miércoles, 29 de junio de 2016

LA EDUCACION EN TIEMPO DE ROMULO


"El maestro de escuela no puede eludir el reto de formar en las nuevas generaciones de nuestro país un sentido de amor y de responsabilidad hacia Venezuela, de fe en sus instituciones democráticas, de capacidad de servicio a la colectividad. Estoy seguro de que eso lo están haciendo los maestros de Venezuela y por eso son cada día menos quienes están escuchando el llamado delirante que les viene de una isla del Caribe, pretendiendo sustituir nuestra autonomía histórica por la sujeción a una potencia totalitaria… Estoy viviendo buenos días de mi vida. Creí en Venezuela, tuve fe en sus instituciones, confianza en su pueblo, seguridad en la lealtad de sus Fuerzas Armadas, y todo eso tuvo dramática demostración, que ha causado un pálpito de emoción en el mundo..." 
Rómulo Betancourt

 
LA EDUCACIÓN EN TIEMPO DE RÓMULO
-Alberto Rodríguez Barrera-

 

      El 15 de enero de 1964, Día del Maestro, el Presidente Rómulo Betancourt manifestó lo siguiente: “Estos cinco años de gobierno constitucional han significado un avance agresivo que, con orgullo venezolano, podemos decir que no ha sido superado en el mismo lapso en ningún país de América Latina, en ninguna época, en lo que a educación se refiere… Y paralelamente, sin roces y sin fricciones, cumpliendo su función educadora, ha crecido también en todos los niveles la educación privada, al amparo de la libertad de enseñanza que garantiza la Constitución de nuestro país”.

     Traducidos a cifras estos impresionantes avances en la educación nacional, se pueden apreciar mejor. En educación primaria, base de todo sistema educativo, cimiento de nuestra estructura pedagógica bien orientada, la matrícula se elevó en casi 600.000 alumnos, en más de un 68% con respecto a las cifras de 1957-58. Las escuelas aumentaron en 4.324 para un 65%; y los maestros en 17.170, o sea un 82%.


     Se necesitó formar con urgencia maestros para dotar a las escuelas que comenzamos a sembrar de un extremo a otro de nuestra dilatada geografía. Y así la matrícula en las escuelas normales creció verticalmente, en un 248%. La escuelas normales aumentaron en 67, o sea un 98%; y los profesores de ellas en más de 1.000, o sea un 133%. Y se ubicaban millares de graduados en las nuevas escuelas.

     En educación secundaria la matrícula aumentó en casi 85.000 alumnos, o sea un crecimiento de 153%. Se aumentaron los liceos en 175, o sea un 58%; y los profesores en casi 3,000, un aumento del 83%.


     Al inicio del gobierno, si algún área de la educación estaba desasistida de preocupación estatal, era el área de la educación técnica. No existían sino escasísimas escuelas artesanales y muy pocas escuelas técnico-industriales. Entonces no encontraban dónde adquirir destrezas, dónde formarse como obreros calificados, muchos de los 85.000 a 100.000 jóvenes que anualmente se incorporaban al mercado de trabajo. Sin saber nada, no había empleo. La matrícula en las escuelas técnicas aumentó en 202%. Se crearon 102 escuelas más y el profesorado se incrementó en 149%.

     Coetáneamente con esta acción desarrollada en las escuelas artesanales y técnicas, en las escuelas de comercio y en otras escuelas vocacionales, se realizaba la excelente labor de formación de mano de obra calificada en el Instituto Nacional de Capacitación Educativa (INCE), donde cada año salía una nueva fragua de venezolanos preparados en áreas específicas.

     En los institutos pedagógicos, donde se forma personal de profesores para la educación secundaria, la matrícula creció también en una forma impresionante. Aumentó en 673%. Se creó además el Instituto Pedagógico de Barquisimeto y se aumentó el número de profesores en un 212%.

     En cuanto a la educación superior, a la que se imparte en las universidades para dotar al país de los equipos científicos que necesita, para aportarle al país médicos, ingenieros, odontólogos, economistas, químicos, psicólogos, la matrícula creció en 210%. Los alumnos en 21.000 y los profesores incrementaron en un 139%.

     Nunca en la historia de Venezuela se había construido mayor número de edificaciones escolares que en estos cinco años corridos de 1959 a 1964. Se hizo más en estos cinco años de los que se hizo en los transcurridos entre 1904 y 1958, ambos inclusive. Hasta 1958 se habían construido en el país 5.600 aulas para 284.000 alumnos. De 1959 a 1963 se construyeron 6.300 aulas para alojar a 315.000 alumnos, o sea, que durante este período constitucional se construyó más que en los cincuenta años que precedieron a este quinquenio.

     Esfuerzos continuados y serios se hicieron para terminar con la vergüenza venezolana del extraordinario volumen de población adulta que no sabía leer ni escribir. En cinco años se disminuyó en un 30% el número de analfabetos adultos.

     Pero no sólo de la escuela y del niño se preocupó el Estado. También lo hizo en cuanto al mejoramiento profesional del magisterio y del mejoramiento de sus condiciones de vida. Para 1958, el 68% de los maestros de primaria no eran titulados. Esto motivó a la reforma del Reglamento del Instituto de Mejoramiento Profesional, para atender en forma más eficaz las necesidades de la profesionalización del magisterio. Esto permitió para 1961 y 1962 una matrícula de 12.000 maestros alumnos, en los cursos regulares de profesionalización del instituto.

     En cuanto a previsión y asistencia social del magisterio, de 20.000 afiliados que tenía el IPAS, se pasó a 40.000. Para 1959 el IPAS no contemplaba entre sus prestaciones las correspondientes a los créditos hipotecarios para el magisterio. El magisterio, como la clase media y la clase obrera y campesina del país, sufría una de las situaciones más negativas en Venezuela, nación tan extraordinariamente rica en petróleo y en hierro, pero con una renta nacional injustamente distribuida: el problema de la vivienda ajena, alquilada, o de la vivienda propia en condiciones inhabitables. Hasta 1963 el IPAS concedió 853 créditos para la adquisición de viviendas y casi 1.500 créditos especiales para mejoramiento, construcción de vivienda y cancelación de hipotecas. Y en cooperación con el Banco Obrero y con el Instituto de la Vivienda Popular, entidad no lucrativa, se hicieron los planes a largo plazo para ayudar en la solución de este problema. También se constituyó la Caja de Ahorro y Préstamos del Magisterio, dentro del Sistema Nacional de Ahorro y Préstamo.


     En lo cuantitativo los éxitos alcanzados en esta gestión de gobierno, con la decidida cooperación del magisterio en las escuelas públicas y privadas en todos los niveles, fue impresionante. De ahí que estuviera más despejado el camino para agregar a lo cuantitativo lo cualitativo: estudiar las metas trazadas y mejorarlas, estudiar las normas que se seguían en las escuelas normales; si los métodos pedagógicos eran los más adecuados; si se lograba la suficiente atención del alumnado a la enseñanza que se les impartía. En síntesis, hacer un examen de conciencia sobre lo negativo y lo positivo en cuanto a la calidad de la educación que se estaba dando en Venezuela. En esa tarea, función de primer rango le correspondía a los educadores, porque eran ellos quienes habían acumulado, en su diaria actividad docente, experiencias aprovechables por el Ministerio de Educación.


      Dijo Rómulo: “El maestro debe también cumplir una tarea de colaboración en este empeño ya iniciado, con éxito evidente, para comprometer a la comunidad en la solución de sus propios problemas. Terminar con esa concepción paternalista del gobierno y del Estado que tenía el pueblo de Venezuela, que todo lo esperaba de la acción pública. Se ha comprobado que sólo estaba esperando el venezolano que se apelara a su sentido cívico y a su preocupación comunal, para cumplir tareas. En innumerables sitios de Venezuela basta con que el INOS envíe las tuberías para que sean los mismos vecinos quienes construyen el acueducto rural; o que el Ministerio de Obras Públicas envíe los materiales, para que se edifique por los propios vecinos la escuela rural. En mis recorridos por Venezuela he encontrado en algunos sitios que son los maestros los líderes de la comunidad; en otras partes es el cura del pueblo, o el barbero, o el director de orquesta. En todo caso, hombres y mujeres que ejercen un liderato saludable, por encima de las discordias partidistas, uniendo a todos los grupos en el empeño de la autosolución de sus problemas. Ahora existe una Fundación para el Desarrollo de la Comunidad y el Avance Municipal, dotada de fondos suficientes, capaz de asistir con aportes materiales de construcción y económicos a aquellas colectividades donde los ciudadanos se empeñen en solucionar ellos mismos los problemas pequeños de cada localidad, que no pueden ser resueltos por los ministerios nacionales… El maestro de escuela no puede eludir el reto de formar en las nuevas generaciones de nuestro país un sentido de amor y de responsabilidad hacia Venezuela, de fe en sus instituciones democráticas, de capacidad de servicio a la colectividad. Estoy seguro de que eso lo están haciendo los maestros de Venezuela y por eso son cada día menos quienes están escuchando el llamado delirante que les viene de una isla del Caribe, pretendiendo sustituir nuestra autonomía histórica por la sujeción a una potencia totalitaria… Estoy viviendo buenos días de mi vida. Creí en Venezuela, tuve fe en sus instituciones, confianza en su pueblo, seguridad en la lealtad de sus Fuerzas Armadas, y todo eso tuvo dramática demostración, que ha causado un pálpito de emoción en el mundo, en las históricas elecciones del pasado 1º de diciembre…”

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