miércoles, 20 de julio de 2016

EL ORDEN Y EL DESORDEN Montherlant (3)




SOBRE EL ORDEN Y EL DESORDEN
Montherlant (3)
-Alberto Rodríguez Barrera-



    El orden del arte y el desorden de la experiencia son las dos categorías de Montherlant. En su ficción novelística (a diferencia de su dramaturgia) Montherlant hace algunos ordenamientos artísticos para lograr un rendimiento más directo de la experiencia, con la meta general de que sus novelas se asemejen a la vida lo más cercanamente posible sin dejar de ser obras de arte. Esto explica sus comentarios sobre la excesiva "construcción" de la novela francesa tradicional y lo lleva a escribir en "Pitié pour les femmes":

     "Si esta novela se sometiera a las reglas del género que se han establecido en Francia, la escena de la cocina entre Costals y Solange habría sido colocada al final. Todos hubieran estado complacidos: los instruidos, porque la escena culminante debería estar al final en una novela compuesta a la manera francesa, es decir, en una novela construida 'lógicamente'; y los moralistas, porque esta escena parece anticipar la unión entre los personales principales: así la novela, al terminar con 'un goce anticipado de cielos azules', hubiera sido edificante de principios a fin. Las novelas francesas, como las almas cristianas, se proveen con la posibilidad de una conversión al pie de la cama de muerte… Pero la vida misma, tan ignorante del negocio de vivir, tontamente reclama excepciones de los convencionalismos de ficción francesa… y esta escena no tiene secuela."

     Es esta misma actitud lo que hace que Montherlant sospeche de personajes "consistentes". Tales personajes, dice, existen solamente en novelas y obras de teatro, no en la vida misma. En sus mentes, sin embargo, Montherlant trata de hacer a sus personajes tan "de la vida"como sea posible, manteniendo en mente el hecho que el hombre es primero y principal un animal inconsistente. Sólo parece consistente "cuando se viste para beneficio de los mirones." Este es el pensamiento detrás de la propia intención de Montherlant en "Les Lépreuses": "Sabemos a cuánto asciende la 'psicología' que un novelista pone en sus libros: un trozo de puro 'bluff' desde la A a la Z.

     Este punto de vista del papel de la caracterización en ficción afecta inevitablemente a las tramas y al método narrativo de Montherlant. El ritmo casi dialéctico de algunas de sus novelas impacta, aunque el arte de contar una historia, de desenvolver gradualmente un cuento, parece no interesarle mucho. Sus novelas tempranas, particularmente, tienden a avanzar por medio de un desarrollo lírico y no son afectadas por las demandas de una nítida y rigurosa estructura; vuelven sobre sí mismas, en direcciones inesperadas, estéticas; por asociación de ideas, tratando de transmitir de acuerdo con la insistencia de Montherlant en simbiosis y confusión; experiencias contrastantes o comportamiento contrastante en un personaje dado. Sería erróneo dar la impresión que estas novelas no tienen forma o que sean desordenadas como él cree que es la vida. Encuadran y forman patrones de la experiencia como –hasta cierto punto- debe hacer todo arte. Todas tienen una estructura básica en torno a la cual se han moldeado. Pero sus patrones son más rítmicos que estáticos, y Montherlant está lejos de hacer de la forma un fin en sí mismo.

     Este evitar de la novela demasiado ordenada se fortalece por otra característica de la ficción de Montherlant: preserva en sus novelas un grave distanciamiento irónico que a veces recuerda a Stendhal, en cuanto a intervenciones que excusan o critican a sus propios personajes, o comentarios irónicos que a veces dirige a los lectores; las intervenciones críticas, lejos de romper el momento imaginativo, puede tener el efecto –como en Stendhal- de agregarle algo a la "vida"independiente de los personajes. Pero Montherlant va más lejos: actúa en directa contradicción con la máxima de Flaubert de que el novelista debería estar en la misma relación hacia su novela que Dios con la creación: presente en todas partes, pero visible en ninguna. Así Montherlant de rato en rato comenta no sólo sobre sus personajes sino sobre sus problemas y decisiones como novelista. Uno piensa que a veces sentía impaciencia con los aspectos más mecánicos de la escritura.

     Al desviarse de lo tradicional, la ficción de Montherlant tiene la apariencia de una creación artística objetiva, aunque es a menudo fuertemente autobiográfica en contenido. En sus novelas destaca la habilidad para ver con distanciamiento los eventos de su vida y sus propias ideas. Es esta actitud hacia sus novelas, así como hacia el contenido ideológico, lo que las distingue.

     La primera novela de Montherlant, "Le Songe", se publicó en 1922. Es una meditación individual, a menudo lírica, sobre los temas del amor, la guerra y la muerte. Tiene tres personajes centrales: Alban de Bricoule y sus dos amigos: su compañero de armas en el frente de batalla, Prinet, y una joven atleta, Dominique Soubrier, con quien mantiene una relación platónica. Siendo enfermera en el frente, Dominique se enamora de Alban pero él se aleja de ella, particularmente después de la muerte de Prinet en batalla, sacrificando el amor sentimental que ella representa por un ideal viril de camaradería en la guerra que encontró por su asociación con Prinet.

     En la primera novela ya encontramos expresada la visión de Montherlant de la naturaleza a menudo arbitraria y finalmente incomprensible de los problemas emocionales entre los seres humanos, como es el caso con la relación cambiante entre Dominique y Alban; del respeto mutuo e intereses comunes, Dominique, hasta entonces dedicada atleta sin interés en relaciones sexuales, se va a la guerra y experimenta el deseo sexual y se enamora de Alban, quien reacciona cambiando del desdén masculino y lo que considera antigua inflexibilidad romana, al deseo sexual sin ternura; Alban despliega cierta arrogancia antifemenina no admirable pero genuina; lo que busca Alban en ella es una camaradería que evita el patrón familiar de posesión sexual seguida por aburrimiento creciente y la consecuente necesidad de repetir este patrón con una larga sucesión de mujeres; los problemas de Alban permanecen sin soluciones. En la página final de la novela, Alban dice: Ël deseo es incompleto. La amistad carece de sustancia. El amor, como es entendido ordinariamente, es una cosa inferior. ¿Quién despertará en mí una ternura que venga de las propias honduras de mi ser, pero que pueda aprobar totalmente con mi mente?" Alban se hace insoportable para Domnique, ya que a través de sus acciones y actitudes Montherlant busca expresar la aguda complejidad humana, su comportamiento arbitrario e incomprensible, cosa que limita a los personajes, menos porque "la ocupación principal de los seres humanos es engañarse el uno al otro" y más por el aislamiento natural y la incapacidad de contacto construida en el material de la vida misma.

     Con gran fluidez, los personajes cambian de parecer a menudo porque las emociones dominan a sus mentes bajo la presión de alguna crisis particular. Y la guerra proporciona una voz técnica, moral y no convencional que en la segunda novela de Montherlant, "Les Bestiáires" (1926), impresiona más por los agregados de humor y sátira social, y donde reaparece Alban más joven que en "Le Songe". En ambas novelas vemos que la fuerza de Montherlant para retratar personajes está en el hecho de que expone, a través de la juvenil intransigencia de Alban que es formulada más instintiva que intelectualmente, conflictos y problemas emocionales para los cuales no provee solución. Así nos recuerda que todos experimentamos, en ocasiones, dilemas de los cuales estamos muy concientes pero que no comprendemos totalmente y que no tienen respuestas simples. Las tempranas novelas de Montherlant ofrecen una orquestación temática de ideas y emociones, donde narración y meditación se funden de manera poética.

     "La Petite Infante de Castilla"(1929) no entra cómodamente en la categoría de ficción, ya que la primera parte es una "nouvelle" y la segunda un ensayo que exalta el hedonismo y la licencia sexual; es la parte central de un tríptico titulado "Les Voyageurs traqués" (los otros don volúmenes son "Aux Fontaines du désir"y "Un Voyageur solitaire est un diable"); pero se ubican en ficción porque son un punto de cambio de pensamiento de Montherlant, que se incrementa en su próxima gran obra.

     "Les Jeunes filles"es una compleja estructura de ficción en cuatro volúmenes: "Les Jeunes filles" y "Pitié pour les femmes" (1936); "Le Démon du bien" (1937) y "Les Lépreuses" (1939). A través de este cuarteto seguimos el comportamiento de un escritor, Pierre Costals, hacia tres mujeres de diferentes edades que están enamoradas de él: Solange Daudillot, Andrea Hacquebaut y terrése Pantevin (también hay una muchacha árabe, Rhadidja). Costals es una artista y un libertino, egoísta y "sin principios", pero con su propia integridad. El hilo central que une a los cuatro volúmenes es las relaciones fluctuantes con Solange; se utiliza casi cada método de narrativa posible desde la tercera persona hasta avisos de periódicos; son las cuentas deslumbrantes y para algunos a veces irritantes de las ventajes de la licencia sexual sobre la del cómodo amor doméstico para el hombre de letras y el artista en general.

     "Les Jeunes filles" representa un avance en el logro de Montherlant como novelista por el alcance de los personajes que contiene, además de que varios de los personajes principales son mujeres que revelan dones de imaginación y empatía. Pero la trama, en el sentido de contar una historia, de desenvolver gradualmente un cuento, le interesa muy poco a Montherlant; el moralista es siempre más fuerte; algunas de sus tramas se desintegran o terminan mecánicamente; su instinto lo lleva de la anécdota a la observación moral; obviamente trata a la novela como un vehículo para transmitir ideas serias, no meramente como un pedazo de entretenimiento, y esto explica los muchos pasajes asemejándose a ensayos sobre ideas regadas a través de "Les Jeunes filles", que no son ilegítimas en una obra de arte. De hecho tales ensayos son un aspecto de la tremenda libertad del método narrativo que la novela permite. A veces la amplitud de métodos (primera y tercera persona narrativas, cartas, diarios, artículos, monólogos, diálogos, lírica) parecen independientes del autor, una colección de documentos en vez de una novela… Pero Montherlant le da forma y unidad al todo, equilibrando el uso de los diferentes dispositivos, manteniendo unida la acción principal, como diversos hilos tejiéndose en torno a la dominante personalidad de Costals mismo.

     El hecho de que Costals es un libertino y un escritor distinguido es la clave para entender el complicado carácter en que ternura y crueldad, integridad y carencia de principios, espontaneidad y cálculo parecieran existir lado a lado. Como libertino es atraído por las mujeres y las persigue con una mezcla de ingenuidad y descaro; como artista sostiene que cualquier relación de unión con una sola mujer interferiría catastróficamente con su trabajo; sus severas creencias como artista sustentan sus inclinaciones promiscuas como hombre; ha desarrollado una doctrina moral que exalta la sexualidad y rebaja al amor, siendo éste una invención"femenina" y fuente, dice, de algunas de las peores fallas de la mente occidental; rechazo romántico de la realidad, culto al sufrimiento, deseos de ser querido, lo gregario, lo sentimental. Esta es la "lepra", en sentido metafórico, que Costals analiza en el volumen final después de creer, erróneamente, que ha contraído la enfermedad a través de Rhadidja en Marruecos. El apéndice de la lepra metafórica le da un final de retrospectiva unidad a los cuatro volúmenes. Montherlant, además de ofrecer un estudio de la Mujer, demuestra que no es simplemente un novelista muy del siglo 20 en materias tales como el uso dialéctico de la trama, la explotación de todas las formas técnicas de narrativa, la orquestación de temas en vez de la construcción de tramas intrincadas y obstrusivas, aunque también se revierte a las técnicas asociadas a la novela del siglo 19, como en "Les Célibataires"(1934), publicada dos años antes que "Les Jeunes filles" y que pertenece en tono y manera a las novelas publicadas posteriormente; "L'Histoire d'amour de La Rose de Sablé" (escrita en 1932, publicada en 1954) y "Le Chaos et la nuit"(1963).

     "Le Chaos et la nuit" marcó el período cuando comenzó a renunciar a la novela para concentrarse en las obras de teatro. En Le Chaos el personaje central muere obteniendo una nueva claridad que parece expresar la propia simbiosis de Montherlant: "Contrariamente a lo que siempre pensó, no había un sí y ningún no; todo era sí y no al mismo tiempo." Y esta es la sabiduría final de la obra de Montherlant como un todo.

Noviembre 2006

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