Más de un siglo de historia pasada demuestra que las democracias capitalistas pueden evolucionar hacia un socialismo en mayor medida que lo que los regímenes socialistas pueden evolucionar rumbo a la democracia. Es decir: el pasaje de la democracia económica a la democracia política. Porque la ausencia de democracia política destruye las condiciones mismas de la democracia económica. Y cualquier tipo de revolución en el mundo no puede sino estallar en los países que consiguieron la democracia política. De esto es lo que chavismo se aleja, y lo que debemos confrontar ahora.
SOBERANÍA NO ES SATRAPÍA
-Alberto Rodríguez Barrera-
“...aunque en naturalezas malas y corruptas el cuerpo aparecerá a menudo sobre el alma,
porque están en una condición maligna no natural.”
Aristóteles
A veces es necesario entender, entre individuos, familias, ciudades, religiones, profesiones, firmas y clases jurídicamente unificadas en el mismo grupo nacional, que la razón no basta para hacer justicia. Las instituciones y las reglas, por más ineficientes que sean en la realidad, contienen una igualdad legal que hay que utilizar, nacional e internacionalmente, aferrándose a su soberanía.
No existe ya el derecho de vida o de muerte del padre sobre los hijos, y de la misma manera no debemos entender por “soberanía nacional” el derecho de un Estado para masacrar o encarcelar una parte de su población o reducirla al hambre sin que nadie pueda intervenir, con el pretexto de que está prohibido “inmiscuirse en los asuntos internos de un país”. Este principio, que el chavismo busca desviar hacia sus intereses de absolutismo, y que en otros tiempos autorizaba al padre a dejar que sus hijos se pudrieran sin que nadie pudiera meterse, fue representado con la excusa de que “en mi casa mando yo”.
Este principio de la omnipotencia interna es lo que permite a toda oligarquía martirizar y embrutecer a la población como si ella le perteneciera, pudiendo provocar desequilibrios internacionales. Hacia el futuro va caminando la idea de que los grupos históricamente accidentales –las naciones-, en nombre de una pretendida soberanía, puedan seguir poniendo en peligro a las colectividades, como ha sucedido en las guerras en cadena, atómicas y bacteriológicas. De esta situación absurda deberá salir la humanidad.
Los acuerdos bilaterales deben ser proscritos cuando contienen políticas exteriores belicosas y de dominación, soñadas o auténticas, vengan de donde vinieren. A nivel internacional debemos evidenciar lo poco evolucionado que es la política de limosnas que suple a la seguridad social. La pregunta es: ¿acaso porque existen injusticias sociales es correcto que se pueda asesinar y volar la casa en que todos habitamos? La humanidad debe ser incitada a concentrar su atención en problemas cualitativos, no sólo en cuantitativas de pérdida.
El criterio de éxito en las naciones comunistas dejó hace tiempo de ser comunista, no apunta a una nueva moral de liberación humana. Entre “cañones y mantequilla” (propuesta del nazismo), los regímenes comunistas también prefirieron los cañones, por amor a ellos y por incapacidad para organizar la mantequilla: el sacrificio ha sido el nivel de vida del pueblo o el chauvinismo como droga, vías clásicas de las dictaduras. Los fracasos internos llevan a priorizar a la fuerza militar, poderío más fácil de construir que el bienestar de la abundancia. El poderío militar no sería necesario si hubiera socialismo real, ya que éste tendría vigor de contagio, pero han preferido sólo el medio militar como medio sin fin.
Este “poderío” desata actos suicidas con pretextos ideológicos y simboliza el origen de la miseria humana. Son recursos desviados, que antes que utilizarse para aplacar la miseria, la agravan. Lo que devoran los gastos militares, aquí y acullá, es una vergüenza que no puede ocultar cualquier “soberanía nacional”; sería materia a tratar cuando se produzca una “soberanía internacional”. El Tercer Mundo hubiera podido desarrollarse con tan inmenso despilfarro mundial; y en Venezuela ya se han hecho cálculos del despilfarro del chavismo en esta materia, que tan poco atiende a las necesidades sociales. (Si se han mantenido los promedios, el Tercer Mundo invierte el doble en militarismo de lo que reciben de las naciones superdesarrolladas; y en el mundo quizás dupliquen lo que se invierte en gastos sanitarios.)
La hemorragia del gasto militar en Venezuela es una caja negra, con resultados igualmente invisibles pero a la vista. Japón, tras la II Guerra Mundial, cuadruplicó el gasto (que hacían en lo militar) en la educación y... El chavismo está gastando más en morir que en vivir y... Los países superdesarrollados invierten ingentes recursos en lo militar y... La muerte genera, aparentemente, beneficios superiores a la vida.
En Venezuela debemos poner fin a este armamentismo subdesarrollado que se hace en nombre del delirio político que vive y muere en el pasado. Esto hace que los fracasos sociales sean cada vez más insoportables, ya que un número creciente de problemas se tornan insolubles en virtud del despilfarro que se hace a nombre de una “soberanía nacional” que malversa los recursos en una gesta de regalía internacional, que hace inevitable y fundamenta más las razones para el cambio.
Más de un siglo de historia pasada demuestra que las democracias capitalistas pueden evolucionar hacia un socialismo en mayor medida que lo que los regímenes socialistas pueden evolucionar rumbo a la democracia. Es decir: el pasaje de la democracia económica a la democracia política. Porque la ausencia de democracia política destruye las condiciones mismas de la democracia económica. Y cualquier tipo de revolución en el mundo no puede sino estallar en los países que consiguieron la democracia política. De esto es lo que chavismo se aleja, y lo que debemos confrontar ahora.
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