiene la exigencia de trabajar con la razón contra la propensión a la maldad, contra la insensatez, contra la impunidad de los errores, contra la vanidad y la soberbia intelectualoides que regresan a la grosería de una visión ordinaria disfrazada con ampulosidad absurda de deterioro y decadencia. Es un conjunto de contradicciones intuitivas y arbitrarias sin conceptos pensados, abstracciones de ridiculez total impulsadas por una muy definitiva ausencia de buena voluntad. Mucho se explica el chavismo/madurismo a sí mismo con la máxima “Nadie puede ser más allá de sí mismo”: cada uno ve en el otro sólo tanto como él mismo es. De ahí nuestra reiteración de que al chavismo/madurismo hay que creerle exactamente lo contrario de lo que afirma. 

    En dicha esfera tenebrosa, las facultades intelectuales superiores de otro hombre no se reconocen, “porque toda inteligencia es invisible para el que no tiene ninguna... De aquí se sigue que uno se nivela con aquel con quien habla cuando desaparece todo lo que se puede tener de ventaja frente a él e incluso cuando la auto-renunciación requerida para ello permanece completamente desconocida”. Y esto es falsedad, despreciar al hombre. “Un temperamento tranquilo y sereno que proviene de una salud completa y de una organización feliz, un entendimiento claro, vivaz, penetrante y que aprehende correctamente, una voluntad temperada y suave y, por tanto, una consciencia tranquila; éstas son ventajas que ningún rango o riqueza pueden sustituir.” (Schopenhauer.)

     El chavismo/madurismo no tiene el ingenio para la excelencia de recrearse en pensamientos propios. Sus cambios y olvidos constantes los llenan de variantes “círculos sociales”, espectáculos, diversiones y desviaciones que no logran más que el martirizante tedio del embotado. Abandonan la vida hablando sólo por burla, locamente.

     Contradicciones hay en todo, pero la inteligencia clara indica que hay que señalarlas como materia de prevención. Porque todo lo que se llena de contradicciones no puede ser verdadero. El chavismo comparte con Schopenhauer la incapacidad de exponer una doctrina unitaria y lógicamente clara. Sólo logra testarudez y pesimismo encolerizado. 

     Porque del estado interior de un solo hombre no se puede concluir sobre el estado de todo el mundo. Y es de ahí que parte el chavismo/madurismo, de que la mayoría de los hombres son producto de fábrica y cabezas huecas que no tienen otra inteligencia digna de mencionarse.¿Por qué ha de ser Chávez o Maduro entonces una excepción? ¿Es un semidiós, o por lo menos un genio? Tales posibilidades quizás sólo sean consideradas por ellos, pensando que en sus cabecitas díscolas se encuentra todo el mundo, y obviando que cual equilibrista se balancean de un lado a otro, ignorando el terror que les produce el nido de avispas que lo rodean, hastiadas por el daño que le hace al panal. Esto es algo muy difícil cuando se trata de la primacía de la voluntad. Y aceptar las “ideas” son la primera revelación de la voluntad, donde está el poder actuar del intelecto.

lunes, 25 de julio de 2016

ABAJO LOS INCRÉDULOS APLASTADOS POR EL FRACASO



¡Debemos esparcir semillas para la sazón posterior! ¡Sembremos a manos llenas, con la unidad como meta y en medio de toda diversidad! ¡Combatamos la desesperanza y el conformismo abúlico!


ABAJO LOS INCRÉDULOS 

APLASTADOS POR EL FRACASO
-Alberto Rodríguez Barrera-


     La agitada actividad del hombre moderno lleva a una falta de tranquilidad en la reflexión y en la contemplación razonables, de lo cual surgen grandes frustraciones humanas, una minimización de los derechos y los deberes humanos que constituyen la injusticia. Por ello es que el hombre debe retornar a su esencia interior, para “volver a encontrar los más primitivos y más simples valores culturales... La esencia de los derechos humanos” (Eckhart) En los excesos retóricos y desaforados del chavismo, hoy vemos hombres indefensos frente a la lógica propia de los problemas científicos y técnicos, donde reina una ceguera de valores de gran medida cuyas consecuencias se hacen cada vez más claras; son hombres incrédulos aplastados por el aparato del fracaso. 

     Sus contradicciones –luchas, disputas y antagonismos- parecieran una unidad que sólo en el infinito se resuelve, porque “donde no hay orden hay confusión. Y donde hay confusión ninguno está seguro” (Cusano), lo cual quiere decir: debe haber (y debemos exigir, como línea política constante) administración de justicia y orden jurídico. Porque si faltan, como incuestionablemente es el caso en la Venezuela actual, no están garantizados los derechos humanos, como igualmente es indudable entre nosotros. Porque el Derecho tiene su principio en la naturaleza y de la costumbre; una buena costumbre es tan buena como el derecho escrito; y en el derecho consuetudinario está la irradiación de la voluntad del pueblo y del derecho natural. La ley es posible y superior en el sentido de su doctrina del consenso. Eso es: en democracia. 

     El consenso, la concordancia de todos (es decir: la elección), debe presentarse en las formas del Estado. La nación debe estar de acuerdo en cuanto a la autoridad estatal y a sus portadores. Esta sólo es posible con ayuda de las elecciones. La experiencia dice que no se puede obtener una unidad absoluta; por las elecciones se puede averiguar la mayoría de la nación, y da como resultado la unidad práctica o cuasiunidad de la voluntad popular. Se trata de un proceso que no debe ser tracaleado ni conformado a la cubana, obviando elementalidades de la transparencia. La línea política aquí parte de una verdad: todas las filosofías políticas que en la evolución humana han sido son incapaces de descubrir todos los misterios del mundo. Y en ello la trampa es una vieja zorra que se cree verdad única. 

    El ser progresista tiende al equilibrio y a la paz, lo cual prioriza que debemos en primer lugar buscar la verdad ampliamente; las había antes, las hay hoy y las habrá mañana. Hoy debemos exaltarlas sobre la proliferación de mantos de oscuridad e ignorancia que se nos intenta imponer a la diabla. A la verdad se accede por vía del trabajo científico-racional, objetivo-intelectual, del trabajo infatigable y la sed de hechos. Debemos hurgar de forma extremadamente activa, llevando armonía al libre curso de la naturaleza. Y dejemos al adversario ahí donde el ocio del abuso lo lleva al embotamiento. Los hombres deben ser llevados a lo bueno, a un estado de ilustración total. La unidad no puede exagerarse ni sobrepasar la coherencia de la armonía; las pruebas metafísicas deben conducirse con exactitud matemática (Leibniz), recordando que lo opuesto es inarmonía. 

     En todo ello no podemos ignorar la trágica situación según la cual las más altas y más nobles formas del ser son más vulnerables a los ataques y al sufrimiento que las más viles, porque aquellas están continuamente expuestas a la destrucción de estas fuerzas inferiores. Si se aniquilara la forma superior del ser, seguiría siendo más noble que aquello que la destruye. Porque la perfección del orden que gobierna al mundo abarca en sí misma un máximo de diversidad, una individualización que casi llega al infinito. Ahí está la sustancia singular –de acción recíproca más o menos constante- que se llama evolución. (La ciencia natural también considera que los núcleos atómicos son variables; los átomos están compuestos de núcleo y electrones que giran en el campo electromagnético del núcleo atómico.)

     Debemos proponernos con persistencia explicar los males físicos, metafísicos y morales que sufrimos en el presente para fomentar la ubicación del bien. No hay duda de que hasta el mejor de los mundos está lleno de tragedia; se pierde la belleza y el orden de todo, que es donde está la fe, la esperanza y la confianza de todos. Seríamos injustos si no hacemos uso de las pequeñas y grandes pruebas de la sabiduría y si nos dejáramos arrebatar el optimismo creador. ¿Pesimismo, cruzar los brazos y desesperarse ante lo que vivimos? No. ¡Reconstrucción!

     El Estado es la comunidad más noble en la que se forma el Derecho, en la que se fundan y encuentran su lugar las familias. El punto de referencia para el orden estatal es el bien común. No es echar por la borda las herencias valiosas, los resultados de los pensadores y creadores, el progreso constante aunque lento de la cultura humana. Hay una cierta espiral de la vida humana que se debe apoyar para que podamos dormir con la consciencia tranquila. 

     ¡Debemos esparcir semillas para la sazón posterior! ¡Sembremos a manos llenas, con la unidad como meta y en medio de toda diversidad! ¡Combatamos la desesperanza y el conformismo abúlico! ¡Fundemos cosas nuevas con urgencia creativa; sociedades de toda especie, órdenes, fábricas, ejércitos templados en mejores disciplinas! 

viernes, 22 de julio de 2016

LA SIEMBRA DE LA DEMORACIA, TRES AÑOS DE CONSTRUCCION


Con la empresa privada se rescató también el pensamiento bolivariano en su fuente originaria (copias en microfilm del Archivo del Libertador), ya no falseando y deformando sus ideas, como lo venían haciendo los despotismos criollos, malinterpretándolo para sus cesarismos absurdos. 
Hubo un esfuerzo sostenido para el trabajo conjunto entre científicos, educadores, hombres de empresa y trabajadores. Todo ello y más iba creando la red institucional para el funcionamiento de la democracia. 

LA SIEMBRA DE LA DEMORACIA, 
TRES AÑOS DE CONSTRUCCION 
-Alberto Rodríguez Barrera- 

     En los albores de 1962, por encima de trastornos y dificultades, el saldo del Gobierno de Coalición era positivo en logros y avances. El tiempo perdido se recuperaba y se aceleraba una marcha que –por encima de la pasión sectaria- sería más innegable aún con el correr de los años. Había signos inequívocos de recuperación económica, incremento de reservas internacionales, una revitalización debida en gran parte a promociones industriales y al dinamismo de la industria de la construcción. 

     El acelerado proceso de desarrollo de la economía nacional se seguía cumpliendo conforme a normas definidas. Y para 1962 se establecía la política a seguir –ese año- en los campos de la acción pública y las formas de colaboración con la iniciativa privada. 


     Ya la Siderúrgica producía tubos sin costura y alambres en 1961 (y acero y aluminio en 1962), dejando de depender del exterior. La represa del Guri entraba en licitación y el petróleo aumentó su producción, conjuntamente con la participación del país en los rendimientos de la industria (alto nivel de ocupación, de salarios y de participación de utilidades para los trabajadores del petróleo). 


     La paz social y la tranquilidad pública no son objetivos que se alcanzan sólo mediante acciones de gobierno. Reclaman y necesitan la cooperación activa de toda la ciudadanía, específicamente de los sectores suyos integrados en organismos económicos y políticos. De la buena voluntad de organizaciones empresariales y sindicales depende que las diferencias obrero-patronales se resuelvan siempre por la vía pacífica del entendimiento entre las partes. En esto también había un empeño por parte del Gobierno de Coalición. Y en lo relativo a las organizaciones políticas: del encausamiento por ellas de los contrapuestos criterios, normales en una democracia, por el camino de la discusión de altura y del debate sin acrimonia, depende el desarme de los espíritus y la exclusión de los repudiables métodos de la violencia. 

     Conjuntamente con las Corporaciones Regionales, también se creaba la Fundación para el Desarrollo de la Comunidad y de Fomento Municipal (luego Fundacomún) para dotar de acueductos, cloacas, luz eléctrica y otros servicios a pequeñas colectividades del país, porque un país se construye primero desde sus cimientos, y nuestros cimientos eran endebles, avergonzantes, desasistidos en servicios básicos. Se creía que los pueblos pusilánimes y con desgano, no hacen historia. Y a los industriales se les decía el refrán: barco parado no gana flete.

     En Caracas se inauguró el Parque del Este y se previó el del Oeste, se inauguró el balneario popular de Catia La Mar, el de Naiguatá estaba por concluirse y se iniciaba el de Macuto; se construyeron 1.398 aulas de estudio en todo el país, se pasó de 700.000 alumnos (1958) a 1.200.000 (1961), el número de maestros pasó de 20.000 a 30.000, y el número de escuelas de 6.000 a 12.000. Se acabó la falta de agua en Caracas con la represa de Quebrada Seca. Se construyó el distribuidor El Pulpo.

     Además de crear el decreto “Compre Venezolano”, se combatió el contrabando y con los préstamos del exterior se contemplaron las necesidades de la industria nacional (grande, mediana y pequeña), así como el desarrollo agropecuario; todo con optimismo, fe, confianza y seguridad en las grandes y seguras posibilidades de una democracia naciente. 


     Con la empresa privada se rescató también el pensamiento bolivariano en su fuente originaria (copias en microfilm del Archivo del Libertador), ya no falseando y deformando sus ideas, como lo venían haciendo los despotismos criollos, malinterpretándolo para sus cesarismos absurdos. 

     Hubo un esfuerzo sostenido para el trabajo conjunto entre científicos, educadores, hombres de empresa y trabajadores. Todo ello y más iba creando la red institucional para el funcionamiento de la democracia. 

     A estos aspectos se aunaba un proceso de relaciones internacionales que tampoco se descuidaba. Ya se habían roto las relaciones con el Gobierno de Cuba, por dignidad nacional. Y el Canciller de Venezuela se preparaba a concurrir a la proyectada Reunión de Ministros de Relaciones Exteriores que se efectuaría en Uruguay. Allí se iban a ratificar las tesis bien afirmadas de la política exterior venezolana: defensa del sistema representativo de gobierno, garantía de respeto a los derechos humanos, autodeterminación de los pueblos, no intervención de un país americano en las cuestiones internas de otro y categórico rechazo de la intervención chino-soviética en América. También sucedió que Venezuela ocupaba ahora un puesto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, por decisión de su Asamblea General, donde obtuvo Venezuela una de las más altas votaciones. 


     Y por si fuera poco, dos cosas más sucedían: el Gobierno de Coalición mantenía con la Iglesia Católica excelentes relaciones, además de participar en las festividades celebradas en el Vaticano con motivo de festejarse los 80 años de la fecunda existencia de Su Santidad el Papa Juan XXIII; y, por otra parte, las Fuerzas Armadas de la República continuaron su proceso de desarrollo normal, sin que en ningún momento interfiriera la influencia política en ellas, manteniendo su actitud de respeto a la Constitución y de respaldo sin reservas al régimen legítimamente constituido.

SOLILOQUIO DEL CHAVISMO Y SU ESTÉRIL MEDIOCRIDAD


Al chavismo hay que combatirlo por la esterilidad de sus resultados, porque se basan en un melancólico encierro que juzga al mundo a escondidas, desde la sombra, sin poder ver bien y confundiendo las sombras con las cosas, sintiéndose irrefutable y feliz con la imagen de satisfacción que rebota desintegrada del espejo. El chavismo, de arriba a abajo, convive en el soliloquio de una solitaria mediocridad.


SOLILOQUIO DEL CHAVISMO 
Y SU ESTÉRIL MEDIOCRIDAD
-Alberto Rodríguez Barrera- 

     Hindués, chinos, griegos y otras culturas supieron de conocimientos cósmicos universales, tuvieron filosofía. En política, tampoco un solo sector puede declararse único, menos en la actual situación del mundo y en los resultados de las realidades internacionales. El aislamiento, en su carrazón, no reconoce a los demás como iguales, con lo cual descarta enormes posibilidades para el desarrollo.

     Mientras sucedía el apogeo de la filosofía griega antigua, por ejemplo, Lao-Tze escribió el magnífico libro del Tao y de la virtud, sobre el origen de la ética y de la política, Buda anunció su redención del sufrimiento, y hubo otros tantos aportes. Son muchos los conceptos del conocimiento y de la verdad. En esta era de medios masivos y tecnología, pueblos y naciones se afirman en común en su pensamiento; los antiguos no pudieron hacer esto, eran más o menos insuficientes y rara vez se bastaban para manejar en común los conocimientos a fin de investigar las verdades mejor y más rápidamente. Hoy es distinto.

     El concepto de conocimiento nos dice, por una parte, que es un proceso especulativo, pero además es su resultado. Hay muchas cosas inalcanzables para el hombre; tenemos que conformarnos con los límites que tiene nuestro pensamiento, nuestro conocimiento. Es insensatez y temeridad no ver las propias limitaciones, como es el caso del chavismo. El conocimiento como proceso de pensamiento no es aceptable de manera ilimitada. Husserl lo explicó claramente en las cifras de trillones que son verdades decimales, es decir, un ser, pero que prácticamente son inconcebibles porque uno no se las puede imaginar; “Lo que es psicológicamente imposible puede muy bien ser idealmente hablando." 

     El conocimiento, como proceso especulativo, es una especie de apropiación; perfecta cuando está presente el resultado del pensamiento. Es indiscutible que la apropiación especulativa de circunstancias para los fines del descubrimiento de la verdad es: a) posible, b) imposible; abundancia de ejemplos al respecto dan los científicos naturales; además, tiene lugar más o menos con éxito, como es ejemplo la psicología profunda fundada por Freud, Adler y Jung. 

     Pero es igualmente correcto que el individuo con frecuencia no logra obtener la apropiación material del conocimiento con exactitud, ya que no posee una consciencia integrada, “omnisciente”, que se apropie de todos los conocimientos posibles al hombre actual con sus relaciones de fundamento. El individuo tiene únicamente una consciencia restringida, desintegrada. Aunque los principios del conocimiento sean idénticos para todos los hombres –cosa que no todos suscribimos- el conocimiento material resultante es frecuentemente diferente. Nadie logra tener como verdades dos proposiciones contradictorias. 

     ¿Qué es verdad? Seguramente una cierta coincidencia entre lo conocido que es apropiado y la realidad; una cosa objetiva, un hecho en el sentido más amplio (no sólo la apertura del ser; Heidegger). Y en esto tiene que haber verdades universalmente válidas, porque sin ellas ninguna vida es posible. Deben medirse con el objeto y deberían ser evidentes de ser posibles, deberían contener certeza luminosa.

     En el chavismo –donde pareciera no partirse de que la vida es digna de vivirse, aunque sólo existiera para alcanzar una buena muerte, como diría un sabio auténtico- se rigen por el conocimiento útil sólo para un determinado fin, práctico, de relativismo y utilitarismo, tomando valores de ciertas normas subjetivas, reglamentos, que se atribuyen a su medida. Y esto no puede ser verdadero porque cada hombre en particular es imperfecto y puede equivocarse.

     Pero nuestra mente no mide las cosas sino que es medida por ellas. No podemos cambiar en la verdad de que dos más dos son cuatro, etcétera; la total coincidencia de lo conocido con la verdad; reina una evidencia comprensible, la vivencia de la verdad. De las simples verdades objetivas surgen otras, que deben fundarse metódicamente, partiendo del ideal de verdad que la Verdad Una y Primera postula...

     Más hombres racionales son más valiosos que un solo hombre racional. Hay que preferir el pluralismo frente al singularismo. Utilizar toda la razón almacenada para penetrar más profundamente en la verdad. Tenemos que hacer grandes progresos en el camino del hallazgo y proyección de la verdad. Debemos –antes que escribir y hablar demasiado- escucharnos entre nosotros mismos. ¿Qué significan paz o guerra o democracia? Hay objetivos políticos (habitualmente dudosos) que carecen de seriedad científica, objetividad y una voluntad de trabajo de conjunto, nacional e internacionalmente. Hay que hacer a un lado el caos intelectual para descubrir valores universales de verdad, con gente libre...

     El conocimiento no es más grande ni más valioso que la vida que sigue adelante sin ningún conocimiento teórico. La vida tiene preferencia ante todas las funciones del conocimiento, se interesa ardientemente por las unidades válidas de la verdad, con las cuales puede hacer algo, como vivir. No tiene que ser un pragmatismo ni un utilitarismo. Es un hecho desnudo. 

     Al chavismo hay que combatirlo por la esterilidad de sus resultados, porque se basan en un melancólico encierro que juzga al mundo a escondidas, desde la sombra, sin poder ver bien y confundiendo las sombras con las cosas, sintiéndose irrefutable y feliz con la imagen de satisfacción que rebota desintegrada del espejo. El chavismo, de arriba a abajo, convive en el soliloquio de una solitaria mediocridad.

miércoles, 20 de julio de 2016

EL ORDEN Y EL DESORDEN Montherlant (3)




SOBRE EL ORDEN Y EL DESORDEN
Montherlant (3)
-Alberto Rodríguez Barrera-



    El orden del arte y el desorden de la experiencia son las dos categorías de Montherlant. En su ficción novelística (a diferencia de su dramaturgia) Montherlant hace algunos ordenamientos artísticos para lograr un rendimiento más directo de la experiencia, con la meta general de que sus novelas se asemejen a la vida lo más cercanamente posible sin dejar de ser obras de arte. Esto explica sus comentarios sobre la excesiva "construcción" de la novela francesa tradicional y lo lleva a escribir en "Pitié pour les femmes":

     "Si esta novela se sometiera a las reglas del género que se han establecido en Francia, la escena de la cocina entre Costals y Solange habría sido colocada al final. Todos hubieran estado complacidos: los instruidos, porque la escena culminante debería estar al final en una novela compuesta a la manera francesa, es decir, en una novela construida 'lógicamente'; y los moralistas, porque esta escena parece anticipar la unión entre los personales principales: así la novela, al terminar con 'un goce anticipado de cielos azules', hubiera sido edificante de principios a fin. Las novelas francesas, como las almas cristianas, se proveen con la posibilidad de una conversión al pie de la cama de muerte… Pero la vida misma, tan ignorante del negocio de vivir, tontamente reclama excepciones de los convencionalismos de ficción francesa… y esta escena no tiene secuela."

     Es esta misma actitud lo que hace que Montherlant sospeche de personajes "consistentes". Tales personajes, dice, existen solamente en novelas y obras de teatro, no en la vida misma. En sus mentes, sin embargo, Montherlant trata de hacer a sus personajes tan "de la vida"como sea posible, manteniendo en mente el hecho que el hombre es primero y principal un animal inconsistente. Sólo parece consistente "cuando se viste para beneficio de los mirones." Este es el pensamiento detrás de la propia intención de Montherlant en "Les Lépreuses": "Sabemos a cuánto asciende la 'psicología' que un novelista pone en sus libros: un trozo de puro 'bluff' desde la A a la Z.

     Este punto de vista del papel de la caracterización en ficción afecta inevitablemente a las tramas y al método narrativo de Montherlant. El ritmo casi dialéctico de algunas de sus novelas impacta, aunque el arte de contar una historia, de desenvolver gradualmente un cuento, parece no interesarle mucho. Sus novelas tempranas, particularmente, tienden a avanzar por medio de un desarrollo lírico y no son afectadas por las demandas de una nítida y rigurosa estructura; vuelven sobre sí mismas, en direcciones inesperadas, estéticas; por asociación de ideas, tratando de transmitir de acuerdo con la insistencia de Montherlant en simbiosis y confusión; experiencias contrastantes o comportamiento contrastante en un personaje dado. Sería erróneo dar la impresión que estas novelas no tienen forma o que sean desordenadas como él cree que es la vida. Encuadran y forman patrones de la experiencia como –hasta cierto punto- debe hacer todo arte. Todas tienen una estructura básica en torno a la cual se han moldeado. Pero sus patrones son más rítmicos que estáticos, y Montherlant está lejos de hacer de la forma un fin en sí mismo.

     Este evitar de la novela demasiado ordenada se fortalece por otra característica de la ficción de Montherlant: preserva en sus novelas un grave distanciamiento irónico que a veces recuerda a Stendhal, en cuanto a intervenciones que excusan o critican a sus propios personajes, o comentarios irónicos que a veces dirige a los lectores; las intervenciones críticas, lejos de romper el momento imaginativo, puede tener el efecto –como en Stendhal- de agregarle algo a la "vida"independiente de los personajes. Pero Montherlant va más lejos: actúa en directa contradicción con la máxima de Flaubert de que el novelista debería estar en la misma relación hacia su novela que Dios con la creación: presente en todas partes, pero visible en ninguna. Así Montherlant de rato en rato comenta no sólo sobre sus personajes sino sobre sus problemas y decisiones como novelista. Uno piensa que a veces sentía impaciencia con los aspectos más mecánicos de la escritura.

     Al desviarse de lo tradicional, la ficción de Montherlant tiene la apariencia de una creación artística objetiva, aunque es a menudo fuertemente autobiográfica en contenido. En sus novelas destaca la habilidad para ver con distanciamiento los eventos de su vida y sus propias ideas. Es esta actitud hacia sus novelas, así como hacia el contenido ideológico, lo que las distingue.

     La primera novela de Montherlant, "Le Songe", se publicó en 1922. Es una meditación individual, a menudo lírica, sobre los temas del amor, la guerra y la muerte. Tiene tres personajes centrales: Alban de Bricoule y sus dos amigos: su compañero de armas en el frente de batalla, Prinet, y una joven atleta, Dominique Soubrier, con quien mantiene una relación platónica. Siendo enfermera en el frente, Dominique se enamora de Alban pero él se aleja de ella, particularmente después de la muerte de Prinet en batalla, sacrificando el amor sentimental que ella representa por un ideal viril de camaradería en la guerra que encontró por su asociación con Prinet.

     En la primera novela ya encontramos expresada la visión de Montherlant de la naturaleza a menudo arbitraria y finalmente incomprensible de los problemas emocionales entre los seres humanos, como es el caso con la relación cambiante entre Dominique y Alban; del respeto mutuo e intereses comunes, Dominique, hasta entonces dedicada atleta sin interés en relaciones sexuales, se va a la guerra y experimenta el deseo sexual y se enamora de Alban, quien reacciona cambiando del desdén masculino y lo que considera antigua inflexibilidad romana, al deseo sexual sin ternura; Alban despliega cierta arrogancia antifemenina no admirable pero genuina; lo que busca Alban en ella es una camaradería que evita el patrón familiar de posesión sexual seguida por aburrimiento creciente y la consecuente necesidad de repetir este patrón con una larga sucesión de mujeres; los problemas de Alban permanecen sin soluciones. En la página final de la novela, Alban dice: Ël deseo es incompleto. La amistad carece de sustancia. El amor, como es entendido ordinariamente, es una cosa inferior. ¿Quién despertará en mí una ternura que venga de las propias honduras de mi ser, pero que pueda aprobar totalmente con mi mente?" Alban se hace insoportable para Domnique, ya que a través de sus acciones y actitudes Montherlant busca expresar la aguda complejidad humana, su comportamiento arbitrario e incomprensible, cosa que limita a los personajes, menos porque "la ocupación principal de los seres humanos es engañarse el uno al otro" y más por el aislamiento natural y la incapacidad de contacto construida en el material de la vida misma.

     Con gran fluidez, los personajes cambian de parecer a menudo porque las emociones dominan a sus mentes bajo la presión de alguna crisis particular. Y la guerra proporciona una voz técnica, moral y no convencional que en la segunda novela de Montherlant, "Les Bestiáires" (1926), impresiona más por los agregados de humor y sátira social, y donde reaparece Alban más joven que en "Le Songe". En ambas novelas vemos que la fuerza de Montherlant para retratar personajes está en el hecho de que expone, a través de la juvenil intransigencia de Alban que es formulada más instintiva que intelectualmente, conflictos y problemas emocionales para los cuales no provee solución. Así nos recuerda que todos experimentamos, en ocasiones, dilemas de los cuales estamos muy concientes pero que no comprendemos totalmente y que no tienen respuestas simples. Las tempranas novelas de Montherlant ofrecen una orquestación temática de ideas y emociones, donde narración y meditación se funden de manera poética.

     "La Petite Infante de Castilla"(1929) no entra cómodamente en la categoría de ficción, ya que la primera parte es una "nouvelle" y la segunda un ensayo que exalta el hedonismo y la licencia sexual; es la parte central de un tríptico titulado "Les Voyageurs traqués" (los otros don volúmenes son "Aux Fontaines du désir"y "Un Voyageur solitaire est un diable"); pero se ubican en ficción porque son un punto de cambio de pensamiento de Montherlant, que se incrementa en su próxima gran obra.

     "Les Jeunes filles"es una compleja estructura de ficción en cuatro volúmenes: "Les Jeunes filles" y "Pitié pour les femmes" (1936); "Le Démon du bien" (1937) y "Les Lépreuses" (1939). A través de este cuarteto seguimos el comportamiento de un escritor, Pierre Costals, hacia tres mujeres de diferentes edades que están enamoradas de él: Solange Daudillot, Andrea Hacquebaut y terrése Pantevin (también hay una muchacha árabe, Rhadidja). Costals es una artista y un libertino, egoísta y "sin principios", pero con su propia integridad. El hilo central que une a los cuatro volúmenes es las relaciones fluctuantes con Solange; se utiliza casi cada método de narrativa posible desde la tercera persona hasta avisos de periódicos; son las cuentas deslumbrantes y para algunos a veces irritantes de las ventajes de la licencia sexual sobre la del cómodo amor doméstico para el hombre de letras y el artista en general.

     "Les Jeunes filles" representa un avance en el logro de Montherlant como novelista por el alcance de los personajes que contiene, además de que varios de los personajes principales son mujeres que revelan dones de imaginación y empatía. Pero la trama, en el sentido de contar una historia, de desenvolver gradualmente un cuento, le interesa muy poco a Montherlant; el moralista es siempre más fuerte; algunas de sus tramas se desintegran o terminan mecánicamente; su instinto lo lleva de la anécdota a la observación moral; obviamente trata a la novela como un vehículo para transmitir ideas serias, no meramente como un pedazo de entretenimiento, y esto explica los muchos pasajes asemejándose a ensayos sobre ideas regadas a través de "Les Jeunes filles", que no son ilegítimas en una obra de arte. De hecho tales ensayos son un aspecto de la tremenda libertad del método narrativo que la novela permite. A veces la amplitud de métodos (primera y tercera persona narrativas, cartas, diarios, artículos, monólogos, diálogos, lírica) parecen independientes del autor, una colección de documentos en vez de una novela… Pero Montherlant le da forma y unidad al todo, equilibrando el uso de los diferentes dispositivos, manteniendo unida la acción principal, como diversos hilos tejiéndose en torno a la dominante personalidad de Costals mismo.

     El hecho de que Costals es un libertino y un escritor distinguido es la clave para entender el complicado carácter en que ternura y crueldad, integridad y carencia de principios, espontaneidad y cálculo parecieran existir lado a lado. Como libertino es atraído por las mujeres y las persigue con una mezcla de ingenuidad y descaro; como artista sostiene que cualquier relación de unión con una sola mujer interferiría catastróficamente con su trabajo; sus severas creencias como artista sustentan sus inclinaciones promiscuas como hombre; ha desarrollado una doctrina moral que exalta la sexualidad y rebaja al amor, siendo éste una invención"femenina" y fuente, dice, de algunas de las peores fallas de la mente occidental; rechazo romántico de la realidad, culto al sufrimiento, deseos de ser querido, lo gregario, lo sentimental. Esta es la "lepra", en sentido metafórico, que Costals analiza en el volumen final después de creer, erróneamente, que ha contraído la enfermedad a través de Rhadidja en Marruecos. El apéndice de la lepra metafórica le da un final de retrospectiva unidad a los cuatro volúmenes. Montherlant, además de ofrecer un estudio de la Mujer, demuestra que no es simplemente un novelista muy del siglo 20 en materias tales como el uso dialéctico de la trama, la explotación de todas las formas técnicas de narrativa, la orquestación de temas en vez de la construcción de tramas intrincadas y obstrusivas, aunque también se revierte a las técnicas asociadas a la novela del siglo 19, como en "Les Célibataires"(1934), publicada dos años antes que "Les Jeunes filles" y que pertenece en tono y manera a las novelas publicadas posteriormente; "L'Histoire d'amour de La Rose de Sablé" (escrita en 1932, publicada en 1954) y "Le Chaos et la nuit"(1963).

     "Le Chaos et la nuit" marcó el período cuando comenzó a renunciar a la novela para concentrarse en las obras de teatro. En Le Chaos el personaje central muere obteniendo una nueva claridad que parece expresar la propia simbiosis de Montherlant: "Contrariamente a lo que siempre pensó, no había un sí y ningún no; todo era sí y no al mismo tiempo." Y esta es la sabiduría final de la obra de Montherlant como un todo.

Noviembre 2006

LA VERDAD, RACIONAL Y UNIVERSAL



El problema de conocimiento, en principio, debe resolverlo toda la humanidad racional para el conocimiento de la verdad; esa es toda la humanidad, todos los pueblos, no algún preferido de pensamiento único. Requerimos de una actitud nueva hacia el mundo circundante; una nueva estructura espiritual, que los griegos llamaron filosofía, y que supere la forma sistemáticamente cerrada en que el chavismo/madurismo quiere enjaularnos, y al peor estilo castro-chavista además. 


“El reino de la verdad no es un caos desordenado, 
en él reina la unidad de las leyes.” 
Husserl


LA VERDAD, RACIONAL Y UNIVERSAL
-Alberto Rodríguez Barrera-

     Un método que actúa sólo por meras intenciones y que reduce y prescinde hasta de toda realidad, llevándolo a la abstracción, produce un resultado magro que no vale la pena el esfuerzo. Si las tempranas intenciones se estancan en la esterilidad, se evidencia el alejamiento del ser real de las cosas y que no se comprendió la realidad. Diferente y correcto fue el camino temprano de Husserl hacia el objeto, hacia el objetivismo independiente de la consciencia, hacia la verdadera realidad del ser; el Husserl tardío se extravió yendo a la espesura, a los matorrales de la inmanencia de la consciencia, al subjetivismo, relativismo, nominalismo y nihilismo.

     Cuando no importa la verdad –como evidencia el chavismo- se produce un distanciamiento con la certidumbre llena de luz. “En el fondo más profundo... Todo conocimiento auténtico, y especialmente todo conocimiento científico, se basa en la evidencia, y tan lejos como la evidencia llega, igualmente lejos llega también el concepto del saber.” (Husserl.) La evidencia penetra en las cosas y en sus relaciones, es la “vivencia” de la verdad. Y la verdad “es una idea cuyo caso particular en el juicio evidente es una vivencia actual”. Porque la verdad es “absolutamente, es verdadera ‘en sí’; la verdad es idénticamente una, ya sea que la aprehendamos hombres o monstruos, ángeles o dioses emitiendo juicios”. 

     Son palabras que rejuvenecen y que hacen falta hoy. Husserl captó la contrariedad del conocimiento ontológico: “En un sentido hay sólo una verdad, pero en sentido equívoco naturalmente hay tantas ‘verdades’ como equívocos gusta uno de crear”. Todas las verdades están en un contexto. “Toda verdad permanece en sí lo que es, conserva su ser ideal. No existe ‘en algún lugar vacío’, sino que es una unidad de validez en el reino atemporal de las ideas”. Y ahí rige el orden, un sistema que nosotros sólo tenemos que descubrir y encontrar. Así en las líneas filosóficas como en las políticas. 

     Con ello queda claro que no se puede abstraer la cuestión de la realidad, como hizo Husserl después (y hace el chavismo hoy); su objetivismo inicial está por encima de su subjetivismo posterior, puerta trasera por donde entran de nuevo todos los males que había combatido antes. En el chavismo, no hay nada nuevo, exceptuando el retroceso y la pérdida de realismo. El camino coherente es dedicarse a lo lógico, apriorístico y universal, tomando en cuenta que en la gran mayoría de los posibles juicios correctos habría carencia de evidencia.

     Hay un absurdo histórico en el sentido absoluto que añora – en suposición incorrecta- la calificación o determinación de una razón única. Esta previsión secreta, fin y sentido del chavismo, se ha perdido; la intención de hacerla “nuevamente visible mostrando cómo las ciencias que se ponen en lugar de la filosofía necesariamente tienen que fracasar, ya que el fundamento sensitivo propio de ésta permanece y debe permanecer oculto para ellas, y su pretensión de totalidad en la definición del ente se pierde”. (Husserl.)

     Existe una relación entre todas las verdades, por ello, las ciencias particulares que se ponen en lugar de la filosofía no deberían fracasar, teóricamente. Husserl: “Ninguna verdad está.. aislada en la ciencia; se une con otras verdades en asociaciones teóricas, unificadas por relaciones de causa y efecto”. El valor más alto determina el valor más bajo. ¿Es más alto, por ejemplo, la necesidad militar o el amor al prójimo? No se puede preferir el pensamiento único por encima del pensamiento diversificado; hay diferentes configuraciones dentro de una misma idea de cultura; no se puede estar en contra de la igualdad entre las variantes; en eso no existe ninguna igualdad objetiva.

     La crisis del chavismo tiene orígenes históricos, y evidencias; falta ahí interés vital universal y cosmológico, faltan hombres que trabajen unos con otros y los unos para los otros, es decir, en trabajo comunitario unido interpersonalmente; porque todas o muchas culturas son simples tipos empíricos de un contexto total que rodea al mundo, donde las “humanidades” están ligadas generativa y socialmente en el ser hombre de los seres racionales; hay completamente unidad racional, que debe ocuparse actualmente en descubrir valores universales de la verdad.

     Por ello interesa la investigación científica de circunstancias y valores comunes a todos los hombres; para exaltar la igualdad de principio de hombres y pueblos, y la voluntad de todos para el trato igualitario, en cuestiones biológicas y antropológicas, derechos humanos investigados y codificados universalmente dentro del marco de derecho positivo internacional, todo lo cual hoy es sólo concebible con el manejo universal-axiológico, universal-ético...

     La irracionalidad del chavismo no toma en cuenta que ser hombre es esencialmente ser hombre “en humanidades ligadas generativa y socialmente, y si el hombre es ser racional... lo es en tanto que toda su humanidad es humanidad racional”. (Husserl.) 

     El problema de conocimiento, en principio, debe resolverlo toda la humanidad racional para el conocimiento de la verdad; esa es toda la humanidad, todos los pueblos, no algún preferido de pensamiento único. Requerimos de una actitud nueva hacia el mundo circundante; una nueva estructura espiritual, que los griegos llamaron filosofía, y que supere la forma sistemáticamente cerrada en que el chavismo quiere enjaularnos, y al peor estilo castro-chavista además. 

martes, 19 de julio de 2016

CONTRA EL PODER DICTATORIAL


Es falso que el espíritu humano haya enfermado y que haya dejado de dirigir nuestra evolución. Aunque sea imperfecto y débil, sostiene el atractivo especial hacia el progreso, y se entrega a él con gusto, porque busca la paz interior y reflexiona sobre lo que acontece en torno al núcleo de su persona.
Es el chavismo lo que se ha vuelto insano, enfermo, porque no cede a la exigencia de su alma tranquila y no permite que su espíritu llegue a un estado de paz. 
La verdad es que el hombre actual es como el de antaño en cuanto a que –si quiere- puede pensar clara y racionalmente. Basta tan sólo con sacar las conclusiones de la verdad que nos rodea, que no se acopla a los abusos de poder y a la ausencia de ética gubernamental. 

CONTRA EL PODER DICTATORIAL
-Alberto Rodríguez Barrera-

     El dictador quiere hacer todo él mismo, procediendo primero cuasilegalmente para imponer su voluntad contra lo que se le oponga, cuestión que tarde o temprano deja de lograr, llevándolo a olvidarse del derecho y mandando a ejecutar a la oposición (con diversificadas “sutilezas”), cosa que acarrea reacciones en cadena. 

     Entra entonces en escena el muy importante juego del azar. Ateniéndose a sí mismo, cual superhombre hitleriano, va deslizándose en decisiones que le pesarán, productos del descarte de una racionalización acorde con la realidad, con delirios carentes de información. Pasan así asuntos tras asuntos, con el dictador incrementando –erróneamente- su poder, aumentándolo a cualquier precio para dominar a los adversarios.

     El dictador –como hace el chavismo- apela a la “organización” anónima de hombres intercambiables para encubrir el dominio exacerbado, haciendo éstos un triste papel de “ceros a la izquierda”, “sigüíes” o focas. Lo mismo pasa o da que esta administración o monopolio sea capitalista o comunista, ya que tal magna plenitud de poder no suministra soluciones adecuadas debido a que están excesivamente alejados de las cosas que pueden decidir, influir y regular coherentemente. A esto se agrega lo impersonal, lo infame infamiliar, el anonimato que es enemigo de la responsabilidad moral.

     El dictador, como su “organización”, no respetan ni atienden a las personas como tales, se les cosifica, tratándolas como cosas, materiales, cuestión que exalta lo demoníaco y delata que no es el espíritu ni la razón lo que mueve a quienes ejercen el poder; los cabalga Belcebú, sin darles descanso. 

     “Tan pronto como la conciencia de la persona ya no se responsabiliza de la acción en el sentido ético, surge en el que actúa un espacio peculiarmente vacío. Ya no se tiene el sentimiento de que es él quien actúa; de que la acción comienza en él y, por tanto, tiene que responder por ella. Parece que él como sujeto desaparece y que la acción pasa a través de él.” (Guardini.)

     Pasan a través del dictador debido a que las exigencias y los acontecimientos lo atropellan, se enfoca sólo en las resistencias externas y pierde las internas, de las que dependen las decisiones morales. De ahí lo grotesco demoníaco que sucumbe por debilidad de poder. 

     El chavismo entonces deja de atacar los vicios y males que lo circundan, entra en “consideraciones situacionales” para evitar los peligros en su propio “poder”. Porque el mal corrompe y lleva al desprecio de los justos derechos de los individuos, quienes –consecuencialmente- buscan un cambio.

     El chavismo, en lugar de ennoblecer el poder, de enriquecerlo con moral, falsifica la moral, y ya es francamente inmoral. Su falta de visión los va hundiendo en la insignificancia. Para decir lo menos: el azar interviene y evita la desintegración, ya que la vida contemporánea se encuentra ante una enorme ampliación del potencial terrenal del poder.

     Tenemos conciencia desde hace décadas que debemos domesticar y limitar este potencial para servir a todos, a la humanidad. No se trata de que la fuerza demoníaca del poder fije su meta en sí misma ni de que la fuerza demoníaca de la tecnología se ostente como absoluta y finalidad en sí misma. Se trata de no contradecir al espíritu del hombre ni dejarse seducir por lo aparentemente ilimitado.

     La autosuperación no debe consistir en depositar el potencial de poder en menos manos disfrazadas de superhombres. La supervivencia está en que el poder, por regla general, debe ser distribuido y descentralizado. Es lo que ayuda a avanzar.

     Es falso que el espíritu humano haya enfermado y que haya dejado de dirigir nuestra evolución. Aunque sea imperfecto y débil, sostiene el atractivo especial hacia el progreso, y se entrega a él con gusto, porque busca la paz interior y reflexiona sobre lo que acontece en torno al núcleo de su persona.

     Es el chavismo lo que se ha vuelto insano, enfermo, porque no cede a la exigencia de su alma tranquila y no permite que su espíritu llegue a un estado de paz. 

     La verdad es que el hombre actual es como el de antaño en cuanto a que –si quiere- puede pensar clara y racionalmente. Basta tan sólo con sacar las conclusiones de la verdad que nos rodea, que no se acopla a los abusos de poder y a la ausencia de ética gubernamental. 

lunes, 18 de julio de 2016

DE CUANDO ROMPIMOS CON LA DICTADURA DE CUBA



El Presidente Betancourt también hizo un llamado sincero y patriótico a los grupos políticos que en Venezuela sostenían con mayor calor la causa cubana que la de su propia patria. Les pedía que manifestaran su oposición a la decisión del gobierno nacional “por los métodos pacíficos y legales de la crítica desde sus curules parlamentarias y desde sus órganos de prensa, publicados estos últimos sin censura previa ni represalias gubernamentales”. 


DE CUANDO ROMPIMOS CON 
LA DICTADURA DE CUBA 

-Alberto Rodríguez Barrera-



     Desde la aprobación y decisión del Partido Comunista, en marzo de 1961, de ir a la guerrilla, con la risible tesis de “nuevo gobierno ya”, se pasaba a una posición diferenciada de las violentas manifestaciones callejeras, motines en diversas ciudades, secuestro de aviones y otras actividades de alteración. En Cuba se proponía cambiar prisioneros por tractores y ya Fidel había decretado al Partido Comunista Cubano como Partido Unico en la isla. Y el 11 de noviembre de 1961, el Presidente Rómulo Betancourt formalizó el rompimiento de relaciones diplomáticas con Cuba.

     Era una decisión que estaba ya decidida desde antes de romper relaciones, pero hubo una pausa debido a razones humanitarias: cerca de un centenar de asilados estaban asilados en nuestra Embajada, cobijados bajo nuestra bandera. No se quería entregarlos indefensos a las represalias de un régimen para el cual el desmán y el irrespeto a la persona humana no tenían límites, como lo evidenciaba incuestionablemente la práctica de fusilamientos ante “el paredón”. Una vez que México aceptó trasladar a los asilados –hombres, mujeres y niños- a su sede diplomática, se produjo el rompimiento en la fecha arriba especificada.


     Además de que el Gobierno de Coalición tenía conocimientos de la participación de Cuba en los eventos subversivos de Venezuela, hubo muchos hechos y actitudes del gobierno cubano que revelaban una desafiante agresividad frente a Venezuela, a sus gobernantes y a sus instituciones democráticas, que obviaremos en mérito a la brevedad y para evadir lo anecdótico.

     Pero lo que ya resultó imposible de aceptar, por la dignidad misma de la nación, fueron los exabruptos del Canciller cubano en los cuales acusó al nuestro y al Jefe de Estado de actuar bajo los dictados e indicaciones de potencias extranjeras, siguiendo esa “técnica” totalitaria de acusar a otros de lo que se hace en casa. El rompimiento era la respuesta más decorosa que podía dárseles a quienes rebasaban los límites de la tolerancia en las relaciones internacionales. Y así se hizo.

     El Gobierno de Venezuela no había ocultado en ningún momento su repulsa a los métodos de fusilamientos políticos, encarcelamientos en masa y otras barbaridades que se venían aplicando en Cuba. Esa repulsa no se enraizaba sólo en elementales sentimientos de solidaridad con un pueblo de nuestra misma raza y de nuestra misma lengua. También porque esas prácticas totalitarias violaban (y siguieron violando) expresas normas del sistema jurídico interamericano, dentro del cual se consideraba parte el gobierno cubano, por cuanto mantenía su representación ante la Organización de Estados Americanos (OEA).

     La tesis de que los derechos humanos son supranacionales y de que ningún gobierno puede matar, torturar y perseguir con implacable saña a sus opositores no tienen sólo carácter de posición principista y doctrinaria; es compromiso y obligación concreta de quienes integran la comunidad regional de los Estados de este continente. El principio de autodeterminación de los pueblos y el de la no intervención de un Estado en las cuestiones internas de otros no pueden ser invocados, a la luz de los textos específicos de los tratados internacionales americanos, como parapeto protector de una política de “represiones sangrientas que América entera repudia”.


     Esta era una posición y un criterio sostenidos anteriormente por el Gobierno de Coalición. Lo sostuvo frente a la dictadura de Santo Domingo, a la cual acusó de despótica por violador de los derechos humanos ante la OEA, que se pronunció contra el dictador y sus métodos. El apoyo que el dictador dominicano dio a quienes realizaron el atentado de Los Próceres el 24 de junio de 1960, fue respuesta a esa posición de consecuencia con los principios, adoptada frente a sus métodos criminales por el régimen venezolano.

     Alto fue el precio pagado por esa insobornable lealtad a criterios de solidaridad y defensa de pueblos americanos victimados por despotismos, que estaban profundamente arraigados, porque su vigencia se pugnó con tenacidad cuando en Guasina y Sacupana, durante la dictadura de Pérez Jiménez, en las cárceles y en el exilio, millares de venezolanos sufrían la misma suerte que la padecida por dominicanos y cubanos.

     Pero en dichos pronunciamientos oficiales de Venezuela sobre la situación cubana se mantuvo un tono de discreta ponderación. No se insultó jamás a los gobernantes de ese país, aun cuando se trataba de mandatarios autoelectos, que nunca convocaron al pueblo a elecciones. Otro había sido el proceder de los gobernantes de Cuba y de sus vehículos regimentados de información. Utilizaban el más plebeyo e insultante de los lenguajes contra nuestro país y contra su gobierno.

     La situación de los varios centenares de asilados en nuestra Embajada y en otras, y el deseo de que cuando se fuera a una reunión de Consulta de Cancilleres pudiera exhibir Venezuela su ecuanimidad como una prueba más de la manera objetiva con que enjuiciaba la situación cubana, habían retardado la medida de rompimiento adoptada finalmente. Cuando fue ofendida la dignidad de Venezuela ningún lapso aplazatorio para romper relaciones con el gobierno de Cuba podía ser considerado. Se dio la única respuesta compatible con el decoro nacional.

     La ruptura de relaciones diplomáticas y consulares con el gobierno cubano no modificó ni un ápice otras normas a las que Venezuela estaba celosamente apegada, como la no intervención armada en Cuba por otro país americano. Con motivo de la invasión de la Bahía de Cochinos (17 de abril de 1961), Rómulo tenía una posición firme: “Venezuela no será base de operaciones de ningún grupo que desde nuestro territorio pretenda invadir armado a Cuba. Dentro de la Organización de Estados Americanos, y en nuestro contactos bilaterales con otras cancillerías del continente, sostendremos con recia firmeza la tesis de que la invasión a Cuba por fuerzas armadas de un país americano sería la quiebra del sistema regional y el fracaso del esfuerzo de treinta años realizado para que se consagre como un principio no discutible el que los ejércitos de un país continental no pueden invadir y ocupar a otro país de América. Distinto a ello, y sí compatible con las pautas de la Carta Constitutiva de la Organización de Estados Americanos y con tratados internacionales, es que en una reunión de consulta de Cancilleres se estudien las medidas colectivas adecuadas para impedir que miembros de la comunidad regional interfieran en los asuntos de otro, u otros, y se conviertan en riesgo potencial para la paz de América, al supeditar su política internacional a la de potencias extracontinentales y al adquirir en ellas verdaderos arsenales bélicos”.


     Cuando se gobierna con sentido democrático, y no autocrático, la función atributiva y privativa del Jefe del Estado, en materia de política exterior, no se interpreta con un sentido restrictivo, sino adecuándola a realidades que no pugnan con su esencia misma. Por eso el Presidente del Gobierno de Coalición solicitó y obtuvo el respaldo del Consejo de Ministros, de los partidos integrantes de la coalición gubernamental, así como de los dirigentes obreros democráticos, y de las Fuerzas Armadas, ya que es función específica de esta institución la de estar alerta ante la soberanía de la patria, y porque se trataba de aceptarle el reto al gobierno de América Latina que había recibido de sus aliados comunistas de Europa y Asia material de guerra cuantioso, al extremo de que fuera de Estados Unidos no había país del continente que tuviese en ese momento mayor cantidad de hombres integrados en un ejército de 300 mil efectivos.


     El Presidente Betancourt también hizo un llamado sincero y patriótico a los grupos políticos que en Venezuela sostenían con mayor calor la causa cubana que la de su propia patria. Les pedía que manifestaran su oposición a la decisión del gobierno nacional “por los métodos pacíficos y legales de la crítica desde sus curules parlamentarias y desde sus órganos de prensa, publicados estos últimos sin censura previa ni represalias gubernamentales”.

     Agregó Rómulo, para que no quedaran dudas: “Si escogen otro camino, el de la violencia callejera y el motín, la respuesta del gobierno será rápida, enérgica y eficaz. La garantía del orden público es deber primordial de un gobierno, Y convencido de ello, el que rige actualmente los destinos de le República, impediría que con motivo de la ruptura de relaciones diplomáticas con el régimen cubano se reediten los violentos episodios que conmovieron a Caracas y otras ciudades del país en octubre y noviembre del año pasado”.

     

domingo, 17 de julio de 2016

¿RECUERDAN A VENEZUELA? ¿RECUERDAN A LOS VENEZOLANOS?


¿Recuerdan a Venezuela?
¿Recuerdan a los venezolanos?
-Alberto Rodríguez Barrera-

     Al comenzar el siglo 21, Venezuela es una sociedad urbanizada en la que se fusionaron tres civilizaciones: la indígena aborigen (predominantemente arahuaca y caribe), la española y europea, y la africana, lo cual generó una nueva amalgama de venezolanos.

    Es una sociedad fundamentalmente joven cuyos ojos miran hacia el norte en un movimiento perpetuo que ha vivido entre la abundancia de la riqueza petrolera y períodos de austeridad. 

     Pocos países del mundo han cambiado tanto en tan poco tiempo como Venezuela, gracias a la presencia del petróleo, que impulsó a un país pobre, esencialmente agrícola y aislado, a transformarse en pocas décadas en una sociedad tecnificada y consumista dentro de un Estado donde la democracia es defendida a capa y espada en su lento proceso de desarrollo. 

     La industria petrolera inició su actividad comercial en 1917, pero –debido a su estructura demográfica y los rasgos de la vieja sociedad rural- Venezuela se mantuvo sin modificaciones hasta mediados de la década de 1940, cuando se inició un proceso de modernización, urbanización y mejoras en la calidad de vida y desarrollo de la población.

     En términos sociales, estas innovaciones aumentaron el personal estatal, consolidaron un mercado moderno, otorgaron un mayor protagonismo a las clases medias y desarrollaron avances considerables en educación, salud y vivienda.

     La marcha acelerada por alcanzar la evolución del siglo 20 produjo una mezcla de rasgos tradicionales y modernos que han hecho de Venezuela el país más urbanizado de Latinoamérica, con el 83 por ciento de sus 27 millones de habitantes (aproximadamente) viviendo en unas cuantas grandes ciudades. 

    Aunque rodeados de rascacielos, alta tecnología y un gran tráfico vehicular, los venezolanos conservan un modo de vida rural, dando muestras de una curiosa falta de sofisticación, como si todavía no hubiese superado aspectos negativos de su historia como país agrícola pobre, aislado del mundo exterior y que tenía pocas carreteras y una población exageradamente reducida. 

     Fue en la década de 1920 que se comenzó a salir del país rural fragmentado y de fuertes identidades regionales, con la agricultura dejando de ser una fuente de trabajo importante e iniciándose las emigraciones masivas hacia las ciudades, y ya para 1970 vivían en ciudades tres cuartas partes de la población.

     La velocidad del cambio se hizo más visible en Caracas: de un cuarto de millón de habitantes en 1945 y unos cuantos edificios de más de dos plantas, se multiplicó por siete la población en las tres décadas siguientes, adquiriendo la ciudad su forma actual: el lujo tecnológico de sus rascacielos rodeado por un anillo de “ranchitos” para los más desfavorecidos. 

     En un país impregnado de jóvenes, donde sólo el 6 por ciento supera los 60 años, la cultura venezolana está orientada decididamente a los jóvenes, dentro de una nación muy cosmopolita y una sociedad mestiza que, tras la II Guerra Mundial, recibió una oleada de inmigrantes europeos, en un país que para 1950 tenía menos de 5 millones de habitantes. 

     Esta provechosa y fructífera integración ha contribuido también a que la sociedad venezolana sea insólitamente abierta, amable e informal, lo cual se caracteriza por la rapidez con que se llega al tuteo, abandonando el formalismo del usted y habilitando un lenguaje cariñoso, como el hecho de que hombres y mujeres se traten al conocerse como “mi amor”. 

     Los venezolanos son infinitamente generosos, efusivos en el saludo y el trato, como si fueran frívolos e inconscientes, inclinándose a conversaciones anecdóticas y un gusto indetenible por hablar en broma. 

     De los venezolanos se dice que tienen una mentalidad en que domina una visión transitoria de la vida, donde el matrimonio, la empresa, la carrera y la familia tienen un interés a corto plazo, como si lo que hoy existe pudiera desaparecer mañana. 

     Aun cuando en los hombres perduren ciertas actitudes machistas, las mujeres venezolanas tienen un lugar envidiable en todas las áreas de la sociedad, desenvolviéndose con soltura como directivas de empresa, médicos, jueces, ingenieras, arquitectas y en las más diversas profesiones, lo cual sorprende debido a la obsesión nacional por los concursos de belleza y el alto sentido del glamour y de su femineidad.

     Los venezolanos son en un 90 por ciento católicos y, aunque sólo un 20 por ciento acude a la iglesia con regularidad, la convivencia entre todas las religiones es totalmente fraternal.

    Venezuela es un país eminentemente musical y es casi inevitable que alguien en cualquier lugar saque a relucir un “cuatro” (guitarra de cuatro cuerdas, como el ukelele) y que todos comiencen a cantar, algo tan natural como la diversidad de agrupaciones musicales profesionales que proliferan, serias y estudiosas de las diferentes tendencias de la música tradicional, sea ésta de Los Llanos, de los ritmos complejos y bailes exuberantes de los tambores afrovenezolanos y de la costa caribeña, de los valses andinos, de los calypsos de Guayana o de la música clásica, cuyos artistas son tan importantes como el sistema nacional de orquestas que la inversión democrática procreó.

     De la misma manera sucede con las artes plásticas, ya que en Venezuela los pintores y escultores de talla internacional tienen sus obras monumentales distribuidas por toda Caracas, incluyendo las estaciones del metro.

     Pero por encima de todo, más allá de este breve recorrido, los venezolanos aman a su país y –al igual que muchos extranjeros que vinieron originalmente sólo por una visita fugaz- conservan sus pies arraigados en esta hermosa patria.

viernes, 15 de julio de 2016

RENUNCIAR A NADA, ACTIVARLO TODO


No debemos dejar que el chavismo/madurismo degrade al hombre, que elimine la consideración inmediata de los valores y aplique la matematización del estancamiento; en su afán por alcanzar la cuadratura del círculo, termina derritiéndose en la utopía del absurdo. El chavismo/madurismo , al afirmar la existencia masiva del hombre como su existencia concreta, como hizo Kant, representa o encamina el materialismo craso de un marxismo-leninismo (el materialismo de un Lenin se hizo posible partiendo del autonomismo kantiano). Pero es el caso que el sano entendimiento humano tiene consciencia general que se engaña menos que la individual; cuatro ojos ven mejor que dos, se requieren dos buenos testigos para establecer las circunstancias de un hecho... Porque el entendimiento también tiene su medida en las cosas que debemos juzgar mejor en comunidad.


RENUNCIAR A NADA, 
ACTIVARLO TODO
-Alberto Rodríguez Barrera-

     En momentos en que la libertad y la moralidad se encuentran amenazadas por un aparato de improvisación política jamás visto, la autonomía de consciencia y pensamiento adquieren preponderancia, junto a la intuición y la experiencia sensibles. Así también nos encaminamos a establecer los derechos de la humanidad, porque la sensibilidad, la revelación, la tradición, la lengua, son elementos verdaderamente fundamentales de la razón. La historia de la humanidad va en su desarrollo de los comienzos más bajos hasta el ideal de lahumanitas: del desenvolvimiento y activación armónicos de todas las capacidades humanas. En relación con el chavismo/madurismo , el pensamiento oscuro debe elevarse a la consciencia clara por medio de la reflexión.

     El principio básico de la ética es la fe, que surge de nuestro corazón, en la realidad de lo bueno “como de algo eternamente valioso, por lo tanto, en la capacidad de determinar los valores de las cosas; su tarea más elevada, el ennoblecimiento de la humanidad”. (Fries.) Por ello al chavismo/madurismo  hay que echarle en cara que el ladrón “ordinario” acostumbra a ponerse en contradicción con el contenido de su acción, porque de ninguna manera quiere renunciar a la protección del orden de propiedad que infringe en lo particular.

     Cabe recordar una famoso frase de Kant contra el totalitarismo: “El hombre, y absolutamente todo ser racional, existe como fin en sí mismo, no sólo como medio para el uso arbitrario de esta o aquella voluntad, sino que siempre debe ser considerado al mismo tiempo como fin en todas sus acciones, tanto en las que se dirigen a sí mismo como en las que se dirigen a otros seres racionales”. (En esto no se pueden hacer trampas, puesto que no hay ningún entendimiento que mire inmediatamente la verdad.)

     Todo a lo que el chavismo/madurismo  pretende hacernos renunciar completamente, para encajonarnos en su achicharrada metafísica única, es como si para no aspirar siempre aire impuro dejáramos mejor de respirar completamente. Tal cosa es imposible. Por eso hay que rechazarlo, criticarlo, porque la pureza del corazón, la mansedumbre y la solidaridad son valores superiores a las restricciones psíquicas que pretende encasquetarnos sin justificación científica, moral y política alguna. Se nos hace difícil e imposible renunciar al método crítico que conjuga el conocimiento, aunque el hombre no esté compuesto solamente de las fuerzas de su entendimiento; la esencia del hombre consiste en el hecho de ser para sí mismo y para su alrededor el mayor enigma.

     No debemos dejar que el chavismo/madurismo  degrade al hombre, que elimine la consideración inmediata de los valores y aplique la matematización del estancamiento; en su afán por alcanzar la cuadratura del círculo, termina derritiéndose en la utopía del absurdo. El chavismo/madurismo , al afirmar la existencia masiva del hombre como su existencia concreta, como hizo Kant, representa o encamina el materialismo craso de un marxismo-leninismo (el materialismo de un Lenin se hizo posible partiendo del autonomismo kantiano). Pero es el caso que el sano entendimiento humano tiene consciencia general que se engaña menos que la individual; cuatro ojos ven mejor que dos, se requieren dos buenos testigos para establecer las circunstancias de un hecho... Porque el entendimiento también tiene su medida en las cosas que debemos juzgar mejor en comunidad.

    El hombre profano se remite a sus límites; la persona común es expresión de la humanidad. El hombre no puede vivir sin una trascendencia auténtica. La trascendencia del chavismo es artificial; el propio yo no es instancia única del conocimiento verdadero. La fe o la incredulidad no se pueden demostrar científicamente. Pero declarar al hombre autónomo o soberano ha llevado al hombre por generaciones al caos de la nada, o a la divinización de la Razón, el Universo, la Naturaleza, etc. Al centrarse en la mezquindad inmanente del yo, se aparta el sano entendimiento humano y de muchos hombres razonables multidisciplinarios que podrían decir si lo trascendente y los valores objetivos serían posibles, y cómo. Eso se llama solidaridad, solidaridad trascendental; y no es posible confundirla con la descarada manipulación insensata que caracteriza al chavismo.

     Si toda trascendencia es incierta, lo sería menos ampliando nuestras bases, buscando y creando interrelaciones que se han descuidado, y que nos han impedido resultados asegurados. Pero la entronización de la razón sola puede ser un extravío.

     Hoy es una necesidad el más sano entendimiento humano del hombre común y corriente, cuya orientación no es individualista sino solidaria, hacia la meta de los valores por todas partes reconocidos, tales como los derechos humanos de las Naciones Unidas. 

     La medida del juicio no debería aceptarse de antemano, sino “primero que nada” -como señaló Kant- debería buscársele, con la tolerancia necesaria y la necesidad comunitaria.

jueves, 14 de julio de 2016

EL ALMA ENFERMA DEL CHAVISMO/MADURISMO



La filosofía tiene que ver con el amor a la sabiduría, a la verdad, y ésta consiste en el conocimiento del ser, de lo real, de lo bueno. No se trata de cinceladores del espíritu que persiguen la liberación a través del dolor, dolor que se toma tiempo, quemándonos y obligándonos a apartar de nosotros toda confianza y a encubrirnos bajo su manto de mediocridad. El chavismo/madurismo está enfermo del cuerpo y del espíritu, y de una esencia enferma proviene una realidad enferma. Avanzar no es posible pregonando una doctrina falsa, no verdadera. Así no es posible conocer lo auténtico, lo sano.


EL ALMA ENFERMA DEL CHAVISMO/MADURISMO
-Alberto Rodríguez Barrera-

     Las más de las veces, la filosofía puede resultar ininteligible, pero aclara y es iluminadora para quienes son capaces de profundizar y buscar las razones que fundamentan la vida del hombre común. En ella hay mucha racionalidad práctica de sabiduría que, si fuera seguida por la mayoría de los ciudadanos, introduciría mejoras sustanciales en las naciones.

     En contra del egoísmo, por ejemplo y a propósito del chavismo/madurismo, filósofos ha habido que señalan el egoísmo y su ausencia de límites como el origen de todas las acciones inmorales, de todos los vicios, exigiendo una ética libre de motivos egoístas y reconociendo valor moral a la acción altruista que se realiza por el bienestar del prójimo. 

     En el chavismo/madurismo, esta intención está hoy en ruinas, envuelta en palabrería hueca, en desesperación materialista, porque se ha perdido la fe en el poder constructivo del espíritu. El chavismo contiene un pesimismo intrínseco que deja caer los brazos y desespera el sentido de la vida y del mundo; tiende al olvido y al no ser absoluto.

     Hoy vemos al chavismo arrojado a las amenazas, esa “guerra” ajena a la razón, donde lo que se exalta –aunque crean lo contrario- es el decrecimiento de la solidaridad con la gente y con los estados, transmitiendo incertidumbre y regodeándose plutocráticamente. No favorecen la voluntad de la verdad; no se dan cuenta de que existen una jerarquía de valores y un orden de valores que no se pueden hacer a un lado simplemente. Aunque sea cierto que la mayoría de los hombres viven con muy poco conocimiento, no se puede exagerar y presentar como axioma que el intelecto es completamente extraño a la voluntad (ni Schopenhauer pudo como esta tesis imposible); tal es una doctrina para quienes fracasan en la vida.

     La fuerza de gravedad no es manifestación de la voluntad, que es humana y cualidad del alma del hombre que prepara e introduce sus actos ejecutorios. La voluntad auténtica –para ser aplicable al hombre- parte del hombre, es antropológica. Y el alma está llena de misterios; las hay absolutistas y voluntaristas, con innumerables “opiniones intermedias” que consisten en determinar la imagen del hombre por la preponderancia del intelecto o del ejercicio de la voluntad. Ante lo complicado, una opinión conciliadora es la correcta. Y eso sería admitir la posibilidad de que el intelecto determine la voluntad, donde sólo lo genial hace retroceder a la voluntad, que sería más débil que el intelecto genial.

     Platón no quiso definir el alma, pero aceptaba el alma cósmica (no ciega), una fuerza anímica que determina toda la vida. Dijo que el alma humana habita todo lo que mueve “ordenándola”: “Bien: el alma, pues, dirige cuanto hay en el cielo, en la tierra y en el mar con sus propios movimientos a que damos los nombres de querer, ponderar, prevenir, deliberar, opinar recta o falsamente, en la alegría o el dolor, en el valor o en el temor, en el odio o en el amor, y a través de todos los demás movimientos afines, o sea movimientos primarios, apoderándose de los movimientos secundarios de los cuerpos, lo llevan todo al aumento o a la consunción, a la separación o a la mezcla, así como a lo derivado de esto: calores, fríos,pesadez, ligereza, dureza o suavidad, blancura o negrura, dulzura o amargor, y a todas aquellas otras condiciones de que se sirve el alma lo mismo cuando aplicando constantemente su divina inteligencia, en recta carrera, lo encauza todo recta y felizmente, que cuando, vinculada a la insensatez, produce totalmente efectos contrarios”. 

     De tal manera queremos destacar cuán difícil y peligroso es el interés del chavismo por establecer una voluntad que no discierne y no quiere saber nada de las enormes y múltiples tensiones bajo las que pretende hacernos vivir. 

     La voluntad de poder puede ser enfermiza cuando se le ve como raíz unitaria, como instinto que domina y explica todo; genera efectos de parálisis. Puede ser locura emprender una transmutación de todos los valores tradicionales, donde lo hasta ahora bueno es malo y lo malo debe convertirse en bueno. Nietzsche trató esto en su planteamiento sobre el “superhombre”, pero a este genio sólo puede comprendérsele cabalmente conjugando su realidad dual, como poeta y filósofo, ya que sus grandes contradicciones no se resuelven partiendo de la filosofía y de la lógica: el poder es un mal, luego es el fondo original de la realidad, del que todo se deriva...

     Lo enfermizo y malsano del chavismo es la parálisis intrínseca, su carencia de efectividad social, su pérdida de asidero sólido, su desatención a las contradicciones que lo carcomen. Lo que no se puede conocer bien, por inconsistencia y cerrazón, se aísla en el fracaso, se desarticula, se incapacita para seguir adelante.

     La filosofía tiene que ver con el amor a la sabiduría, a la verdad, y ésta consiste en el conocimiento del ser, de lo real, de lo bueno. No se trata de cinceladores del espíritu que persiguen la liberación a través del dolor, dolor que se toma tiempo, quemándonos y obligándonos a apartar de nosotros toda confianza y a encubrirnos bajo su manto de mediocridad. El chavismo/madurismo está enfermo del cuerpo y del espíritu, y de una esencia enferma proviene una realidad enferma. Avanzar no es posible pregonando una doctrina falsa, no verdadera. Así no es posible conocer lo auténtico, lo sano.