Son verdaderos alpinistas burocráticos en función de su propia riqueza personal. Entonces, ¿por qué está despechado, señor Presidente? ¿Acaso usted está flaco como Franklin Brito cuando murió defendiendo su propiedad, o tiene una figura que recuerda a quien vendió al contado? Es que el capitalismo se pega.
Llorar y llorar
El despecho
-Alberto Rodríguez Barrera-
Tiene razón el gobernador Henrique Capriles cuando le pide al Presidente que "deje el despecho y se dedique a gobernar", porque si algo no ha hecho en estos once años de estar en el poder es precisamente ocuparse del país. Anteayer, si ir más lejos, convocó a una lastimosa rueda de prensa en la cual no sólo trató de explicar que la rotunda derrota que le propinó la oposición era mentira, sino que se enzarzó en una pelea cobarde con una periodista valiente y decidida que le plantó cara y lo dejó mal parado.
Rodeado de sus conmilitones, el Presidente trató de explicar lo que no tiene explicación alguna para nadie: que el Gobierno que preside y que gasta sumas mil millonarias para mantenerse en el poder y en alimentar una vastísima clientela electoral, perdió esta justa comicial a pesar de haber contado con su presencia diaria en la campaña tanto en la calle como en la televisión y la radio. Incluso el tabloide procomunista, que recibe sumas considerables de dinero en publicidad para alojar en sus páginas a las columnas de Chávez, fue incapaz de revertir la tendencia de las clases medias y los sectores populares que se inclinaron por la oposición.
Esta separación cada vez mayor de la población venezolana del proyecto militar bolivariano sólo indica una cuestión muy precisa: las expectativas políticas creadas no se han cumplido, los proyectos sociales han naufragado en el mar de la ineficiencia y la dejadez, y los millonarios presupuestos destinados a mejorar la calidad de vida en las ciudades han sido pasto de la corrupción militar y civil.
El inmenso tsunami de dólares que los altos precios del petróleo lanzaron a Venezuela hoy no tiene una correspondencia en obras civiles como hospitales, carreteras y autopistas, presupuestos para escuelas, liceos y universidades, institutos tecnológicos, científicos y de investigación, o para puertos y aeropuertos, o en la dotación suficiente para los deportes. Sobre este tsunami de petrodólares han "surfeado" la ola con gran éxito los nuevos bolivarianos burgueses y los militares rojitos.
Van corruptamente asidos de la mano como Blancanieves y sus siete enanitos metiendo baza, a diestra y siniestra, al tesoro público. Sus fortunas son inocultables.
Y no sólo eso: son éticamente un vómito en la mesa de la autoproclamada revolución bolivariana que suele llamar a la igualdad social mientras tras bastidores hacen pingües negocios.
Basta observar cómo viven y se mueven los bolivarianos rojo rojitos a diario por el país, con sus camionetotas y sus escoltas, con sus lujos de mal gusto y sus residencias y penthouses en urbanizaciones de alta renta.
Son verdaderos alpinistas burocráticos en función de su propia riqueza personal. Entonces, ¿por qué está despechado, señor Presidente? ¿Acaso usted está flaco como Franklin Brito cuando murió defendiendo su propiedad, o tiene una figura que recuerda a quien vendió al contado? Es que el capitalismo se pega.
Caracas 29/09/10
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