jueves, 2 de junio de 2016

GOBERNAR NO ES COTORRA CASTROCOMUNISTA



“...El país conoce de mi modesta trayectoria de hombre público, a través de treinta y cuatro años de acción constante en favor de los mejores intereses del país. Conoce mis muchos defectos y mis pocas cualidades; y acaso aprecia entre esas cualidades la de la firmeza para defender, contra cualquier avatar, las instituciones democráticas que juré cumplir el 13 de febrero de 1959, cuando recibí en el augusto recinto del Congreso la banda tricolor de los Presidentes de Venezuela. En defensa de esas instituciones no seré blando en ningún momento. Y acompañado de los partidos de coalición y de la inmensa mayoría de los venezolanos, quienes piensan y sienten en venezolano y no quieren ver a nuestro país convertido en una sucursal de la Cuba comunista, iré a cualquier extremo, respetando siempre la vida del adversario, en defensa de las instituciones democráticas…” Rómulo Betancourt, después de “El Carupanazo”, 1962


GOBERNAR NO ES COTORRA CASTROCOMUNISTA 
(BARINAS LO CONFIRMÓ)
Alberto Rodríguez Barrera


     El 12 de mayo de 1962, ocho días después de “el carupanazo”, el Presidente Betancourt estaba en gira administrativa por el Estado Barinas, acompañado por el Maestro Rómulo Gallegos y los embajadores de Gran Bretaña, Canadá, Japón, Países Bajos, Líbano, México y Ecuador, a quienes se invitaba periódicamente para que evaluaran las fallas y aciertos de las obras encaminadas por el Gobierno de Coalición. En Barinas, la Corporación Venezolana de Petróleo (creada por este gobierno, primera petrolera del país, y futura PDVSA) extraía petróleo con capital estatal, con técnicos y obreros venezolanos, perforando pozos y realizando otras actividades (como jamás se había hecho en Venezuela y como ahora se comenzaba a hacer).


     Así Venezuela, después de 40 años de ser espectadora de brazos cruzados, estática, de la producción, refinación y comercialización de su principal riqueza minera, recién comenzaba a ser un factor activo en este proceso. Lo que se hacía en materia petrolera, por primera vez en nuestro país, recalcaba también el gran retraso con que llegábamos a lo que ya habían hecho México y otros países de América Latina, Irán y otros países del Medio Oriente, Francia e Italia. Se eliminaba así la mentalidad colonialista –de la izquierda y de la derecha- que con auspicios agoreros nos creían a los venezolanos incapaces de hacerlo.


     Rómulo afirmó en Barinas que, además de que la nación venezolanizara integralmente una parte de su producción de oro negro, tampoco se retrajo la inversión de las compañías extranjeras; la Creole Petroleum Corporation elevó en 50% su inversión en relación con la realizada el año anterior (1961). Fallaron las predicciones derrotistas y antivenezolanistas de las casandras colonialistas. Lo que Venezuela comenzó a hacer con la Corporación Venezolana de Petróleo fue eliminar las concesiones petroleras y habilitar los contratos de servicio con la Standard Oil, Shell, Mobil y Creole. No se estaba comenzando a construir la casa desde el techo, porque la demagogia estaba en otro lado.


     La política más inteligente para Venezuela era habilitar la producción venezolanizada con la manipulada por las compañías internacionales, garantizando sus inversiones e incrementando sus aportes al desarrollo de Venezuela. La rata de participación de Venezuela en el petróleo era más que satisfactoria para el momento. Además de que era absurdo plantearse la nacionalización, el Gobierno de Coalición no vacilaba en tratar y contratar con las compañías petroleras porque era un gobierno honrado (como la historia lo ha confirmado), no cohechable, y porque estaba asesorado por técnicos de primera línea que conocían el negocio petrolero, y exportaban el “know how”.


     Pero en Barinas, como en todo el país, se realizaba también la agresiva política de construir la democracia en base a una red de producción y de comunicaciones de toda índole, como lo hemos venido reseñando y que pareciera repetitivo porque las obras se multiplicaban por todo el territorio nacional con clara priorización de áreas específicas (vías terrestres, electrificación, industrialización, agricultura, educación, acueductos y cloacas, etc.), vertebrando nuestro extenso ámbito geográfico de manera integral, y valorizando lo fundamental: el capital humano.


     El 13 de mayo se inauguró la carretera Puente Páez-Cejita-Mijagual-Santa Rosa; se construía la carretera que unía a Barinas con Táchira, la cual atravesaba zonas vírgenes y permitiría asentar en estas zonas a gentes de la Cordillera sin tierras aptas para el cultivo; se construía la Barinas-Pedraza, la Altamira-Calderas-San Antonio de Caparo; la Barinas-Libertador con los puentes Santo Domingo y Caño Cucuario; se inauguró también la carretera que va de Puente Páez a Puerto Nutrias; en materia de pavimentación continuaba la guerra a muerte declarada a las carreteras de tierra, con habilitación de puentes menores, acondicionamiento de caminos vecinales, acondicionamiento y petrolización de calles en ciudad Barinas, Barinitas y Quebrada Seca, además de la construcción de avenidas y la inauguración del Parque Recreacional La Carolina, con canchas deportivas, piscina y áreas verdes.

     Barinas también recibió la construcción de 13 grupos escolares (con comedores escolares), 33 escuelas rurales y la ampliación de otra cantidad de escuelas, así como la espléndida Escuela Técnica Industrial de Barinas. En ningún país de América Latina, en ninguna época, se había hecho más en menos tiempo por poner la cultura al alcance de todos los sectores sociales, particularmente en las capas menos dotadas económicamente, de lo que se hizo entre 1959 y 1962. La inversión del presupuesto nacional y en los presupuestos estadales y municipales llegaba al 25% en escuelas primarias, escuelas artesanales, escuelas vacacionales, escuelas de educación media y universidades.


     La labor en materia de construcción de cloacas y acueductos fue igualmente agresiva: Barinas, Barinitas, Barrancas, Veguitas, Sabaneta, Mijagual, Santa Rosa, Libertad, Dolores, Ciudad de Nutrias, Puerto Nutrias, Cantón, Las Huacas, Altamira, Santa Bárbara, Borburata, La Barinesa, El Castillo, la urbanización obrera Rodríguez Domínguez. En materia de construcción de viviendas, se construyeron 200 y se ampliaron como nunca los préstamos por vía de la Fundación de Desarrollo Comunal y Fomento Municipal. Además de lo ya hecho en las principales ciudades, se estaba por aplicar el plan de electrificación para todo el estado. La Corporación Venezolana de Fomento otorgaba créditos a la pequeña y mediana industria. Todo ello se realizaba trabajando conjuntamente con las gobernaciones y los gobiernos locales, con lo cual se multiplicaban las obras.

     En cuanto a la reforma agraria, para esta fecha se habían asentado ya más de 2.000 familias, se habían construido 114 mi kilómetros de caminos de penetración agrícola y la reconstrucción de 200 kilómetros (ya se habían construido 6.000 kilómetros nivel nacional en los tres primeros años de gobierno). Ahí donde la dictadura no concedió ni un crédito campesino, ahora se otorgaban millones en créditos agrícolas, pecuarios y de diversa índole. Como ejemplo del incremento en productividad, veamos las cifras en sólo dos rubros: de una producción de 4 mil toneladas de arroz en 1959, se pasó a 8 mil toneladas en 1961; en maíz se produjeron 9 mil toneladas en 1959 y pasó a 24 mil toneladas en 1961. (Para esta misma época en la Cuba comunista se racionaba la malanga –el ocumo criollo- que equivalía en la mesa isleña a la arepa venezolana.) Junto a todo ello (al lado de otras especificidades que obviamos en aras de la síntesis) se equipó a Barinas con un sistemas de riego, como el del río Santo Domingo, 8.810 hectáreas de Barinas a Torunos.


     En su visita a Barinas, Rómulo le dijo a los barineses, refiriéndose primero a quienes se habían dejado influenciar por “el carupanazo” del 4 de mayo: “El país me escuchó hablándole a la nación desde el Palacio de Miraflores. Y anunciando lo que iba a suceder y sucedió: que apenas las Fuerzas Armadas leales de tierra, mar y aire rodearan a la ciudad de Carúpano, los facciosos iban a rendirse incondicionalmente… Apenas llegaron a las puertas de Carúpano las fuerzas leales y luego de dos disparos de morteros y de algunas ráfagas de ametralladoras, los facciosos se rindieron. Y no creo que por cobardes. Si algo caracteriza al venezolano es su alardosa actitud de asumir el riesgo a combatir. Se rindieron porque se dieron cuenta de cómo la nación entera los repudiaba, de cómo no podían contar inclusive con el apoyo hasta el fin de los infantes de marina, quienes por sumisión disciplinaria los habían acompañado en la aventura golpista; que los pronósticos de sus socios extremistas habían fallado, por cuanto en ninguna aldea ni pueblo ni ciudad de Venezuela se había producido ni siquiera un gesto de solidaridad con ellos, y por lo contrario, armados de sus primitivas báculas y de sus machetes, millares de campesinos de San Bonifacio, de Casanay, de los Muelles de Cariaco y de Cariaco estaban listos para respaldar a las fuerzas leales… El Gobierno Nacional, en consejo de ministros, adoptó la decisión que el país esperaba: prohibió las actividades del Partido Comunista y del Movimiento de Izquierda Revolucionaria… Se mantiene todavía la permanencia en el Congreso de sus diputados y de sus senadores… El país conoce de mi modesta trayectoria de hombre público, a través de treinta y cuatro años de acción constante en favor de los mejores intereses del país. Conoce mis muchos defectos y mis pocas cualidades; y acaso aprecia entre esas cualidades la de la firmeza para defender, contra cualquier avatar, las instituciones democráticas que juré cumplir el 13 de febrero de 1959, cuando recibí en el augusto recinto del Congreso la banda tricolor de los Presidentes de Venezuela. En defensa de esas instituciones no seré blando en ningún momento. Y acompañado de los partidos de coalición y de la inmensa mayoría de los venezolanos, quienes piensan y sienten en venezolano y no quieren ver a nuestro país convertido en una sucursal de la Cuba comunista, iré a cualquier extremo, respetando siempre la vida del adversario, en defensa de las instituciones democráticas…”

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