viernes, 19 de agosto de 2016

LO EXTRAÑO DEL DISTANCIAMIENTO, CREATIVO Y POBLACIONAL


Como sucede con el castrocomunismo en su grado de inconsciencia, Brecht abandona concientemente las complejidades de exposición en sus obras. Los personajes no mantienen la ilusión de que desconocen la presencia del público y se revelan a sí mismos y sus relaciones con insinuaciones que deben preservar la apariencia de ingredientes naturales en sus conversaciones... El distanciamiento del castromadurismo es que le imponen a los venezolanos una ilusión de efectividad con abusiva presencia, mintiendo descaradamente y sin que a nadie se le informe sobre tantos hechos descarriados, y hasta las canciones que cantan son delirios sobre la borrachera... 



LO EXTRAÑO DEL DISTANCIAMIENTO, 
CREATIVO Y POBLACIONAL
-Alberto Rodríguez Barrera-


“Esta comunidad es la constitución; por lo tanto, la virtud del ciudadano 
debe ser relativa a la constitución de la cual es miembro.” 
Aristóteles

     Cuando se habla de “distanciamiento”, como es el caso del castromadurismo en relación con los venezolanos, se habla de Bertolt Brecht, el dramaturgo alemán desaparecido hace ya 57 años. Con tal término, “Verfremdung”, convertido en un método de producción y actuación teatrales y que se acostumbra a traducir como “distanciamiento” y “alienación”, Brecht trataba sólo de “hacer extraño”, presentar el mundo como extraño para despertar en el espectador el deseo de alterarlo. De tal manera fue que su teatro “épico” se hizo un implemento del comunismo, aunque –la verdad sea dicha- su teoría jamás progresó en los países comunistas.

    Los principios de Brecht establecieron una arbitraria concepción del teatro “burgués”; arbitraria, decimos, porque el teatro puede funcionar bien en su tradición de rito para –igualmente- sustituir la unidad emocional e imaginada, derivada del arte, en busca de una unidad real en el mundo exterior. Lograr esto es otro problema. Así lo entendió el mismo Brecht en su madurez, pero en sus inicios, cuando escribió sus obras propagandistas, buscaba eliminar toda conexión entre el espectador y el escenario. Brecht no aceptaba los finales trágicos de las obras, creía que el hombre debe mostrarse capaz de evitar la tragedia. De ahí que –en sus comienzos- evitara lo hermoso, lírico y conmovedor, negando la emoción, la belleza; creyendo que sólo el pensamiento racional serviría para cambiar la situación humana. 

     Por supuesto que el distanciamiento de Brecht tenía/tiene una fundamentación más sólida que el distanciamiento que sufre el castrocomunismo en su continua improvisación, ya que todo lo que éste afirma debe ser interpretado al revés para comprender su verdadero valor. Sin embargo, hay similitudes a capturar con cierto esfuerzo de la imaginación. 

     Así como Brecht incorporaba el efecto de distanciamiento en la estructura y lenguaje de sus obras, utilizaba también la repetición de personajes y eventos: Herr Puntila borracho comenta sobre la intolerancia de Herr Puntila sobrio; la “buena mujer” Shen Te asume la máscara de agria opresión y se transforma en el negociante Sui Te para que cada una de sus personalidades gemelas recuerde la posibilidad del otro, ninguna fija o inalterable; se repiten tramas de una a otra obra, fijas e inalterables; los mismos eventos reiterados permiten pensar... La repetición del castrofascismo madurista tiene la desventaja de que el talento de Brecht es superior, tanto para resumir y re-actuar ocurrencias que ya no están sucediendo realmente, que no existen, que están en el pasado, sucediéndole a otra gente. El distanciamiento de Brecht es a propósito y con fines de manipulación teatral; el distanciamiento del castromadurismo es más parecido a cuando el público fastidiado se levanta de su butaca y deja solo el recinto.

     Como sucede con el castromadurismo pero en grado de inconsciencia, Brecht abandona concientemente las complejidades de exposición en sus obras. Los personajes no mantienen la ilusión de que desconocen la presencia del público y se revelan a sí mismos y sus relaciones con insinuaciones que deben preservar la apariencia de ingredientes naturales en sus conversaciones. Así sucede en las obras superiores de la madurez de Brecht, La Buena Mujer de Setzuan y El Círculo de Tiza Caucasiano, donde le habla directamente al público dándole los hechos necesarios de la situación, como cuando se interrumpe la acción para resumir, comentar y predecir por vía de canciones. Este es el distanciamiento brechtiano. El distanciamiento del castromadurismo es que le imponen a los venezolanos una ilusión de efectividad con abusiva presencia, mintiendo descaradamente y sin que a nadie se le informe sobre tantos hechos descarriados, y hasta las canciones que cantan son delirios sobre la borrachera.

     Los personajes de Brecht anuncian con tonos de voz casuales algo sorprendente y se espera que el espectador sienta la sorpresa y reaccione en consecuencia, pero el efecto no es tan liberador para el espectador como supone la teoría brechtiana: puede limitarlo a una sola reacción, el mero reverso de lo que escuche afirmar, sin que necesariamente lo estimule a proceder originalmente. Hay una diferencia entre darle vida a una escena y hacer que el espectador realice un cambio en el mundo. 

     Esta diferencia se corresponde con la diferencia entre la concepción de Brecht de distanciamiento cuando la comenzó a expandir explícitamente a principio de los 1930s y su concepción de los 40s y 50s. Al principio, con sus obras iniciales, su propósito era primordialmente político: quería “convertir a las instituciones (teatrales) de lugares de entretenimiento en órganos de publicidad”. En cambio, el distanciamiento que recibe el castromadurismo por parte de los venezolanos obedece a que utiliza todas las instituciones y los medios para “una” sola “correcta” actitud, lo cual hace que todo sea “extraño”, sin sorpresa ni vida.

     La diferencia -en Brecht- está también entre el efecto de distanciamiento que lleva a una sola respuesta política y el efecto que lleva a una realización estética, de maravilla, contemplación, euforia o pena. En contraste con las obras propagandistas, las obras posteriores, del exilio y de la madurez permitieron más este tipo de efecto, a la vez que el mensaje político se hizo menos dañino.


     En cambio, el castromadurismo no madura y el distanciamiento ya es poblacional, de alejamiento de algo que ya no sirve.

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